"(...) Añado otras razones y reflexiones complementarias. No son de
nuestra tradición [1]. Se ubican entre nuestros adversarios políticos:
“No es mi proyecto [la independencia, la separación de España], ni era
el de la mayoría de catalanes ni de Convergència. Ahora es el proyecto
de muchos, aunque todavía no sabemos si son mayoría. En cualquier caso,
yo me refería a que son los únicos, aún no sabemos si miles o millones,
que se levantan cada mañana esperando liberar a su pueblo, entre
comillas, y que tienen un ideal político por el que vale la pena luchar.
Y me parece un drama que no haya otro ideal para contrarrestarlo.
Tenemos un país desértico. Ahora mismo, no conozco absolutamente a nadie
en España que luche por la igualdad social como lo hace un
independentista por la independencia.”
Pasemos por alto la obvia
injusticia (acaso el desconocimiento) de las últimas afirmaciones. No
es nuclear para nuestro asunto. Las miradas de clase son las miradas de
clase.
“Ahora bien algunos venden que tras la
independencia vendrá un bienestar social. Es un acto de fe. Cada vez
sucede más que hablando con personas independentistas se producen
diálogos propios de la religión. No creo que por el simple hecho de
tener un presidente de un Estado catalán desaparezcan la corrupción, el
hambre, las injusticias sociales...”
Si ese presidente de un
Estado catalán es, además, amigo de corruptos y especies afines la duda
parece más que consistente. La apelación a sentimientos próximos a la fe
no es descabellada.
“Además, muchos de los que hablan de
independencia no se han planteado el coste económico. Los que creen que
el Estado propio significará que todo nuestro dinero nos lo gastaremos
en trenes, autopistas, en aeropuertos más competitivos... no se dan
cuenta de que también tendremos que pagar nuestro ejército, la lucha
contra la droga, el control de la inmigración ilegal, la protección de
nuestras fronteras y tantas otras cosas que ahora mismo nos pagan otros.
Por lo tanto, pienso que existe un debate ficticio que nunca se ha
abordado con seriedad... Si somos independientes tendremos estos costes y
deberemos renunciar a ciertas cosas. Aquí parece aquello de Francesc
Pujols: "Llegará un día en que los catalanes, por el simple hecho de
serlo, iremos por el mundo y lo tendremos todo pagado".”
Exagera en los compases finales, sin duda, pero se entiende la idea: no
hay cálculos apenas, no hay documentos que recojan estudios. Partiendo,
como se parte aquí, de una mirada economicista: costes y beneficios, sin
entrar en otras consideraciones.
“En una rueda de
prensa le preguntaron a Mas qué harían con la cuestión de la defensa y
respondió que ya contratarían a alguien. ¿Tendremos un ejército de
mercenarios?”.
Parece imposible una respuesta así del president
de la Generalitat. Pero no es una exageración. De eso se ha hablado. O
de un ejército de otro país, de Francia por ejemplo, que, bien
remunerado, defendiera a Cataluña. ¿Valdría también el Ejército español?
“Están engañando a la gente aquellos que juegan diciendo que si somos
independientes recuperaremos nuestro déficit fiscal, seremos ricos y
pagaremos nuestras deudas. Me parece de una irresponsabilidad y de una
frivolidad muy incómodas. Vuelvo al ejemplo de Escocia. Los escoceses
han ido a Bruselas, se han sentado y han dicho esto lo podemos hacer,
esto no, esto lo pactaremos con los ingleses. Aquí sólo por plantear
estas cuestiones ya te miran como si estuvieras chiflado. Los líderes
políticos catalanes atacan hipócritamente a España, cuando todos
formamos parte de ella. Nos engañamos si creemos que todo eso lo haremos
solos y no nos costará ni un duro.”
No es imposible que la visión que se da de los líderes independentistas escoceses no sea una pelín exagerada. (...)
“Creo que el Gobierno central se equivoca profundamente.
Primero por una razón: todo lo que está pasando en Cataluña tiene un
profundo componente emocional. En Cataluña, a lo largo de la historia,
siempre nos hemos movido en el ámbito emocional. Para mi gusto
demasiado. Falta un elemento racional, pero, en cualquier caso, el
elemento emocional pesa mucho. Esto se puede leer a la inversa. El
independentismo catalán no desaparecería con una reacción emocional por
parte de España, pero cambiaría sustancialmente el estado de ánimo de
muchos catalanes. Sin cambiar ninguna ley, sin modificar la
Constitución, sólo con el cambio de tono, de formas y de políticas. No
bajaría el suflé del todo, pero claramente cambiaríamos el estado de
tensión y absoluta crispación que hay ahora.”
Una arista poco
destacada: el componente emocional del proceso que la España
conservadora (con alguna excepción: Agurre por ejemplo) no acaba de
entender.
“Desde el punto de vista del Estado, el primer gran
error es atrincherarse en una posición puramente legalista sin hacer
ningún esfuerzo ni tan siquiera de aproximación o comprensión. Por otra
parte, todo el discurso de la independencia se hace desde la ficción de
separar Cataluña de España como si quedara un Estado igual. Y eso es
falso. Porque si a España le sacas el 25% de sus exportaciones, el 18%
de su población y otra serie de elementos, la haces más pequeña dentro
de la UE. Le sacamos votos en el Consejo, le sacamos diputados en el
Parlamento Europeo, le restamos peso en el FMI. La debilitamos. O sea
que España saldría más pequeña, más débil y más pobre. Por lo tanto, no
le estamos exigiendo a España que libere Cataluña de la supuesta
opresión, sino que le pedimos que se haga el harakiri. Es muy gordo y lo
hacemos con cara alegre y cogiéndonos todos de las manos. No nos damos
cuenta de que este teórico derecho a la libertad empobrece al otro.”
