"(...) En España “se puede decir que nunca es el momento oportuno para
hablar de ETA”. Ni de… nosotros. Año 2001, “ETA mataba y estábamos
grabando por allí el primer documental sin libertad.
Asistíamos al
entierro de un señor que habían matado por la mañana a 50 km”. 2006.
Zapatero y el diálogo: “Cuando una película nos coincidía en un periodo
de tregua había quien nos decía: ahora que va a acabar ETA, no te pongas a contar estas cosas,
a meterle el dedo en el ojo”. 2014.
Y ahora “el miedo a incomodar a los
que han estado detrás del terrorismo y están en los ayuntamientos.
Tampoco conviene recordarles lo que han hecho”. Los unos y los otros:
“Además la sociedad prefiere pasar página, todo esto tiene muchos
problemas”. Lo que es casi milagroso es que Arteta siga consiguiendo “el
material” con el que se hacen los sueños. Es decir, la financiación.
La pregunta, obvia, ¿cómo es posible que nadie haya contado antes
esta historia? El terrorismo en el cine español ha preferido aventurarse
con los matones. Desde un romanticismo rural canalla. (...)
En los 80, empiezas a ver que eso no puedes encajarlo de una manera
natural, como una persona normal, que no puedes entender las
justificaciones. Utilicé la libertad y cierto coraje. Me impulsó fundamentalmente algo que es la clave de mi iniciativa: defender la libertad y la vida”. Y se queda tan ancho, frente a esa “tendencia, sobre todo en la sociedad vasca, que tiene que ver con el miedo, la cobardía o la complicidad, no hay muchas más”. (...)
“Desde la primera película”, pensaron que querían hacer algo que pudiera
“entender alguien de fuera”, hacer comprender “la sinrazón, la
agresividad de lo terrorista y el amparo de lo nacionalista”. Y no es
fácil, “porque no se ha dado en muchos sitios, en el primer mundo, una
banda terrorista durante casi 50 años agrediendo a un estado que tampoco
ha respondido siempre de una manera contundente”.
Una anécdota: “Una
vez estuve con el cónsul alemán en Bilbao, hace unos ocho años, en la
época de Ibarretxe”. Y les preguntó: “¿Cuántos son?” Arteta: “Se cree
que 300, 400″. El cónsul: “¿Sólo 300? ¿Y todo gira alrededor de esto?”.
Arteta reflexiona, “quizá pensaría que con medios policiales se acababa
aquello, pero luego hay que explicar que hay una parte de la sociedad
vasca y de la representación política de los vascos que les está dando
cobertura”. (...)
En esta cuarta película por primera vez hablan los nacionalistas y Arteta ha elegido imágenes extremadamente duras.
Proceden de archivos fotográficos de prensa. ETA mataba como la mafia,
sólo cambia el menú del día en el restaurante familiar, de pasta a
marmitaco (por ejemplo), “ametrallan a un tío y se van en un coche y
luego costaba que se les detuvieran porque nadie había visto nada”. (...)
Si uno lee los artículos que se escribían entorno a un atentado, se
ponía el portal, el nombre de la mujer, de los hijos y declaraciones del
tipo: no tenía nada que ver con la extrema derecha, o sabía euskera,
como justificaciones que encontraban las pobres personas agredidas para
no tener luego el rechazo de la sociedad. Y la víctima se lo creía. Si
algo ha hecho mi marido y soy culpable lo mejor será que me vaya”.
Algunos de ellos eran “los coreanos”. Extremeños, andaluces o gallegos
que fueron a trabajar en los años 70 al País Vasco, “eran admitidos en
nuestra casa, pero con el marchamo puesto”. “Eso arrastraba un peligro
vital, gente que sabía que si se hacía notar en la sociedad o si se
acerca a guardias civiles o esas fuerzas de ocupación le podía pasar
algo y efectivamente les pasaron cosas. Fueron avisos a navegantes”.
Otra anécdota con humor bilbaíno. Una vez en EEUU una señora le
preguntó, “pero esto ¿cuándo ha pasado?” Era el año 2000. 2001 cuando
empezaban. “Si yo vivo allí señora, voy mañana para allá”. Arteta se ríe
recordando la cara de alucine de esta americana. Entonces Iñaki Arteta
cae en la cuenta de recordar que los que hablan en esta película “están
todos vivos, las víctimas, las viudas. No es que estamos hablando del
Holocausto. Aquí hay supervivientes”. El futuro, 2034. “Esto dentro de
20 años será otra cosa. Igual se cuenta bien, pero es que todos los que
salen son testigos y la gente va muriendo…”. (...)" (Entrevista a IÑAKI ARTETA)
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