"(...) Hay, no obstante, mas datos para valorar que existe una
autopercepción de fracaso, o de fin de capítulo, por parte de los chicos
y chicas Procés.
La Vanguardia --diario
últimamente proclive a los chivatazos de sectores no indepes de CDC--
informa al respecto de una reunión secreta --al Processisme le gustan
más las reuniones secretas que a un tonto una tiza--, en la que se tenía
que abordar una suerte de fin ordenado de la cosa Procés.
La sinopsis
de la reunión ilustra, en parte, el colapso de un ciclo propagandístico.
Es decir, los chicos y chicas, que se habían reunido para cerrar la
barraca, no se atreven a verbalizar en voz alta el objeto de la cita. Es
más, la cita se radicaliza, ante el hecho de que ninguno de los
reunidos quiera dar el primer paso para acabar con el bucle
propagandístico pues, según precisamente las construcciones gaseosas
propagandísticas, eso le convertiría en traidor.
El resultado fue, por
consiguiente, una reunión en la que se superpusieron consignas y
adhesiones inquebrantables para la consecución de un referéndum. Si
bien, y esto ya es divertido, el referéndum improbable lo es cada día
más, Entre otras cosas, por falta de tiempo. Como en su día pasó con
conceptos como decisión y ganas, parece ser que tampoco hay tiempo, de aquí a septiembre para organizar un referéndum fiable y tabulado.
A pesar de esa reunión parapsicológica, las leyes de la física se
fueron aplicando posteriormente sobre la cosa referéndum. El referéndum
es, recuerden, un encargo de Puigdemont a Junqueras. Es, vamos, un
marrón que Puigdemont delegó a Junqueras y que Junqueras fue y aceptó.
Por lo que, tácitamente, el pack CDC parece pasar muy mucho de la cosa, en aras de que ERC
acabe protagonizando el fracaso de su no realización. Las
contradicciones internas, en todo caso, empiezan a ser cómicas. Y, lo
que es peor en un sistema propagandístico, constatables.
En ese sentido,
CDC ha admitido públicamente discrepancias internas
al respecto. Discrepancias que, en una sociedad con un periodismo más
fiable, ya hubieran acabado con esta fase e, incluso, con el Govern.
Verbigracia: hace meses, el director general de los Mossos declaró que,
en caso de requerimiento, los Mossos obedecerían a la autoridad central.
Es decir, que no hay posibilidades de referéndum. Fin del debate.
Ahora
se sabe que el referéndum está paralizado, aparte de su paralización
congénita, porque los cargos técnicos que deben de organizarlo --es
decir, practicar gasto en la adquisición de urnas y papeletas; es decir,
exponerse a penas de prisión-- reclaman a las autoridades electas que
les pasen la orden por escrito. Vamos, que se expongan a penas de
prisión también. No se ha emitido, por cierto, ninguna orden por
escrito. Se diría, esta mañana a primera hora, que nunca se hará.
La ausencia de movimiento en el tema referéndum parece ser que se
soluciona con los filones de la política y el periodismo --es decir, la
cultura-- españoles. La A) declaración y la B) ceremonia. Sobre la
declaración, dos perlas. Una portavoz de ERC ha declarado --lo
declarado, en la política española y en las aduanas, poco tiene que ver
con lo que uno transporta en su interior-- que el referéndum va a toda
leche, y que no habrá ninguna detención ni problema policial en su
celebración porque será organizado por, tachán--tachán, parados ,
ese sector social que se reinventa a sí mismo tanto cada día que, por
lo visto, no deben de estar sometidos al Código Penal. Ignoro por qué la
ideóloga de ERC dijo parados y no monos amaestrados, que hubiera sido
más verosímil.
