"No se puede hacer un planteamiento del tipo: 'estamos a favor de la
democracia, hagamos una votación en Cataluña y decidamos si queremos ser
parte del Estado'. Eso no funciona así. El nacionalismo de 'una nación,
un Estado' no funciona. Eso no es democracia".
Así se ha posicionado el profesor de Filosofía y Derecho de la
Univeridad de Duke (EEUU), Allen Buchanan, en una entrevista realizada
por CRÓNICA GLOBAL, aprovechando su estancia en Barcelona para
participar en una conferencia sobre el debate independentista organizada
por la Fundación Internacional Olof Palme.
Buchanan, autor de diversos libros sobre los procesos secesionistas,
advierte de que "la idea de 'una nación, un Estado' es una pesadilla; es
una receta para interminables guerras civiles y violencia étnica, y no
tiene nada que ver con la democracia". "La democracia no es que las
naciones tengan sus propios Estados, sino que las personas de cada
Estado tengan control sobre él", insiste.
"Un territorio parte de un Estado pertenece al pueblo del Estado como un todo"
El profesor no duda en rebatir los fundamentos sobre los que se basa
el independentismo catalán. "Pero, somos una nación y, por tanto,
tenemos derecho a decidir, ¿no?", le planteamos. "No estoy de acuerdo",
responde. Y añade:
"Sé que hay personas que consideran que se
puede llegar a una conclusión simple desde el compromiso con la
democracia al plantear que los catalanes tienen un derecho a la
secesión. Creo que eso no es verdad. El hecho de que Cataluña sea una
unidad administrativa en España, y que podamos hablar de ciudadanos de
Cataluña, y de que haya procesos democráticos en esa parte de España, no
implica que simplemente se pueda apelar a la democracia y decir: 'Bien,
consigamos una mayoría para votar y decidir a qué país pertenecemos'.
No creo que eso sea democracia".
Buchanan apela a los principios constitcionales de las democracias
occidentales. "En las democracias que funcionan razonablemente bien, hay
ciertas cuestiones que se resuelven por la regla de la mayoría y otras
cuestiones que requieren algo más que una simple mayoría.
Es por eso que
tenemos Constituciones, que son muy difíciles de cambiar, y la decisión
de una parte de un país para convertirse en un país independiente es un
cambio constitucional importante", explica.
Y subraya: "No creo que los cambios constitucionales importantes
puedan ser decididos por mayorías simples en una región, porque eso no
solo le afecta a ellos, sino que afecta a todos los demás.
En un
planteamiento democrático, un territorio que es parte de un Estado
pertenece al pueblo del Estado como un todo, no solo a la gente que
ocupa ese territorio particular. No es una propiedad privada de los que
viven allí. La soberanía popular es la soberanía de todo el pueblo sobre
todo el territorio del Estado".
Es necesario demostrar que hay profundos "agravios" de autogobierno
Buchanan indica que para poder acogerse al "derecho a la secesión" en
la actualidad -que en todo caso sería como "último recurso"- es
necesario que exista una "injusticia" fundada.
Estas injusticias las
divide en cuatro tipos: una anexión forzosa de un Estado soberano;
violaciones sistemáticas de derechos humanos fundamentales; una
redistribución de los recursos de forma discriminatoria, continuada y
grave; o una vulneración por parte del Estado de un régimen autonómico
adecuado para el territorio en cuestión.
Buchanan concluye que ninguna de las dos primeras opciones serían
aplicables al caso de Cataluña. También considera que es "difícil"
demostrar que Cataluña está fiscalmente "discriminada", ya que en todo
Estado del bienestar hay una "redistribución" desde "las zonas ricas a
las más pobres", y también influyen otras cuestiones como las crisis o,
simplemente, "una gestión no eficiente".
En cambio, se muestra más abierto a discutir el cuarto de los
posibles "agravios". "Si es verdad que los catalanes han hecho todo
esfuerzo razonable para negociar de buena fe un nuevo acuerdo
autonómico, y si es verdad que el Gobierno español ha sido inflexible de
forma no razonable, creo que eso fortalece la posición de que Cataluña
tiene un derecho a la independencia", señala.
Propone una "negociación" con una "tercera parte" como mediadora
En cualquier caso, Buchanan reconoce que es complicado determinar si
el grado de autonomía alcanzado por Cataluña es "mucho" o es
insuficiente, y si tanto el Gobierno como la Generalidad han hecho todos
los "esfuerzos razonables" para llegar a un acuerdo.
En todo caso,
apuesta por la "negociación" y propone introducir una "tercera parte"
que ejerza de "mediadora" entre ambos, una suerte de "comité"
internacional. Esa negociación pública permitiría aclarar este punto
ante el mundo. (...)" (Alejandro Tercero, Crónica Global, Viernes, 16 de mayo de 2014)
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