"La elección in extremis de Carles Puigdemont como nuevo presidente de la
Generalitat ha evitado el peor de los escenarios posibles para el
bloque separatista. Ir a marzo, a unas nuevas elecciones, hubiera
supuesto enterrar la pulsión secesionista durante una larga temporada,
tras unos meses de fuerte ridículo.
(...) el interés partidista de CDC ha sido definitivo. En marzo corría el
riesgo no solo de situarse en una posición subalterna, cediendo la
presidencia de la Generalitat al republicano Oriol Junqueras, sino que
incluso estaba en juego la posibilidad de perder todo el poder
autonómico tras un pacto de las fuerzas de izquierda, a partir del auge
electoral de la formación de Ada Colau en alianza con Podemos. (...)
Una nueva convocatoria electoral suponía el colapso del separatismo por una larga temporada. (...)
Ahora bien, el destino final sigue siendo el mismo, la frustración del
independentismo, ya que la secesión unilateral es un camino
intransitable, que no cuenta con el apoyo de la mayoría de los
catalanes.
La diferencia es que ahora están más obligados que nunca a
intentarlo. A ir hasta el final con “valentía pero sin temeridad”, dijo
Puigdemont, provocando la intervención de la Generalitat por parte del
Estado e incluso la inhabilitación del Ejecutivo catalán.
Saben que en
el choque perderán, pero con la esperanza de enquistar un conflicto en
la sociedad catalana de dolorosas consecuencias que les devuelva pronto
al poder, ensanchando por el camino su base independentista en unas
nuevas elecciones.
La diferencia es que, en marzo, el fracaso hubiera
sido propio, interno, casi esperpéntico. Ahora, sin embargo, el fracaso
se convertirá en una derrota frente a un Estado opresor, frustración que
será socializada y que cuenta con un nuevo presidente mucho más
dispuesto a inmolarse que el anterior. (...)
El vehículo para superar el ridículo de los últimos meses y acumular
nuevas fuerzas va a ser el llamado proceso constituyente, que Oriol
Junqueras, vicepresidente del nuevo Gobierno, ya ha avanzado que va a
tener episodios de desobediencia y de resistencia pacífica, de tipo
“gandhiano”.
No está nada claro que vayan a lograr el éxtasis popular.
La ventaja del nacionalismo catalán es que cuenta con el control casi
absoluto de las instituciones, del poder en el territorio. El papel de
las corporaciones locales va a ser clave en la estrategia del desacato.
Su objetivo no amaga nada: socializar el conflicto, sacar rédito de la
frustración y el victimismo. Un fracaso que solo será atribuible, claro
está, al maligno Estado español. De perdidos, al río, se dijeron pocas
horas antes de que cayera la legislatura. En el intento por salvar el
poder y el honor los costes sociales pueden ser inmensos." (
Joaquim Coll
, El País, 13 ENE 2016)
"(...) En este contexto, reposada la euforia inicial, el independentismo se dirige al momento de la verdad. De la emoción, tiene que pasar a la acción.
Con las fuerzas muy justas, sin mayoría social y con la Generalitat arruinada.
La hoja de ruta que el president Puigdemont esbozó implica diversos actos de ruptura. No le temblará el pulso: si es necesario, se inmolará. Ahora bien: ¿qué apoyo social tendrán estos actos?
No sabemos si son muchos los catalanes decididos a aceptar los costes personales de pasar del cántico a la acción, de la palabra a los hechos. De ahí que la duda del período que empieza sea: ¿El fuego será real o volverán los fuegos de artificio?" (Antoni Puigverd , La Vanguardia, 13/01/2016)
"(...) En este contexto, reposada la euforia inicial, el independentismo se dirige al momento de la verdad. De la emoción, tiene que pasar a la acción.
Con las fuerzas muy justas, sin mayoría social y con la Generalitat arruinada.
La hoja de ruta que el president Puigdemont esbozó implica diversos actos de ruptura. No le temblará el pulso: si es necesario, se inmolará. Ahora bien: ¿qué apoyo social tendrán estos actos?
No sabemos si son muchos los catalanes decididos a aceptar los costes personales de pasar del cántico a la acción, de la palabra a los hechos. De ahí que la duda del período que empieza sea: ¿El fuego será real o volverán los fuegos de artificio?" (Antoni Puigverd , La Vanguardia, 13/01/2016)
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