Tal vez se lo reserva para el mes que viene. Otra
declaración chachi. EL mismo día en el que se creaba el nuevo partido de
Els Comuns, el líder municipal de ERC en Barcelona reclamaba a la
alcadesa de Barcelona que pusiera las urnas,
cediéndole la presión propagandística y omitiendo que, por aceptación
del encargo envenenado de Puigdemont, quien debe de poner las urnas es
precisamente ERC.
Sobre B), las ceremonias. Se han organizado dos. Poco lucidas. Con lo
que fueron. Una consistió en un acto con todos los exPresis del
Parlament vivos, para solidarizarse con Forcadell. Y, otra, un acto
chachi-unitario, en el que los partidos processistes reafirmaban su voluntad de celebrar un referéndum sí o sí. Este acto tiene mucha guasa. Se la explico.
Para darle empaque y sentido se pactó un documento,
una suerte de declaración pro-referéndum. Pero lo que es de traca es
que los conflictos vinieron, precisamente, para que esa declaración no
aportara ninguna decisión real o jurídica, de manera que permaneciera en
el mundo de la poesía, y no de los hechos reales y, en tanto que ello,
penalizables por el TC y Fiscalía. Coló.
El sentido del acto fue cubrir de épica los días anteriores, en los
que quedó visualizado que no sólo no hay muchas ganas de referéndum,
sino que los partidos del pack, carentes de ganas, están a la greña. Concepto greña, dos puntos, por una parte, el Presi Puigdemont
ya ha visualizado que está solo en el asunto. Por otra parte, CDC ha
evidenciado que está en otra casilla. Por ejemplo, ha anunciado que, en
el futuro inmediato, romperá la disciplina de voto
con ERC, para intentar recordar al electorado --que votará autonómicas
más pronto que tarde-- que existe.
El grupo CDC en el Congreso, por
cierto, también ha verbalizado oficialmente que, a partir de ahora --y
hasta, se supone, las elecciones esas--, pasará un tanto del Procés y se
dedicará a otros negociados
más factibles. Pero sin duda, el acto solemne de firma de documento que
no aporta nada políticamente se debía a otro suceso. Un culebrón. Se lo
explico. Siéntense y aparten a los niños.
Un líder del PdeCat --es decir, la antigua CDC--, en un cenorrio con
cuadritos y afiliados, venia a dar por muerto el Procés, por lo que
planteaba, con todas las letras, que, para las próximas elecciones,
sería bueno disponer de un candidato autonomista,
poco significado en el Procés. Las declaraciones, absolutamente
verosímiles, pero inverosímiles para el consumidor de Procés, eran una
grabación registrada de manera ilegal --o espontánea--, durante el
cenorrio político aludido. Pero lo divertido es que, todo apunta a ello,
las grabó
un/a miembro/a de ERC.
Una de las desventajas de ser un país pequeño es
que cuando un líder se pone autonomista en un restaurante, es muy
posible que, como fue el caso, en la mesa de al lado estén cenando
cuadros de ERC provistos de teléfono móvil, como fue el caso. Encendida
como un mechero, CDC anunció que denunciaría a ERC por ese hecho ante
los tribunales. Españoles. Finalmente, todo este desorden
propagandístico volvió a su cauce, precario, y CDC no se chivó al profe.
Vamos, que después de la primera y sonora gran crisis
político-propagandística en el seno del Govern, que llevó, a quien
quisiera observarla, a otra constatación de que el referéndum es para el
Govern un tramo propagandístico, como todo en el Procés, se cerraron
filas, no muy apretadas, en torno, al referéndum. El Govern, así, se da dos meses
de plazo para negociar el referéndum con Madrid. Algo, por otra parte,
imposible.
Pero al parecer da igual. El referéndum es una pieza
propagandística, que tiene su función. La ANC, abiertamente
gubernamental, ha iniciado su campaña por el Sí en ese referéndum que se
tiene que negociar con un Gobierno del Estado que pasa tres pueblos, y
sobre el que se ha rechazado ejercer ninguna medida de presión o
coacción. Esa campaña, ampliada en medios públicos y concertados, viene a suplir políticas gubernamentales catalanas al respecto.
