"En este artículo presento algunos resultados de un proyecto de
investigación en curso (junto a David Comerford y Nicholas Myers) que
creo que pueden ser de interés a la vista de la posibilidad real de una
cercana independencia de Cataluña.(...)
Una versión preliminar puede encontrarse aquí. (...)
Sabemos que Cataluña tiene un “déficit fiscal” que el año 2009 estaba
entre el 5.8 y el 8.4 % del PIB catalán, según las cifras publicadas
por la Generalitat. Sorprendentemente, estos números raramente se ponen
en contexto.
No sabemos si son altos o bajos comparados con otras
regiones relativamente ricas en países de nuestro entorno (aunque el artículo
de Ángel de la Fuente de hace unos días citado en este blog sugiere que
no es excepcional), ni qué es razonable esperar en un estado del
bienestar redistributivo con diferencias geográficas en la distribución
de la renta.
En todo caso, su existencia y su extensión en el tiempo se han
convertido en motivo de agravio en los ojos de una buena parte del
electorado catalán. El “expolio” fiscal se ha convertido en un argumento
vindicativo de la independencia. No es exagerado decir que se ha
convertido en el eje central de la argumentación proindependencia.
Incluso más allá de lo puramente identitario. (...)
Yo soy incapaz de decir quién se va a enfadar, o cuánto. De lo que sí
que me veo capaz es de hacer un ejercicio comparativo asumiendo que
nadie se enfada. Nos indica que la independencia, aún sin cabreos,
conllevaría cambios y costes. Es lo que tiene poner fronteras.
No todo el mundo comercia con todo el mundo con la misma facilidad. (...)
Es razonable esperar que si dos economías comparten un estado tiendan a
compartir experiencias comunes. Gustos y regulación se hacen similares, y
el comercio entre ellas fluye más. Si por el contrario, y debido a los
motivos que sea, se decide concertada o unilateralmente que se
conviertan en dos estados distintos, es previsible que diverjan.
Que el
conjunto de experiencias comunes disminuya, y con él la facilidad para
interrelacionarse económicamente con el otro lado. Todo esto sin que
haya animadversiones, ni boicots, ni nada parecido. El simple devenir de
relaciones entre estados cercanos. (...)
Portugal es el país más cercano a España, en el sentido de ser con quien
comerciamos relativamente más. Esto lo podemos ver con una simple
“gravity equation” que explica el comercio entre dos economías a través
de su tamaño relativo. El gráfico es una regresión del comercio de
España con todos los países de la UE en función de su PIB.
Portugal es
el más alejado del valor que una regresión predeciría. Somos mejores
amigos, incluso nos votamos mutuamente en Eurovisión. Según wikipedia el
país del que España ha recibido más puntos acumulados históricamente es
Portugal, que es el segundo país en recibir más puntos de España (el
primero es Andorra). Así pues, portugueses y españoles nos votamos
mucho, nos queremos mucho y comerciamos muchísimo.
Y sin embargo, si ponemos el valor esperado de Cataluña en la regresión
resulta que comercia con España incluso más. La siguiente tabla resume
por un lado el comercio España-Portugal, y por el otro el de Cataluña
con el resto de España (rdE).
El numerador es siempre exportaciones más importaciones con España.
El denominador en cada fila es respectivamente (1) el PIB conjunto, (2)
el PIB de Portugal o Cataluña, y (3) las exportaciones al resto del
mundo. Salta a la vista que por mucho que Portugal y España se quieran
mucho y sean muy buenos socios comerciales, Cataluña y el resto de
España son socios mucho más cercanos.
Al menos desde el punto de vista
comercial; desde un enfoque amoroso no quiero juzgar, porque tanto amor
no parece buen predictor de un divorcio.
No somos los únicos que nos hemos dado cuenta de esta diferencia.
Pankaj Ghemawat se ha referido a esto en un par de artículos de prensa, y
uno de ellos
causó un cierto revuelo en este blog. Nuestra contribución principal es
ponerlo en el contexto de un modelo estructural que nos permite hacer un
análisis cuantitativo.
No sólo podemos decir que Cataluña y España se
aman locamente, también podemos ver qué pasaría si se quisieran
muchísimo, pero un poco menos que ahora. Tanto como se quieren España y
Portugal. Esto es, tanto como se quieren dos vecinos normales de la
Unión Europea que se quieren mucho y se votan en Eurovisión.
Fíjese que no estamos midiendo un “boicot” a los productos catalanes
(debido a que tras la independencia la simpatía por lo catalán en
“España” se prevé escasa). Hablamos de algo más a largo plazo. De lo que
pasa cuando los lazos culturales se diluyen, cuando las regulaciones
cambian y cuando las relaciones personales se hacen infrecuentes.
¿Cuánto?, pues como las que tiene con España el mejor amigo de España. Quien más similitudes culturales tiene, con una población que entiende
muy bien el castellano y ve con asiduidad televisión española: Portugal." (Nada es gratis, 12/10/2012, José V. Rodríguez Mora)
" El ejercicio que vamos a hacer es pues:
1. Calibrar en un modelo estructural la distancia entre Cataluña y el resto de España.
2. Calibrar entonces la distancia entre Portugal y España.
3. Sustituir la distancia de Cataluña con el resto de España por la
que tiene Portugal con
España; y mirar lo que les pasaría a ambos en
esta economía virtual.
