"Esta vez, el orden habitual se alteró, porque el matiz precedió al
aviso. "Son futuribles altamente improbables", dijo por delante. Y luego
aludió al peligro al que se refería: "Evidentemente, escenarios de
tensión grave pueden dar lugar a corralitos como se
ha visto en experiencias latinoamericanas o en Grecia.
De forma que es
un riesgo que existe". De este particular modo, el gobernador del Banco
de España, Luis María Linde, calentó aún más la temperatura en Cataluña en los días previos a las elecciones del próximo domingo. Porque advertir de que existe un riesgo de corralito en caso de que la Generalitat declare la independencia lleva implícito otro peligro: la fuga de depósitos a la que trataría de poner coto la instauración de esos controles de capitales.
Ambos
riesgos, el de ver cómo el dinero se marcha y el de tener que
controlarlo para que no se vaya, se ciernen sobre Cataluña en el
hipotético caso de que la secesión pase de ser una posibilidad remota a
convertirse en una realidad. Y en ese doble peligro entre la fuga y el corralito, Cataluña pone en liza 196.840 millones de euros, que es la suma a la que ascendían los depósitos en la región al cierre del segundo trimestre, según los últimos datos del Banco de España. (...)
"Es tanto lo que está en juego y tan grande el riesgo, que lo lógico es que al final se evite lo peor",
asegura un economista que prefiere no ser citado. "Sobre todo, porque
tenemos muy reciente lo que ha pasado en Grecia", añade. "Deberíamos
haber aprendido del caso griego que no hay medida de política económica
que pueda con un corralito", previene el economista José Carlos Díez (...)
"Hay que tener en cuenta que, a diferencia del caso griego, en el catalán no hay barreras geográficas, de trámites, de idiomas o de conocimiento de las otras entidades a
la hora de coger el dinero y abrir una cuenta fuera de Cataluña",
precisa el analista económico y financiero Juan Ignacio Crespo.
Subraya así que en el caso catalán hay menos trabas para que los
clientes puedan sacar su dinero de forma más rápida en caso de que lo
deseen. "Un depósito es una simple commodity, nada más. El
cliente solo quiere saber que está seguro, y si no es así se lo lleva a
otra parte y ya está", recuerda José Carlos Díez.
Fuentes
financieras aseguran que, precisamente por lo sencillo que resulta,
este movimiento ya está en marcha. Y que irá a más si, verdaderamente,
el riesgo de una proclamación unilateral de independencia se va
convirtiendo en una posibilidad real. En ese supuesto, la fuga de depósitos será el preludio del corralito.
"No falla. La única forma de parar un proceso así cuando está en marcha
es decretando límites a la movilidad del dinero. De lo contrario, ni
las entidades podrán atender la retirada de efectivo ni su balance
soportará la situación mucho tiempo", advierten esas fuentes. (...)
En lo que respecta a los depósitos se abriría así, como ocurrió en Grecia, un boquete con dos principales incertidumbres que están conectadas. La primera, acerca de la divisa que
pasarán a usar los catalanes y en la que pasarán a estar denominados
sus depósitos y sus créditos; y la segunda, acerca de la solvencia de
esos bancos sin tener a su disposición la ventanilla del BCE.
En
Grecia, ambas incertidumbres se manifestaron, y cuanto más evidentes se
hicieron, más rápido comenzó a salir el dinero del país, más dependiente
se hizo la banca del BCE y más inevitable fue el corralito cuando la entidad presidida por Mario Draghi decidió no abrir más el grifo de la financiación de emergencia a las entidades helenas.
Una
opción que detendría este proceso consistiría en que los bancos con
sede en Cataluña, entre los que sobresalen CaixaBank y Banco Sabadell,
mudaran su domicilio social a otras regiones de España.
Esta mudanza ayudaría a contener la fuga de capitales y reduciría el
riesgo de tener que instaurar un corralito, pero también
tendría efectos sobre esa supuesta Cataluña independiente en forma de
pérdida de puestos de trabajo y de impuestos, principalmente.
Pero el
riesgo divisa y el riesgo de crédito no quedarían anulados con ese
cambio de sede de los grandes bancos, con lo que otras entidades
catalanas, aunque sean de menor tamaño, podrían seguir sufriendo el
impacto, y en caso de que este sea grande, o se financian por sus medios
para sostener su balance o tendrán que ser respaldadas por Cataluña.
Las
incógnitas, por tanto, se acumulan a pocos días de las elecciones del
27-S. "Eso es lo más llamativo. Que quienes defienden la independencia
no hayan presentado ni definido cuál es su estrategia, su hoja de ruta,
para solventar estos desafíos económicos y financieros, porque antes o
después, de forma más o menos directa, tendrán impacto en el bolsillo de los catalanes", sentencia ese economista que prefiere no ser identificado." (Pedro Calvo, El Confidencial, 22.09.2015)
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