Pregunta: ¿Por qué, no al Estatuto?

Respuesta: Porque soy poco partidario de las ficciones, y el Estatuto es una ficción. Se ve, por ejemplo, en la financiación. Cuando se aprobó, los propagandistas decían que resolvía la financiación. Y no es así…

[…] P: Imaginemos que el Estuto dijese, simplemente, que Cataluña es una nación. ¿Estaría de acuerdo?

R: Para mí, que el Estatuto proclame que Cataluña es una nación es como si proclama que los perros tienen seis patas.

P: Insisto. ¿Le parecería bien o mal?

R: No tiene ninguna importancia. Ni en el caso de España tampoco. El único concepto racional, ilustrado, de nación, es el que lo equipara al Estado. En este sentido, como Cataluña no tiene un Estado, Cataluña no es una nación. La única forma de sacar el concepto de nación del baúl de la ignorancia y la inconsciencia tribal es asimilarlo a un Estado.

[…] P: ¿Qué otras ficciones hay en el Estatuto?

R: La de la lengua propia. Es un concepto estúpido, que no tiene ninguna tradición filológica. No solo por la obviedad de que los territorios no tienen lengua, sino porque en Cataluña hay dos lenguas. Habría que haber introducido en el Estatuto la lengua que seguramente es la más usada por la mayoría de los catalanes: el castellano.

P: ¿Y de la obligatoriedad de conocer el catalán? ¿Qué opina?

R: En esto se muestra que tenemos unos políticos mediocres, que solo se fijan en Madrid. Están subordinados a Madrid, incluso los independentistas. Por eso han copiado el artículo de la Constitución según el cual el castellano es obligatorio.

P: ¿Está en descuerdo con que el castellano sea obligatorio?

R: Es obvio que estoy en descuerdo. Ha habido en Cataluña un mimetismo de una cosa mala que se había hecho en España. Hay una estrategia retórica y epistemológica curiosa: creer que de dos mentiras sale la verdad.

P: Bien: en este caso, se trata de una norma de contrapeso.

R: Una estupidez, en cualquier caso. Una estupidez gemela." (lavozdebarcelona, 23/03/2009)