24/10/12

Con la independencia, el PIB catalán caería un 9%, y el del resto de España, un 2%. Sin boicots de ningún tipo. Con boicots, a todo pasto... no te cuento

"En este artículo presento algunos resultados de un proyecto de investigación en curso (junto a David Comerford y Nicholas Myers) que creo que pueden ser de interés a la vista de la posibilidad real de una cercana independencia de Cataluña.(...)

 Una versión preliminar puede encontrarse aquí. (...)

Sabemos que Cataluña tiene un “déficit fiscal” que el año 2009 estaba entre el 5.8 y el 8.4 % del PIB catalán, según las cifras publicadas por la Generalitat. Sorprendentemente, estos números raramente se ponen en contexto. 

No sabemos si son altos o bajos comparados con otras regiones relativamente ricas en países de nuestro entorno (aunque el artículo de Ángel de la Fuente de hace unos días citado en este blog sugiere que no es excepcional), ni qué es razonable esperar en un estado del bienestar redistributivo con diferencias geográficas en la distribución de la renta.

En todo caso, su existencia y su extensión en el tiempo se han convertido en motivo de agravio en los ojos de una buena parte del electorado catalán. El “expolio” fiscal se ha convertido en un argumento vindicativo de la independencia. No es exagerado decir que se ha convertido en el eje central de la argumentación proindependencia. Incluso más allá de lo puramente identitario.  (...)

Yo soy incapaz de decir quién se va a enfadar, o cuánto. De lo que sí que me veo capaz es de hacer un ejercicio comparativo asumiendo que nadie se enfada. Nos indica que la independencia, aún sin cabreos, conllevaría cambios y costes. Es lo que tiene poner fronteras.
No todo el mundo comercia con todo el mundo con la misma facilidad. (...)

Es razonable esperar que si dos economías comparten un estado tiendan a compartir experiencias comunes. Gustos y regulación se hacen similares, y el comercio entre ellas fluye más. Si por el contrario, y debido a los motivos que sea, se decide concertada o unilateralmente que se conviertan en dos estados distintos, es previsible que diverjan.

 Que el conjunto de experiencias comunes disminuya, y con él la facilidad para interrelacionarse económicamente con el otro lado. Todo esto sin que haya animadversiones, ni boicots, ni nada parecido. El simple devenir de relaciones entre estados cercanos. (...)

 Portugal es el país más cercano a España, en el sentido de ser con quien comerciamos relativamente más. Esto lo podemos ver con una simple “gravity equation” que explica el comercio entre dos economías a través de su tamaño relativo. El gráfico es una regresión del comercio de España con todos los países de la UE en función de su PIB.

Portugal es el más alejado del valor que una regresión predeciría. Somos mejores amigos, incluso nos votamos mutuamente en Eurovisión. Según wikipedia el país del que España ha recibido más puntos acumulados históricamente es Portugal, que es el segundo país en recibir más puntos de España (el primero es Andorra). Así pues, portugueses y españoles nos votamos mucho, nos queremos mucho y comerciamos muchísimo.


Y sin embargo, si ponemos el valor esperado de Cataluña en la regresión resulta que comercia con España incluso más. La siguiente tabla resume por un lado el comercio España-Portugal, y por el otro el de Cataluña con el resto de España (rdE).



 El numerador es siempre exportaciones más importaciones con España. El denominador en cada fila es respectivamente (1) el PIB conjunto, (2) el PIB de Portugal o Cataluña, y (3) las exportaciones al resto del mundo. Salta a la vista que por mucho que Portugal y España se quieran mucho y sean muy buenos socios comerciales, Cataluña y el resto de España son socios mucho más cercanos. 

Al menos desde el punto de vista comercial; desde un enfoque amoroso no quiero juzgar, porque tanto amor no parece buen predictor de un divorcio.


No somos los únicos que nos hemos dado cuenta de esta diferencia. Pankaj Ghemawat se ha referido a esto en un par de artículos de prensa, y uno de ellos causó un cierto revuelo en este blog. Nuestra contribución principal es ponerlo en el contexto de un modelo estructural que nos permite hacer un análisis cuantitativo. 

No sólo podemos decir que Cataluña y España se aman locamente, también podemos ver qué pasaría si se quisieran muchísimo, pero un poco menos que ahora. Tanto como se quieren España y Portugal. Esto es, tanto como se quieren dos vecinos normales de la Unión Europea que se quieren mucho y se votan en Eurovisión.

Fíjese que no estamos midiendo un “boicot” a los productos catalanes (debido a que tras la independencia la simpatía por lo catalán en “España” se prevé escasa). Hablamos de algo más a largo plazo. De lo que pasa cuando los lazos culturales se diluyen, cuando las regulaciones cambian y cuando las relaciones personales se hacen infrecuentes. 

