26/11/13

La sociedad vasca ha acabado aceptando que ETA imponga el olvido del pasado

"(...) Hoy, posiblemente se escandalice, como lo han hecho todos los partidos democráticos, incluso los que apostaron por la legalización de la antigua Batasuna, ante las recientes declaraciones de su líder, Azier Arraiz, cuando dice: “reivindicamos lo que fuimos y lo que somos, lo que hicimos y lo que hacemos”. Escandalicémosno de nuevo, pero ya sabíamos que estaba en su naturaleza.

La mayoría de la sociedad vasca, que pervive en esa amable ingenuidad, esperaba, al menos, que el legalizado mundo de Batasuna no intentara ocultar su pasado trágico, pues de su conocimiento y reflexión debe surgir la necesaria catarsis que permitiera disfrutar un futuro en convivencia.

 En este sentido el profesor Ludger Mees, en este diario, el 20 de julio de 2011, bajo el título La digestión del pasado, les demandaba enfrentarse a él: “Bildu no debería rehuir estas preguntas, empezando por la que está en la boca de todos, incluso de muchos de sus votantes: ¿por qué tardaron más de 800 muertos hasta darse cuenta de que el ciclo de la violencia política se había acabado?

 ¿Quién es el responsable de la ‘pedofilia política’ (X. Aierdi) que ha destruido la vida de tantos jóvenes que mataban creyéndose héroes de la patria?”. (...)

Sin embargo, no hay riesgo de que oculten el pasado sino que lo reivindican. (...)

No sólo la sociedad vasca ha acabado aceptando, ni siquiera como un mal menor, que el nacionalismo de ETA impongan el olvido del pasado —previsto por Reyes Mate tras la indiferencia mostrada por la sociedad vasca ante las víctimas del terrorismo—, sino que está asumiendo el discurso legitimador del terrorismo a cambio de tener la fiesta en paz, con tal de que no maten, curiosamente cuando gracias a la eficacia policial ETA está amortajada. 

Aunque hay que comprenderlo, porque el saber popular, prudente y medroso hasta la comprobada cobardía, sabe que con el actual discurso dominante en Euskadi su vuelta estaría ideológicamente avalada, que si no lo hace es porque el dejar de matar, tras el palo policial y la vigilante actitud de la Guardia Civil, le ha dado unos triunfales éxitos electorales.

Cuando un Gobierno negocia con delincuentes políticos, de alguna manera los legitima (...)

Quizás haya sido necesario demasiado espacio para explicar lo que sería obvio en cualquier democracia vecina asentada. 

Pues en un sistema político estable se admite sin más que cuando un Gobierno negocia con delincuentes políticos en mayor o menor medida los legitima, que si esa negociación es pública y duradera les hace, además, propaganda, que si a la negociación invita a observadores gubernamentales extranjeros y a mediadores internacionales —el más conocido experto en un caso tan parecido al de España como la superación del Estado racista sudafricano— acaba por internacionalizar el problema y asimilarlo a situaciones del Tercer Mundo o coloniales, que si se negocian cuestiones políticas de cierta importancia se puede abrir con los delincuentes un proceso constituyente, y que si hay algo que se parezca a un proceso constituyente los terroristas pueden acceder a la amnistía sin demasiado esfuerzo.(...)"             (EDUARDO TEO URIARTE, EL PAIS 26/11/13, en Fundacion para la Libertad)

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