15/9/11

"Una enseñanza de calidad debería configurar mejor el aprendizaje de las lenguas, especialmente del inglés pero también del castellano"

"Una enseñanza de calidad debería configurar mejor el aprendizaje de las lenguas, especialmente del inglés pero también del castellano", señala. ¿Cómo? "Uf, es un tema más político que educativo. Todos han hecho bandera del catalán en la escuela, a favor y en contra", lamenta.

Este uso político de la lengua en las aulas, paradójicamente, enquista un modelo que debe afrontar nuevas realidades. "No es lo mismo una inmersión lingüística para un castellanohablante que la de un niño que habla árabe o mandarín", ilustra Vila.

"La inmersión no estaba concebida para esta inmigración", asume Branchadell. Los resultados probablemente se noten, señalan los expertos, que también reclaman cambios en la misma línea de los modelos educativos del resto del país.

El 26% de los estudiantes extranjeros de la UE de entre 18 y 24 años ha abandonado el sistema escolar sólo con un título de primaria o han cursado parte de la secundaria o de la formación profesional sin obtener el diploma correspondiente.

Entre los nativos ese porcentaje se reduce al 12%, un efecto que a falta de datos oficiales los pedagogos estiman similar en Cataluña, donde el alumnado inmigrante representa cerca del 15%. "Ninguna escuela de Cataluña ni del resto de España puede permitirse esta carga", admite Branchadell.

Pero la necesidad de mejorar la escuela sigue eclipsada en Cataluña por la polémica de la lengua, que distorsiona y oculta el resto de problemas. "En algunos casos la inmersión en catalán es insostenible pero simplemente porque en muchos casos el profesorado no habla la lengua que emplean los niños, que a su vez no hablan castellano ni catalán.

En algunas escuelas se hablan ya hasta ocho idiomas", retrata. "Que el sistema siga gravitando sobre el catalán, pero con una flexibilidad que supere la dicotomía catalán-castellano mientras las cifras de fracaso escolar aumentan. Ese es el problema".                      (El País, ed. Galicia, 11/09/2011, p. 40/1)
   

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