"La decisión de las empresas
y de los bancos catalanes de cambiar sus sedes ha supuesto un duro
golpe, tal vez definitivo, para los planes secesionistas de la
Generalitat. Pero el empujón definitivo no vino de Barcelona o de Madrid.
Llegó de las verdaderas capitales del dinero —Nueva York, Londres o
Chicago— donde están los gestores de los grandes fondos de inversión, de
pensiones y compañías de seguros.
Tras las imágenes del 1-O,
el lunes siguiente las empresas recibieron llamadas preocupantes de las
agencias de calificación de riesgos y de los gestores institucionales
de las principales plazas mundiales, que mueven billones
Ellos son los
dueños de gran parte la deuda emitida por las empresas y por los bancos
catalanes. Su mensaje fue claro: permanecer en Cataluña suponía un
factor de incertidumbre, que ellos no querían asumir. En el mundo
financiero, la incertidumbre siempre cotiza a la baja y cuanto más
tiempo pasa, todavía más.
Tras desconocer todo sobre el problema catalán, los
grandes inversores extranjeros se enteraron del conflicto de la peor
forma posible: fotos de violencia policial y un proyecto independentista
que llevaba a salir del euro. Eso significaba traspasar la línea roja.
Si optaban por vender, darían un duro golpe al coste de financiación de
empresas y bancos, un lujo que no se podían permitir.
Una empresaria que lleva la comunicación de
varias compañías confirma que “la mayoría de los empresarios jamás
creyó que los inversores internacionales se pondrían tan nerviosos.
Nunca pensaron que llegaríamos hasta aquí. Nunca”.
Además, existía otro factor desestabilizador: el fantasma de la Hacienda catalana.
Si se creaba este organismo, podría llegar la doble tributación para
las empresas, una a la Hacienda española y otra a la catalana. Esta
posibilidad también forzó la salida acelerada de los gestores de
patrimonios, un sector importante en el mundo financiero catalán y los
cambios de domicilio de firmas.
Pero la cuestión es qué hubiera pasado si los
empresarios no hubieran esperado tanto, a las alarmas que llegaron de
fuera, y hubieran dado el paso antes. El 8 de octubre, Josep Borrell,
exministro y exvicepresidente del Parlamento Europeo, reprochó el
silencio de la clase empresarial: “¿No lo podíais haber dicho antes? Lo
que decíais en privado, ¿por qué no las decíais en público? Si lo
hubiesen dicho, quizá no estaría pasando lo que está pasando ahora”. (...)
En agosto de este año, Naturhouse dio el paso. Su
presidente Félix Revuelta lo justificó por “razones operativas” porque
desde la salida a Bolsa, en abril de 2015, las oficinas estaban en
Madrid, aunque él siempre ha sido beligerante con el independentismo:
“Tiene aterrados a los empresarios”, alertó este mayo.
Eduardo Serra, exministro con Aznar, comentó hace
días: “He hablado en los últimos tiempos con muchos banqueros y
empresarios catalanes. Me decían: ‘Sé que la independencia será ruinosa
para mi empresa, pero si lo digo ahora la Generalitat me hunde mañana
mismo”. El temor a la represalia política es otro factor que ha
fomentado el silencio. (...)
“Es verdad que tal vez no lo dijimos en público todo lo que hubiera
sido necesario”, admite un miembro de la patronal catalana, Fomento del
Trabajo,“pero sí se lo trasladamos en privado a Mas y Puigdemont. Les
dijimos que esto podía pasar, pero no querían creernos. Querían creer a
otros que les decían que esto nunca pasaría”.
Fuentes cercanas a Oliu recuerdan que antes
del 9-N de 2014, este lanzó un serio aviso en privado al entonces
presidente Artur Mas: “Si seguís por este camino, nos vais a obligar a
marcharnos de Cataluña”. Mas fue incrédulo ante esta advertencia, relata
la misma fuente, y defendió la teoría de que nunca se verían obligados a
salir de la UE. (...)
Sin embargo, el primer golpe llegaría de fuera, del resto de España,
donde la fuga de depósitos durante los últimos días les ha obligado a
realizar estrategias informativas proactivas para contener a los
clientes. Lo que sí tuvieron siempre claro es que los dos bancos
deberían irse a la vez, si llegaba el momento. Y así lo han hecho. (...)
Pedro Nueno, doctor en Administración de Empresas por
Harvard y profesor del IESE, no cree que “muchas empresas tuvieran un
plan”. “En algunos casos que conozco, no lo había porque tampoco se
imaginaban que la cosa pasara de esta manera”, explica; “todos pensaban
que habría negociación. Han salido un poco de estampida”.
Cabe recordar
que CaixaBank nunca llegó a aprobar un plan para el cambio urgente de
sede y necesitó un decreto apresurado del Gobierno para poder hacerlo.
Algunos empresarios admiten que la colisión política y
social se preveía tan brutal e imprevisible que prefirieron
desentenderse, ponerse de perfil y confiar en una solución pactada. (...)
Un empresario catalán recuerda que “algunas pymes se
mueven en un mundo soberanista: sus clientes lo son, su entorno lo es y
creyeron que con la república llegaría una economía boyante, como
dijeron desde la Generalitat”.
añade: “No se puede olvidar que grandes
y pequeños empresarios tienen en Cataluña a sus familias y amigos de
siempre; su vecino puede ser un hombre de negocios independentista y
significarse en contra del procés era incómodo”.
Y, en muchos casos, prefirieron creer que, aunque
fuese in extremis, el Gobierno de Madrid o el de Barcelona evitarían la
colisión. “Porque, oiga”, se desahoga José Luis Bonet, presidente de
Freixenet, “yo me siento español y europeo, pero no dejo de ser catalán,
y tener que tomar una decisión de este tipo resulta muy doloroso.
El
exilio empresarial es doloroso. Es un desgarro. Soy catalán y me tengo
que ir. Es evidente que la mía y otras empresas que han tomado la
decisión de irse representamos un símbolo de Cataluña, pero oiga, antes
está la supervivencia”.
Otra cuestión es: ¿Qué consecuencias puede tener a medio plazo el traslado?
Costas responde: “Hasta ahora teníamos aquí la sala de mandos y la de
máquinas. El riesgo es que ahora solo nos quedemos con la sala de
máquinas. Cataluña es una economía productiva y no se irán las empresas,
pero perderemos la parte empresarial que decide”.
Bonet le da la razón a Borrell. “Ha sido un error
importante que la gente no haya hablado en privado y en público. No se
hizo para no incomodar al otro, pero así no se resuelven los problemas.
Si callas, los que hacen ruido parece que son más”. Antón Costas añade:
“Yo sí creía que esto podría pasar y lo dije. Pero siempre había quien
te acusaba de estar usando el argumento del miedo”. (...)
“Entiendo que algunos pidan el diálogo, pero, llegados aquí, no es lo
mismo estar con quien cumple la ley que con quien pone en riesgo la
seguridad jurídica”. (Íñigo de Barrón , Pablo Ordaz, Lluís Pellicer , El País, 15/10/17)
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