Ah, sobre el referéndum. Les explico lo que sé. No hay posibilidades
de celebrarlo, una vez no se ha conseguido --es importante señalar que
por inoperancia o falta de voluntad; o por ambas cosmovisiones-- la
complicidad internacional, y una vez descartada la desobediencia --se ha
descartado, aunque digan, cada día, lo contrario--.
La pregunta es si
se convocará. Y tampoco está claro. Creo que sólo hay dos posibilidades
de convocarlo --importante: ninguna ellas implica la posibilidad de
realizarlo--. Una sería un decreto presidencial. El Presi, que al no
volverse a presentar a elecciones, le trae al pairo la inhabilitación,
puede realizar algún acto en esa dirección.
El decreto debería de ser
votado en el Parlament. Pero es poco probable que el Parlament lo vote y
se exponga con ello a un marrón. Por esta vía, el Presi Puigdemont
salvaría la vergüenza torera. Poco mas.
La otra posibilidad es utilizar
la Llei de Referèmdums del Tripartit. El TC la recurrió, por lo que
quedó sin aplicación durante 5 meses, que han caducado hace 1000 años.
Ignoro qué itinerario se debería seguir para convocar un referéndum por
esa vía, que sería inmediatamente recurrido por un TC que nadie quiere
desobedecer explícitamente.
Además, parece que los chicos de CDC, que en
su dia se pelaron esa ley avanzada, para colar una, sic, Llei de
Consultes de estar por casa, son poco proclives a reivindicar ese legado
legislativo. Pero, en todo caso, si lo hicieran, se volvería a salvar
la vergüenza torera. Si se convocara el referéndum --insisto, no está
claro que lleguen a hacerlo; esta mañana a primera hora, pinta que no--,
colarían ahí la Llei de Transitorietat, y algo parecido --pero
completamente diferente, es decir, sin efectividad ni verosimilitud-- a
una declaración indepe. Nada ilegal, pero que pudiera ser presentado en
la inmediata campaña electoral como la pera.
No está, insisto, nada
claro al respecto, salvo la férrea voluntad, diría, de no liarla. Quizás
ese sea el sentido de las declaraciones de Junqueras,
que ha afirmado que, en caso de que el Gobierno niegue el referéndum
--no es el caso, es lo que hay, por otra parte--, el Parlament
declararía la DUI --Declaració Unilateral de Independència--.
Una frase
espectacular, que ha colado en los medios públicos y concertados, y le
ha dado al Procés vida donde no la había. Pero se lo traduzco. La frase
es una construcción propagandística que alude a que, en caso de que el
Gobierno niegue un referéndum que no estaba en el programa electoral de
Junts pel Sí, y que el Govern adoptó el año pasado para no tener que
declarar una DUI, declararían una DUI. Vamos, no significa nada. Como
casi todo.
Para liar más una predicción de futuro certera, tampoco está claro el
papel de la CUP que, parece ser, se lo está pensando. La CUP, sin cuya
participación en todo esto nunca se hubiera elaborado un sistema
propagandístico tan dilatado, anunció que sólo apoyaría al Govern hasta
septiembre, momento en el que, si no hay referéndum a la vista --como
parece que es el caso--, se piraría. El Govern no caería, por cierto.
Simplemente, carecería de fuerza. Lo que no es tan malo en el Sur y en
una autonomía. La novedad es que la CUP
parece estar estudiando su retirada de la política autonómica y su
vuelta a la política municipal, lo que podría venir acompañado de alguna
gamberrada contra sus exaliados. Lo que tendría su qué.
Creo que los fenómenos de los últimos días, que les acabo de
explicar, avalan que el Procés está KO. Hasta su nueva formulación. Que
no tardará. El Procés es, en fin, la nueva forma del autonomismo, diría. (...)" (Guillem Martínez, CTXT, 27/04/17)
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