"(...) En una reciente entrevista en La Directa, Anna Gabriel ha reconocido
que, excepto la cabeza de Mas, la CUP no ha conseguido ni una sola
concesión relevante de JpS, y que en esta legislatura, más que revertir
las políticas antisociales de los últimos años, habrá que contentarse,
como máximo, con que no se profundice en ellas.
Nada de esto debería sorprender demasiado. Al final, teniendo que
escoger entre su alma nacional y su alma social, la CUP ha escogido la
primera, apuntalando así la vieja idea de que, salvo en situaciones
coloniales o de clara opresión nacional, eso del nacionalismo de
izquierdas si no es un oxímoron se le parece mucho. No cuestiono con
ello el izquierdismo, incluso el innegociable anticapitalismo, de una
parte de la militancia de la CUP. Ha dado pruebas del mismo en el
pasado.
Pero lo cierto es que, como organización, llegada la hora
decisiva, la nación se le ha colado por delante de la clase.
Recortadores y recortados juntos, unidos por indestructibles lazos
identitarios que trascienden sus intereses contrapuestos. Resultado:
quien gana es una Convergència que evita el jaque mate y consigue tiempo
para reconstruirse.
Este es un país muy raro en el que parecen normales cosas que no lo
son en absoluto. El apoyo de la CUP a un gobierno presidido por un
convergente en aras de un proyecto nacional compartido sería equivalente
a que Podemos facilitara un gobierno con un presidente del Partido
Popular en aras de la defensa de la unidad nacional española. Lo que en
Madrid es impensable, aquí nos parece ejemplar y lo lucimos con orgullo.
En la última campaña electoral, en los grandes mítines de En Comú
Podem, como el de Llefià (Badalona), el público vibraba y entonaba el
“Sí se puede” no cuando se mencionaba el referéndum o el derecho a
decidir, sino cuando se urgía a acabar con la corrupción, las puertas
giratorias, la desigualdad, el paro, la pobreza o los desahucios.
Evidentemente, ni rastro del In-inde-independencià.
Algunos en la
izquierda deberían tenerlo en cuenta a la hora de trazar líneas rojas, y
recordar que la independencia divide políticamente a las clases
populares catalanas, pero no en partes iguales, como el reciente ciclo
electoral ha demostrado palmariamente." (Francisco Morente Valero , El País, 21 ENE 2016)
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