¿Cuánto?, pues como las que tiene con España el mejor amigo de España. Quien más similitudes culturales tiene, con una población que entiende muy bien el castellano y ve con asiduidad televisión española: Portugal."            (Nada es gratis, 12/10/2012, José V. Rodríguez Mora)

 " El ejercicio que vamos a hacer es pues:

1. Calibrar en un modelo estructural la distancia entre Cataluña y el resto de España.
2. Calibrar entonces la distancia entre Portugal y España.
3. Sustituir la distancia de Cataluña con el resto de España por la que tiene Portugal con 

España; y mirar lo que les pasaría a ambos en esta economía virtual.
El modelo que usamos es el de Hopenhayn-Melitz, que es el estándar de economía internacional para comercio entre países similares. En este contexto hay dos motivos por los que el comercio mejora el bienestar.

 Porque tiene (como en el modelo de Krugman) economías de escala a través del gusto por la variedad. Segundo, y más interesante, porque disminuyendo la distancia entre dos economías aumenta efectivamente la competencia entre las empresas y, consiguientemente, la productividad. (...)

Quien desee mirar los pormenores del ejercicio ruego que se dirija al artículo (que está aún en versión preliminar, pero que espero que sea comprensible). A continuación expongo los resultados más relevantes.

Suponemos un universo con tres economías de diferente tamaño, Cataluña, resto de España (rdE) y resto del mundo. Hay cuatro parámetros que calibramos en el modelo: las distancias entre Cataluña y el rdE entre ellas y con el resto del mundo, y una medida de la productividad relativa de los trabajadores en Cataluña y rdE. 

Los otros parámetros o bien no necesitamos calcularlos (porque afectan multiplicativamente a todas las variables de interés) o bien conocemos su valor por trabajos anteriores de la literatura. Realizamos entonces nuestro ejercicio.

1. La distancia entre Cataluña y el resto de España es 1:45, que sólo significa algo en relación al modelo. Cabe remarcar que la calibración parece bastante robusta, y que el modelo captura bastante bien aspectos importantes de la distribución de empresas que no son targets de la calibración.

2. Cuando calibramos el modelo con los datos de Portugal y España, la distancia que obtenemos es 2:35; que es un número sustancialmente mayor aunque en sí nos dice poco.

3. La siguiente tabla nos traduce lo que implicaría para Cataluña (referida como j) y el resto de España (referida como h) si la distancia pasara de la que les estimamos (1:45) a la que estimamos que tiene Portugal con España (2:35), pero dejando todas las otras características de Cataluña y el resto de España inmutables.


 El modelo predice una caída del PIB conjunto (Yh + Yj) del 3.3%. El PIB catalán (un 20% del total) cae casi un 9%, el resto de España sólo un 2% debido a que siendo mucho más grande la nueva frontera le afecta menos.

Nótese que Cataluña se abriría al resto del mundo, y se cerraría a España: el grado de apertura con el resto del mundo sube un casi un 13.5% del PIB (fila 4), mientras que con el resto de España cae casi la mitad del PIB catalán (fila 3).

 Todo esto se debe a que el nivel de productividad necesario para exportar con éxito a España sube una barbaridad (casi un 80%, fila 6) debido a que España está, efectivamente, más lejos.

Las empresas que exportan a España (las mejores) exportan menos, luego la demanda de trabajo disminuye y con ella los salarios. Esta caída salarial ayuda a las que venden sólo en el mercado catalán. 

Por eso surgen empresas para el mercado local de productividad muy baja: la productividad mínima de una empresa local (el botiguer) en Cataluña disminuye casi un 12% (fila 5).

Por otro lado la caída de los salarios ayuda a abrirse al resto del Mundo. Esta distancia no ha cambiado, y menores salarios mejoran la “competitividad” (fila 7). Se vende más al exterior, pero no porque los productos de uno estén mejor valorados sino porque la caída salarial permite vender a precios más bajos.

Resumiendo. Consideramos los efectos comerciales de que Cataluña tuviese la misma relación con “España” que ésta tiene con Portugal. No hay boicots, Cataluña pertenece a la UE y todo sigue igual excepto que hay una frontera, aunque es la más difusa de las observadas. Suponemos que Cataluña y “España” son amics per sempre.

En tal caso la renta generada en el conjunto de lo que a día de hoy es España caería un 3.3% y desproporcionadamente en Cataluña (casi un 9%). Éste es el valor de mantener la frontera actual en vez de la de dos países que se votan en Eurovisión.

Cuánto acabaría pagando Cataluña depende de cuánto ahorrase fiscalmente, del “expolio”. Dado que al parecer el sujeto políticamente relevante es Cataluña (y sólo indirectamente el resto de España), es interesante observar que Cataluña tendría una pérdida neta de bienestar con cualquier hipótesis razonable acerca del ahorro fiscal que conllevase la independencia.

Imaginemos que es usted un votante catalán a quien no le parece descabellado pensar que la relación entre Cataluña y España acabaría no siendo muy distinta de la que hay entre España y Portugal. Hemos aprendido que usted no debería votar por la independencia en la esperanza de ganar dinero. 

Es posible que la desee, pero por otros (seguro que muy dignos) motivos. Si es así, no diga que quiere la independencia para ganar dinero; diga que el coste de la independencia es menor de lo que está usted dispuesto a pagar por no ser español."          (Nada es gratis, 12/10/2012, José V. Rodríguez Mora)

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