"Bienaventurados los que pagan impuestos por que tienen ingresos y más
dichosos aún aquellos que más pagan, porque afortunados ellos, también
ingresaron más. Presentar la balanza fiscal a palo seco como ha hecho
nuestra Generalitat, escamoteando cómo y dónde se producen esos
ingresos, esos que luego dan lugar al hecho impositivo, supone ignorar
lo fundamental: no ha lugar para una balanza fiscal si primero
no existe una balanza comercial.
Y esa balanza comercial es precisamente
lo que el señor Mas y su partido están poniendo en peligro.Ningún
empresario en su sano juicio arriesga frívolamente las relaciones con
un cliente como España, que supone el 47 por ciento de sus exportaciones
en bienes. Sólo un político podría descolgarse con semejante disparate.
Y continuando por la senda del despropósito, mucho menos cuando el
saldo del comercio con el resto de España arroja un saldo positivo
(exportaciones menos importaciones) de 23.424 millones que compensa con
creces el saldo deficitario por valor de -15.325 millones del comercio
catalán con el resto del mundo.
Es decir, Cataluña sólo logra
financiar sus Audis oficiales y otras importaciones de menor jerarquía
gracias al superávit que obtiene en sus intercambios con el resto de esa
denostada España.
Y nosotros, los catalanes, deberíamos tener bien presente que ese
saldo positivo con el resto del territorio y una buena parte de las
exportaciones al resto del mundo se deben en buena parte a que un número
importante de multinacionales abastecen desde Cataluña el mercado
nacional y contribuyen con la parte del león a las exportaciones que
Cataluña se atribuye.
No disponemos, desgraciadamente, de una tecnología propia potente que
exporte; exporta Seat, Nissan, Nestlé, Hewlett- Packard, Basf, Bayer,
todas ellas multinacionales que han encontrado en Cataluña una buena
base logística y mano de obra cualificada para instalarse, pero que no
están ancladas ni comprometidas con un lugar en particular, máximo
cuando no hay garantías de futuro respecto al ámbito aduanero y
financiero en que tendrán que desenvolverse.
El futuro a medio plazo no se presenta brillante, ni a nivel europeo
ni mundial. China se enfrenta a un cambio de modelo económico de
crecimiento, Estados Unidos arrastra un déficit crónico del 100 por
ciento de su PIB, que se verá obligado a monetizar; la Unión Europea
está en recesión y su cabeza tractora, Alemania, comienza a acusar los
efectos de la crisis, lo cual no es de extrañar cuando consideramos que
el 50 por ciento de sus exportaciones tienen como destino Europa.
Plantear la secesión en los tiempos que corren es un delirio y
pretender que una caída de las ventas en España puede ser sustituida por
un aumento de las exportaciones a Europa son ensueños de
omnipotencia propia de mentes adolescentes.
Las exportaciones catalanas a
Alemania, según Intereg, suponen 4.651 millones de euros, mientras las
ventas a Andalucía ascienden a 7.771 millones; las ventas a Murcia
superan el total de las exportaciones catalanas a Estados Unidos.
El
molt honorable president de la Generalitat sería despedido sin
contemplaciones de la empresa privada si acudiera a un consejo de
dirección con semejantes planteamientos.
¿Quién financiaría una
operación tan descabellada, que sueña con pájaros volando en vez de
cuidar aquel que tiene en mano? ¿Qué fondo de inversión o de pensiones
se arriesgará a comprar nuestra deuda pública?
Si una caída del 3,13 por ciento del PIB catalán (según Idescat desde
el inicio de la crisis en 2008 hasta diciembre de 2011) ha
desencadenado la miseria de paro y recortes en los servicios públicos
que ha dejado a la sanidad y educación en mínimos, podemos imaginar la
tragedia que para nuestro PIB supondría una pérdida adicional de
mercados interiores y exteriores en la eventualidad de una secesión.
No nos engañemos; los productos netamente catalanes no son
irremplazables; esa demanda puede ser fácilmente cubierta desde otros
mercados vecinos.
De lo que sí podemos estar seguros es que una
más que probable caída adicional del 5 por ciento de nuestro PIB sería
demoledora para los restos de ese estado de bienestar, que tan poco
parece preocuparle a quien se embarca en luchar contra industriosos
molinos manchegos, que algunos en su desvarío transmutan en amenazantes
gigantes que “chillan y dan patadas”.
Quizás como Don Quijote nuestros dirigentes tengan sorbido el seso por libros de caballerías y otros embelecos,
pero nosotros los catalanes de a pie necesitamos ejercer la cordura de
Sancho. Nos va en ello nuestro presente y nuestro futuro.
“Si llegamos a la conclusión de que es absolutamente imposible ser
independiente dentro de la Unión Europea, entonces repensaríamos nuestra
estrategia” nos dice el molt honorable. A bones hores, señor Mas.
Somos
los ciudadanos de Cataluña los que el 25 de noviembre deberíamos tomar
ejemplo y repensar fríamente a qué manos hemos confiado el Gobierno de
nuestra comunidad; de la nostra estimada Catalunya." (Ignacio Nart / Analista Financiero, EL ECONOMISTA 10/11/12, en Fundación para la Libertad, 10/11/2012)
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