27/11/13

Escocia quiere la independencia pero con la reina y dentro de la libra y la UE

"Una Escocia independiente mantendría la libra británica como moneda, a la reina y seguiría siendo miembro de la Unión Europea pero tendría sus propias fuerzas de defensa y recaudaría sus propios impuestos, ha explicado este martes el ministro principal escocés, Alex Salmond, en el informe que sustenta sus planes independentistas para este territorio, según informa Europa Press.

En el documento, de 670 páginas y que busca convencer a los escoceses de que voten a favor de la independencia en el referéndum del 18 de septiembre del próximo año, Salmond asegura que no será necesario subir los impuestos si Escocia rompe su unión con Inglaterra de 306 años. "Sabemos que tenemos a las personas, las capacidades y los recursos para hacer a Escocia un país más exitoso", ha defendido Salmond.

El ministro principal, líder del Partido Nacional Escocés (SNP), ha dejado claro que los impuestos escoceses no se gastarán en programas nucleares y que los misiles nucleares de Reino Unido serán retirados de Escocia. (...)"     (InfoLibre, 26/11/2013)


" (...) Cosas muy concretas. Algunas nuevas, como 30 horas semanales de atención infantil para los niños de tres y cuatro años y para los niños más vulnerables de dos años. 

Otras ya anunciadas en el pasado, como la supresión de la llamada “tasa dormitorio” que reduce las ayudas a las familias en cuyo hogar haya una habitación desocupada; actualización de ciertas ayudas fiscales en línea con la inflación; una “triple salvaguardia” para el sistema de pensiones; un salario mínimo indizado al coste de la vida; o la desnuclearización de Escocia a lo largo de la primera legislatura de la independencia.

El SNP intenta así contrarrestar el alarmismo que genera entre los escoceses los estudios que denuncian que la independencia crearía un agujero fiscal de entre el 1,9 y el 6% del PIB, las advertencias de Londres de que no compartirá la libra con una Escocia independiente o la cuestión de la pertenencia a la UE.

El SNP intenta hacer calar la idea de que lo que importa es el pragmatismo. Y eso significa que, si gana la independencia, Londres nunca se opondrá a que Edimburgo siga en la libra porque es su segundo mercado exportador y le interesa tanto como a la propia Escocia. Y por eso el Libro Blanco sostiene también que Escocia seguirá en la UE o que no habrá controles fronterizos entre ambos países.

En concreto, el texto subraya que no hay precedentes para establecer qué ocurre cuando “a través de un proceso constitucional consensuado y legal, la opinión mayoritaria y democrática en parte de un territorio es que se debe convertir en un país independiente”.

Su conclusión es que en ese caso no se puede aplicar el artículo 49 del Tratado de la Unión Europea que rige en la adhesión de nuevos socios “porque Escocia ingresó en la UE en 1973”. Y defiende que en su caso se ha de aplicar el artículo 48 “que permite modificar el tratado de común acuerdo con los socios”.

Los independentistas escoceses admiten que eso requiere la aprobación de todos los demás socios, uno a uno. Lo que en realidad temen no es un veto, sino que Escocia tenga que abandonar la UE y negociar luego su reingreso porque generaría incertidumbre y les obligaría a renegociar las salvaguardias que ahora tiene Reino Unido, en particular sobre el euro y los controles fronterizos.

El Libro Blanco sostiene que Escocia mantendría “la zona común de viaje que ha existido desde 1920 y que actualmente garantiza la libre circulación entre Reino Unido, la República de Irlanda, la isla de Man y las islas del Canal”. Es decir, no habría que enseñar el pasaporte para cruzar la frontera entre Inglaterra y Escocia.

Y también sostiene que Escocia mantendría una unión monetaria con el resto de Reino Unido, compartiendo la libra esterlina y manteniendo al Banco de Inglaterra como prestatario de último resorte.

Esta es una de las cuestiones más delicadas. No solo porque Londres dice que eso es “muy, muy difícil”, sino porque dentro del propio independentismo hay visiones contrapuestas y hay un sector que defiende que Escocia debería tener su propia moneda.

Salmond cree que la dureza verbal de Londres es meramente táctica, para crear miedo y fomentar el voto unionista. Pero está convencido de que en esto, como en otras cuestiones que dependen de un acuerdo entre las dos partes, ese acuerdo llegará, y de forma rápida, si gana el voto a favor de la independencia.

 ¿Por qué? Porque los acuerdos de octubre de 2012 que dieron luz verde al referéndum establecen que ambas partes aceptarán su resultado y trabajarán de buena fe para aplicarlo. (...)

Por encima de todo, la opción de presentar la independencia como un camino lleno de oportunidades pero sin riesgos intenta superar la realidad de que las encuestas reflejan que los votantes se identifican mucho con Escocia pero mucho menos con la independencia. (...)"              (El País, 26/11/2013)

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