"Como decía, trabajo como maestro de Primaria desde hace cinco años, tres
de ellos como funcionario de carrera en las afueras de Barcelona, y mi
asombro respecto a este tema no deja de crecer día a día. La empatía es
fundamental en toda relación humana y cuando sucede algo a nuestro
alrededor que no acabamos de entender es fundamental ponerse en la piel
del otro para intentar entender cómo piensa o cómo siente.
Así pues, si
nos ponemos en el papel de un maestro que esté a favor de la inmersión
lingüística obligatoria en catalán y pensamos que del global de horas
que se dan en un colegio de Primaria, únicamente dejamos de hablar en
catalán en tres sesiones (no horas) de castellano y dos de inglés, que
todas relaciones internas entre compañeros “deben” ser en catalán ya que
es la única lengua vehicular: ciclos, claustros, charlas informales
(doy fe) y demás momentos comunicativos.
Si, además, la Consejería de
Enseñanza de la Generalidad se dedica, últimamente, a mandar a toda una
serie de lacayos, pagados con los impuestos de todos, que nos enseñan a
los maestros una cosa llamada PIL (Proyecto de Inmersión Lingüística) cuyo objetivo primordial es mejorar el nivel de utilización social del catalán a través de increíbles estretegias pedagógicas
como hablarles en catalán siempre a padres inmigrantes que desconocen
completamente el idioma en todas y cada una de las reuniones que
tengamos con ellos, y en caso de necesitarlo, recurramos al… ¡lenguaje
corporal! o las herramientas digitales como los power-points,
todo ello argumentado en la hipótesis de que llevan aquí el suficiente
tiempo como para haber aprendido el idioma.
La verdad es que si
estuviera a favor de la inmersión lingüistica obligatoria creería que el
catalán no ha faltado estos años en la escuela. Si todas estas
situaciones de exclusión absoluta del castellano en las aulas, y en lo
que no son las aulas, no son suficientes para calmar las ansias de este
profesorado monolingüe defensor de la inmersión, no entiendo nada y mi
capacidad de empatizar se vuelve esquiva y empieza a cavilar que hay gato encerrado en todo esto. (...)
En la escuela no se iba a ser menos y, pese a la presión absoluta
recibida por todos aquellos abanderados de la inmersión, algunos locos, maestros de segunda o incluso fachas, como se nos tacha en algunos foros de internet, creemos que ya basta, que ya
está bien de justificar un sistema completamente unidireccional,
intolerante y excluyente aludiendo motivos de cultura o bandera.
Ya basta de pensar que por el mero hecho de hablar castellano en casa
se tiene el suficiente conocimiento del mismo como para volcar todas las
energías en el catalán, pese a que los niños a nivel gramatical,
ortográfico, etc., sean un desastre utilizándolo. Aquí nadie quiere eliminar a nadie ni a nada. La sentencia del TSJC pretende igualar ambos idiomas oficiales. Ninguno se merece mejor ni peor trato, sino el mismo." (lavozdebarcelona.com, 14/09/2011)
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