"Añado finalmente que los combates nacionales y nacionalistas que estamos
viviendo en la tierra de Salvat-Papasseit, Salvador Espriu, Manuel
Sacristán y Francisco Fernández Buey, sin negar otros nudos que acaso no
destaqué, están fuertemente cruzadas por perspectivas clasistas, por
cosmovisiones que esconden o muestran a las claras intereses asociados
al poder, a la ubicación social privilegiada y, desde luego, al color de
un dinero que no huele pero que se ansía acumular. (...)
Cuando en Catalunya apenas nadie hablaba del derecho de
autodeterminación (nadie es aquí “apenas nadie”), el PSUC y otras
fuerzas de izquierda comunista (yo militaba en el Movimiento Comunista
de Catalunya) lo hacían con consistencia y peligros indudables. A riesgo
de gastar sus nombres, recordaré que Manuel Sacristán y Francisco
Fernández Buey (al igual que RZ) defendieron ese derecho (a veces, en
fuerte minoría y con no menos incomprensión) hasta el final de sus días.
Mientras ellos lo hacían, otros se dedicaban al estudio, a los negocios
o a preparar oposiciones para situarse. Creo, por ello, que RZ es algo
injusto o inexacto cuando afirma “que el derecho de autodeterminación
[…] nunca debió entenderse como una concesión utilitarista sino como una
convicción que también tocaba a las clases trabajadoras”.
Tocaba y
toca, unido, eso sí, a otros principios, a otros valores y a una
cosmovisión que sigue teniendo en el internacionalismo un vértice
esencial, uno de los mejores valores de la tradición, como –siento
repetirme de nuevo- también nos enseñaron Manuel Sacristán y Francisco
Fernández Buey (y muchos otros desde luego) (...)
No acabo de ver que nadie niegue la filiación de clase de Bildu o de
sectores del BNG, pero no estoy totalmente seguro de que el surgimiento
de esas izquierdas nacionalistas responda siempre a aquello que señala
RZ. LKI o EMK, por ejemplo, nacieron de la evolución primordialmente
nacionalista de ETA.
Y no veo del todo claro que esas fuerzas sean
siempre más consecuentes que las “izquierdas unívocas al uso”. La
experiencia de gobierno del BNG nos puede enseñar a todos. No hablo de
la ERC actual porque la supeditación política a CiU es de manual gastado
(En la fase anterior de la organización, los valores de izquierda
tampoco eran plato fuerte de la casa.
Por ejemplo, en las
concentraciones anuales ante el monumento a los inmolados por Catalunya,
mi abuelo materno cenetista es uno de ellos, sólo se ha cantado Els
Segadors. Ni la internacional, ni el himno de Riego ni las barricadas
pertenecían a la cosmovisión sonora de aquellos encuentros a pesar de
las peticiones de algunos asistentes). (...)
De todos modos, recuerda RZ, no hay que olvidar que “además de
partidos nacionalistas y soberanistas de izquierda, hay en el interior
de los partidos clásicos con referencia en España, alas catalanistas y
vasquistas. El tripartito catalán anterior no se entendería sin ello”.
Si RZ se está refiriendo al PSC y a su llamado sector “catalanista”,
debería también recordar que el sector más ultraliberal de la
organización los tiene a ellos como líderes.
El que incomprensiblemente
sigue siendo el diputado Ernest Maragall, el que fuera conseller en el
último gobierno tripartito, ha sido el peor y más privatizador conseller
de Educación en los treinta últimos años. Nada que ver con la
izquierda. Nada. La actual consellera Rigau, a pesar de lo mucho que ya
ha hecho, no ha logrado superarlo hasta el momento.
Para RZ es
obvio que “hay una Europa de los capitales y de los Estados y otra de
las clases populares y de los pueblos”. Parece razonable, prosigue, “que
se quiera estar como país… en Europa sin intermediarios capadores (el
Estado se autoatribuye las relaciones internacionales) y mejor si,
además, se forja una alianza en Europa con izquierdas, verdes y pueblos
para una Europa distinta”.
Que RZ distinga entre izquierdas y verdes
está muy bien visto porque los verdes (cuanto menos los alemanes)
empiezan a tener muy poco que ver con la izquierda, pero más allá de eso
nada de esa alianza que señala está en el imaginario y en la práctica
política del movimiento independentista catalán cuanto menos en los
sectores que hoy lo hegemonizan.
Nada de nada. Su mundo político es otro
muy distinto. Cuando Xavier Rubert de Ventós, por poner un ejemplo
significativo, vitorea entusiasmado a Artur Mas el soberbio no está
pensando en aliarse con la Syriza. De eso nada.
La pregunta, en
sentido contrario, señala RZ, “sería si seguir en España significa
avanzar un ápice frente el neoliberalismo”. La respuesta: si se tejen
alianzas consistentes, sólidas, entre las clases trabajadoras y
populares de Sefarad, es obvio que sí. La división nunca ha sido un arma
de los desfavorecidos (y a veces condenados) de la Tierra. ¿Qué se gana
con la separación? (...)
Muy pocos símbolos de la manifestación del 11 de septiembre, en el
grueso de la manifestación, tuvieron que ver con el ideario de la
izquierda por temperado y prudente que este sea. El seny convergent,
cuyas figuras encabezan la marcha, estuvo muy pero que muy presente en
la manifestación (...)
La cuestión es qué camino se recorre, con quienes y hacia donde. La
izquierda, en mi opinión, obrará mal, muy mal, si recorre ese camino con
fuerzas como CiU o incluso, si se me permite, con el PNV. Para hablar
con más claridad y refiriéndome a Sefarad: conseguir la independencia,
conseguir un Estado propio, no debería ser la finalidad de un movimiento
de izquierdas que no haya perdido el norte, la brújula, sus señas de
identidad y el internacionalismo.
La izquierda está y debe estar para
otras cosas sin que eso signifique no decir ni hacer ni pío en el tema
discutido. Se proponen otras cosas y se quieren recorrer otros caminos.
Es muy posible que Lluís Companys, el president mártir, nos apoyara en
ello." (Salvador López Arnal, 'Respuesta a Ramón Zallo', Rebelión, 23/09/2012)
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