"Es un poco optimista por parte del SNP pensar que pueden ganar un referéndum sobre la independencia", opina el historiador Sebastian Balfour, profesor emérito de Estudios Contemporáneos Españoles en la London School of Economics, que conoce muy bien la cuestión autonómica española.
"El SNP padecería gravemente las consecuencias de un resultado negativo porque se da una situación muy curiosa que difiere mucho de la situación en España y es que hay muchos más ingleses que escoceses a favor de la independencia de Escocia y hay menos ingleses en contra que escoceses. Hay una fuerte opinión por parte de los escoceses de mantener la unión con Inglaterra.
Es como si los ingleses hubieran saltado de una identidad nacionalista-imperialista a una identidad posnacional, una identidad cívica digamos más local, o regional, y veo muy dudoso que el SNP por el momento plantee la cuestión del referéndum.
Otra cosa es, y creo que es su estrategia a largo plazo, demostrar la capacidad de administrar las cosas en defensa de los intereses de Escocia", opina. (...)
"Lo que habrá en Escocia en los próximos cinco años es un debate riguroso y extenso sobre los aspectos positivos y los aspectos negativos que podría tener la independencia. El tema clave es el económico.
El lado que convenza a la gente de que en materia económica es mejor el sí o el no, será el que ganará el referéndum. Hay que tener en cuenta que en Escocia no existe un problema de identidad nacional.
Siempre ha sido considerada una nación y sus ciudadanos se consideran escoceses. Un unionista del Partido Conservador escocés se considera escocés: británico, pero escocés".
Escocia es nacionalista "en el sentido de que la gente se siente abrumadoramente, por encima de todo, escocesa; pero son también británicos", coincide David McCrone, codirector del Instituto de Gobernanza de la Universidad de Edimburgo.
"En Cataluña, esa cuestión tiene una escala de cinco puntos: ser catalán pero no español; ser más catalán que español; ser tan catalán como español; ser más español que catalán; ser español pero no catalán.
En ese sentido, Escocia es mucho más escocesa que Cataluña catalana. Eso tiene mucho que ver con la inmigración desde el resto de España. Y quizás también con la cuestión lingüística", asegura.
En el caso de Escocia, el idioma no es un problema. "La lengua ha sido eliminada como un peaje que la gente ha de pagar para ser escocesa", explica. "Ser escocés es una cuestión territorial, no una cuestión lingüística o étnica.
Y eso hace más fácil que la gente que viene a Escocia se sienta escocesa. La lengua no se convierte en una razón de ser, en un elemento esencial de la identificación nacional o en una forma de expresar las diferencias como ocurre con la religión o como sucede con la lengua en Quebec". O en Gales, donde el nacionalismo es más débil que en Escocia, pero casi uno de cada cuatro galeses habla el galés.
Eso hace que el debate sobre la independencia tenga en Escocia tonos más pragmáticos que los que rodean a esa misma idea en el País Vasco o en Cataluña. (...)"En los últimos 20 años, algunos nos hemos centrado menos en distinguir entre independencia y autonomía y mucho más en estudiar la cuestión de cómo evoluciona el autogobierno. El debate está en realidad en cuánto autogobierno y cómo conseguir un mayor autogobierno. (...)
McCrone se ríe del simplismo con que se analiza desde Londres la cuestión escocesa. "La visión metropolitana tiende a tener dos puntos de vista: que Escocia nunca será independiente o que la independencia es inevitable.
Creo que es mucho más complicado que eso. Vivimos en un mundo en el que lo que significa la independencia es problemático. En realidad estamos hablando de grados de autogobierno.
Si por independencia se entiende el clásico Estado independiente del siglo XIX con ejércitos y fronteras y todas esas cosas, por supuesto que no. Ese no es el mundo en que vivimos".
"Vivimos en un mundo en el que autogobierno se comparte a diferentes niveles", explica. (...)"Mi predicción personal es que Reino Unido va a seguir una ruta confederal", continúa David McCrone. "En otras palabras, que cuando tenga que venir, en algún momento en el futuro, habrá más altos grados de autogobierno.
Igual que los hay por razones muy distintas y en otro contexto en Bélgica. La devolución de poderes en Flandes y Valonia es considerable. Nos movemos hacia un mundo confederal. No un mundo de Estados absolutamente independientes.
Un mundo en el que Escocia, Cataluña y desde luego el País Vasco irán más lejos en el autogobierno. Las cosas cambian. Y el comportamiento que tengan los Gobiernos centrales es absolutamente crucial. (...)
En esa confederación que vislumbra el profesor McCrone tiene perfecta cabida la Monarquía. (El País, Domingo, 15/05/2011, p. 7)
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