" ¿Por qué buena parte de la izquierda y el sindicalismo -a los textos,
declaraciones y hechos me remito- juegan la carta del localismo
nacionalista en detrimento del universalismo internacionalista? ¿Dónde
está la crítica de ese nacionalismo considerado como expresión de los
intereses de la clase dominante?
¿Acaso no afirmaban ayer que el
nacionalismo era una manifestación de chauvinismo? Ese valor fundamental
-entre otros- de la izquierda y el sindicalismo que es la igualdad
entre las personas y los territorios, ¿se puede defender bajo la bandera
del nacionalismo? ¿Han sucumbido ya a la sentimentalidad y el populismo
nacionalistas en perjuicio de la racionalidad? ¿Qué se ha hecho de la
vieja proclama según la cual los obreros no tenían patria? (...)
Una última pregunta. De hecho, la pregunta: ¿Por qué en Cataluña la
izquierda -una parte de ella, por mejor decir- y el sindicalismo
comulgan e impulsan determinados postulados del credo nacionalista?
Primera hipótesis: temor a manifestar lo contrario a lo establecido por
el pensamiento único nacionalista dominante.
Segunda hipótesis: hay que
agradar a determinados oídos no sea que piensen mal de nosotros. Tercera
hipótesis: seguidismo y oportunismo políticos por lo que pueda suceder.
Cuarta hipótesis: obtención de determinados ventajas de índole diversa
en el supuesto de que el proceso secesionista tuviera éxito.
¿Qué
hipótesis? Probablemente -cosa que ocurre desde hace tiempo-, una
combinación de las cuatro. Y el caso es que los ciudadanos catalanes se
merecen una izquierda y un sindicalismo que huyan -propuestas, lenguaje,
acciones- de los intereses, la teología y las obsesiones nacionalistas." (Miquel Porta Perales, Crónica Global, Sábado, 23 de noviembre de 2013)
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