Algunos sectores independentistas se dan cuenta perfectamente. No les importa un higo. (...)
Pero dicho esto, efectivamente, en Cataluña se está construyendo un
esquema que tampoco es cierto. Como si fuéramos Puerto Rico y
estuviéramos a punto de entrar en la etapa de la emancipación
iberoamericana. A veces leo unas cosas... Somos un territorio ocupado.
¡Pero, oiga, qué me está usted contando! En eso, sin embargo, tampoco
somos originales. Muchas de las naciones europeas están basadas en
mentiras históricas. La historiografía se falsea para construir ideales
colectivos.”
Nada que objetar. El punto, mirado como se quiera mirar, es muy pero que muy importante.
“Me parece una falsedad total afirmar que esto nace por generación
espontánea. Ya me pareció de un gran nivel de hipocresía por parte de
algunos miembros del Gobierno de la Generalidad, que, después de haber
animado, de haber puesto todos los medios a través del partido para que
la manifestación del 11 de septiembre de 2012 fuera un éxito enorme,
salieran para decir que la calle les imponía una dirección política
determinada. No, oiga, la calle la ha movilizado usted. Y de ahí el
papel de TV3 y de medios privados, algunos de los cuales por el hecho de
recibir financiación pública anima a debatir su papel. Además, me
parece especialmente falsificador e irresponsable por parte de los
medios de comunicación públicos la conversión de opiniones minoritarias
en la voz de España. Aquí se coge un artículo de un chiflado de Libertad
Digital, que es una publicación on-line con un peso ridículo, y se
glosa como si fuera el editorial de The New York Times o la
opinión de la España institucional. En estos momentos, vivimos en un
país en el que la información está muy cerca de la propaganda política
orquestada.”
De nuevo, acierto pleno. Tal como es.
“Ahora mismo, gracias a la ciudadanía, la división es completamente
pacífica. Estamos en un momento que no lleva a la violencia. Vamos
hacia una situación que puede llevarnos a la tensión. Si uno cree de
verdad que su país está esclavizado, que tiene cadenas que quitarse, que
le están negando el pan a sus hijos, que está colonizado, que le
explotan y roban, que está en una situación de opresión que se puede
comparar a los EEUU de antes de la marcha de Martin Luther King, si
alguien llega a creerse todo eso, lo normal es revolverse a bofetadas.
De hecho, si yo me creyera la mitad de lo que leo, que Cataluña es
prisionera, que no tenemos libertad y que está en peligro el futuro de
mis hijos, sería el primero en salir a la calle con o sin armas. Pues
llegará un momento en que alguien se tomará en serio este discurso y
sacará las conclusiones naturales. Por cierto, eso de que los catalanes
somos pacíficos, la historia lo pone en duda. El anarquismo nace aquí. Y
la Guerra Civil en Cataluña tuvo momentos muy cruentos. Todos aquellos
que dicen que los catalanes somos pacíficos por naturaleza deberían
hacérselo mirar”.
El autor, luego se verá por qué, mira el
anarquismo con ojos poco afables y habla más que parcialmente de los
momentos cruentos de la Guerra Civil. No es revolucionario quien habla.
“La
izquierda, particularmente el PSC, ha abandonado su papel y ha hecho
una actuación que pesará históricamente, pues se lo llevará el viento.
Por incoherencia y por haber dicho cosas en las que no creía. No creo
que el presidente autonómico Montilla se creyera la mitad de las cosas
que hizo. Puedes ganar o perder unas elecciones, pero nunca vencerás si
dices cosas en las que no crees. Y Montilla lo hizo para mantener la
unidad del partido. En ese momento tal vez tapó heridas, pero ha
provocado que ahora mismo el PSC esté en descomposición.
Desgraciadamente, los socialistas catalanes no tienen proyecto… “Para
mí, el nacionalismo consiste en reconocer que Cataluña es una nación y
que tiene derecho a decidir. Otra cosa es que convenga ejercer dicho
derecho y que asumamos las consecuencias.”
“Convenga ejercer el
derecho” es expresión del autor. La referencia a la izquierda, su
concepto de izquierda, es, como se observa, absolutamente generoso e
inexacto.
Ya está. ¿Y de quien son estos argumentos, estas
reflexiones? ¿Mías? No, por supuesto que no. Son fragmentos de una
entrevista de Jordi Bernal a Ignasi Guardans.
¿Ignasi
Guardans? ¿Y quién es IG? Ignasi Guardans i Cambó (Barcelona, 1964) fue
diputado autonómico de CiU y eurodiputado si no ando errado. Durante un
tiempo se ocupó de la Dirección General de Cinematografía cuando Ángeles
González-Sinde era ministra de Cultura de un gobierno PSOE.
Abandonó,
no sin fricciones, Convergència, y, punto destacable, es nieto (que no
renuncia al legado familiar) de Francesc Cambó, del mismísimo Cambó que
apoyó el golpe militar de 1936, el mismo político y empresario que tiene
una estatua a él dedicada al lado de Caixabnak y cerca del centro de
tortura fascista de Barcelona y a unos 200 metros de una avenida que
lleva su nombre. En el centro de la ciudad, al lado de la catedral
barcelonesa." (Salvador López Arnal, Rebelión, 25/09/2013)
1 comentario:
Un poco de información y opinión desde "el otro lado".
http://www.elclauer.cat/canvi_idioma/es.html
http://wilson.cat/es/
Saludos!
Publicar un comentario