El modelo que usamos es el de Hopenhayn-Melitz, que es el estándar de
economía internacional para comercio entre países similares. En este
contexto hay dos motivos por los que el comercio mejora el bienestar.
Porque tiene (como en el modelo de Krugman) economías de escala a través
del gusto por la variedad. Segundo, y más interesante, porque
disminuyendo la distancia entre dos economías aumenta efectivamente la
competencia entre las empresas y, consiguientemente, la productividad. (...)
Quien desee mirar los pormenores del ejercicio ruego que se dirija al artículo
(que está aún en versión preliminar, pero que espero que sea
comprensible). A continuación expongo los resultados más relevantes.
Suponemos un universo con tres economías de diferente tamaño,
Cataluña, resto de España (rdE) y resto del mundo. Hay cuatro parámetros
que calibramos en el modelo: las distancias entre Cataluña y el rdE
entre ellas y con el resto del mundo, y una medida de la productividad
relativa de los trabajadores en Cataluña y rdE.
Los otros parámetros o
bien no necesitamos calcularlos (porque afectan multiplicativamente a
todas las variables de interés) o bien conocemos su valor por trabajos
anteriores de la literatura. Realizamos entonces nuestro ejercicio.
1. La distancia entre Cataluña y el resto de España es 1:45, que sólo
significa algo en relación al modelo. Cabe remarcar que la calibración
parece bastante robusta, y que el modelo captura bastante bien aspectos
importantes de la distribución de empresas que no son targets de la
calibración.
2. Cuando calibramos el modelo con los datos de Portugal y España, la
distancia que obtenemos es 2:35; que es un número sustancialmente mayor
aunque en sí nos dice poco.
3. La siguiente tabla nos traduce lo que implicaría para Cataluña
(referida como j) y el resto de España (referida como h) si la distancia
pasara de la que les estimamos (1:45) a la que estimamos que tiene
Portugal con España (2:35), pero dejando todas las otras características
de Cataluña y el resto de España inmutables.
El modelo predice una caída del PIB conjunto (Yh + Yj) del 3.3%. El
PIB catalán (un 20% del total) cae casi un 9%, el resto de España sólo
un 2% debido a que siendo mucho más grande la nueva frontera le afecta
menos.
Nótese que Cataluña se abriría al resto del mundo, y se cerraría a
España: el grado de apertura con el resto del mundo sube un casi un
13.5% del PIB (fila 4), mientras que con el resto de España cae casi la
mitad del PIB catalán (fila 3).
Todo esto se debe a que el nivel de
productividad necesario para exportar con éxito a España sube una
barbaridad (casi un 80%, fila 6) debido a que España está,
efectivamente, más lejos.
Las empresas que exportan a España (las mejores) exportan menos,
luego la demanda de trabajo disminuye y con ella los salarios. Esta
caída salarial ayuda a las que venden sólo en el mercado catalán.
Por
eso surgen empresas para el mercado local de productividad muy baja: la
productividad mínima de una empresa local (el botiguer) en Cataluña
disminuye casi un 12% (fila 5).
Por otro lado la caída de los salarios ayuda a abrirse al resto del
Mundo. Esta distancia no ha cambiado, y menores salarios mejoran la
“competitividad” (fila 7). Se vende más al exterior, pero no porque los
productos de uno estén mejor valorados sino porque la caída salarial
permite vender a precios más bajos.
Resumiendo. Consideramos los efectos comerciales de que Cataluña
tuviese la misma relación con “España” que ésta tiene con Portugal. No
hay boicots, Cataluña pertenece a la UE y todo sigue igual excepto que
hay una frontera, aunque es la más difusa de las observadas. Suponemos
que Cataluña y “España” son amics per sempre.
En tal caso la renta generada en el conjunto de lo que a día de hoy
es España caería un 3.3% y desproporcionadamente en Cataluña (casi un
9%). Éste es el valor de mantener la frontera actual en vez de la de dos
países que se votan en Eurovisión.
Cuánto acabaría pagando Cataluña depende de cuánto ahorrase
fiscalmente, del “expolio”. Dado que al parecer el sujeto políticamente
relevante es Cataluña (y sólo indirectamente el resto de España), es
interesante observar que Cataluña tendría una pérdida neta de bienestar
con cualquier hipótesis razonable acerca del ahorro fiscal que
conllevase la independencia.
Imaginemos que es usted un votante catalán a quien no le parece
descabellado pensar que la relación entre Cataluña y España acabaría no
siendo muy distinta de la que hay entre España y Portugal. Hemos
aprendido que usted no debería votar por la independencia en la
esperanza de ganar dinero.
Es posible que la desee, pero por otros
(seguro que muy dignos) motivos. Si es así, no diga que quiere la
independencia para ganar dinero; diga que el coste de la independencia
es menor de lo que está usted dispuesto a pagar por no ser español." (Nada es gratis, 12/10/2012, José V. Rodríguez Mora)
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