22/1/16

¿Pero puede haber nacionalismo de izquierdas? Pues no... como demuestra la claudicación de la CUP

"(...) En una reciente entrevista en La Directa, Anna Gabriel ha reconocido que, excepto la cabeza de Mas, la CUP no ha conseguido ni una sola concesión relevante de JpS, y que en esta legislatura, más que revertir las políticas antisociales de los últimos años, habrá que contentarse, como máximo, con que no se profundice en ellas.

Nada de esto debería sorprender demasiado. Al final, teniendo que escoger entre su alma nacional y su alma social, la CUP ha escogido la primera, apuntalando así la vieja idea de que, salvo en situaciones coloniales o de clara opresión nacional, eso del nacionalismo de izquierdas si no es un oxímoron se le parece mucho. No cuestiono con ello el izquierdismo, incluso el innegociable anticapitalismo, de una parte de la militancia de la CUP. Ha dado pruebas del mismo en el pasado.

Pero lo cierto es que, como organización, llegada la hora decisiva, la nación se le ha colado por delante de la clase. Recortadores y recortados juntos, unidos por indestructibles lazos identitarios que trascienden sus intereses contrapuestos. Resultado: quien gana es una Convergència que evita el jaque mate y consigue tiempo para reconstruirse.

Este es un país muy raro en el que parecen normales cosas que no lo son en absoluto. El apoyo de la CUP a un gobierno presidido por un convergente en aras de un proyecto nacional compartido sería equivalente a que Podemos facilitara un gobierno con un presidente del Partido Popular en aras de la defensa de la unidad nacional española. Lo que en Madrid es impensable, aquí nos parece ejemplar y lo lucimos con orgullo.

En la última campaña electoral, en los grandes mítines de En Comú Podem, como el de Llefià (Badalona), el público vibraba y entonaba el “Sí se puede” no cuando se mencionaba el referéndum o el derecho a decidir, sino cuando se urgía a acabar con la corrupción, las puertas giratorias, la desigualdad, el paro, la pobreza o los desahucios. Evidentemente, ni rastro del In-inde-independencià. 

Algunos en la izquierda deberían tenerlo en cuenta a la hora de trazar líneas rojas, y recordar que la independencia divide políticamente a las clases populares catalanas, pero no en partes iguales, como el reciente ciclo electoral ha demostrado palmariamente."          ( , El País21 ENE 2016)

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