"A finales de 2010 el nacionalismo aparentemente moderado de CiU lo tenía todo:
su eterno rival, el PSC, estaba hundido por el descabellado
zapaterismo, el nefasto tripartito había noqueado a ERC, los
convergentes acababan de regresar a la Generalitat, detentaban en enorme
poder municipal y el relato político nacionalista era hegemónico e
indiscutido. Desde las alturas Jordi Pujol, el fundador del partido, cuidaba benévolamente de los catalanes.
Apenas 4 años después, CiU está destruida:
el radicalismo separatista ha alejado a las mejores cabezas del
partido, el inopinado adelanto de las autonómicas en 2012 dejó a CiU sin
12 diputados, en las europeas de 2014 el partido de Mas
fue superado por ERC, la coalición con Unió está a punto de saltar por
los aires cada lunes por la mañana, y tras las últimas elecciones
municipales CiU ha perdido Barcelona y es casi extraparlamentaria en su
área metropolitana y en las ciudades más pobladas de Cataluña.
Artur Mas ni
siquiera puede presentar como aval su acción de gobierno, porque más
allá de la huida hacia adelante separatista no ha hecho nada. Cataluña
está arruinada, debemos 65.000€ millones, no tenemos crédito
internacional, los catalanes pagamos los mayores impuestos autonómicos
de España, la sociedad está dividida, la convivencia rota y sólo gracias
al Estado puede la Gene pagar sus facturas a fin de mes. Un desastre. (...)" (Dolça Catalunya, 26/05/2015)
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