21/7/08

"lo individual castellanizado" son los hijos de los trabajadores de lengua materna castellana. Un colectivo con derechos individuales, claro

“Fernando Savater encabeza un Manifiesto por la Lengua Común, es decir, en defensa del idioma castellano en trance de desaparecer (como bien sabe el actual ministro de Cultura, que ha llenado el mapa mundial de una insensata proliferación de sucursales del Instituto Cervantes (…)

Se trata de denunciar el mucho peligro lingüístico de las nacionalidades periféricas por los representantes de un nacionalismo centralista que nunca, pero es que nunca, se reconoce como tal. (…)

Se trata de una estupidez, y sin duda de un insulto a la inteligencia común. Y también de una falacia política basada en una creencia supuestamente ilustrada, algo ensombrecida por las argucias de sus bizarros relatadores: los derechos corresponden a los individuos, no a los colectivos que dicen representarlos, percibidos más bien de manera interesada como tribus arcaicas. El asunto suscita sensaciones de pánico cuando uno de los lumbreras firmantes del Manifiesto exige una lista de los que han preferido no firmarlo, a fin de que se sepa quiénes son y pase lo que tenga que pasar.

No digo que haya que ser leninista para proclamar que los trabajadores deben organizarse para frenar las feroces arremetidas de sus empleadores, por lo demás, muy bien organizados; pero sí me gustaría apuntar que incluso estos benditos defensores de los derechos de los individuos previamente individualizados tienden a organizarse en defensa de los intereses que creen representar como colectivo orientado a la defensa de lo individual castellanizado. (…)

Y, en fin, también el españolismo es una emoción tribal (aunque sus representantes colectivos prefieran no reparar en ese engorroso detalle), probablemente más dañina que todos los nacionalismos periféricos juntos.

Curiosamente, aunque tal vez ni eso, ese Manifiesto apela a las virtudes de la conciencia colectiva para defender derechos individuales. No puede ser de otra manera y nunca lo ha sido, ni siquiera en los episodios de los más feroces anarquismos, tanto más eficaces cuanto mejor organizados. Lo cierto es que ese Manifiesto, y su penosa redacción, reclama el apoyo de su tribu al tiempo que desdeña esa figura, se cree ajeno a los conflictos nacionalistas cuando representa al nacionalismo español sin complejos, detecta peligros inexistentes o socialmente irrelevantes aun a costa de contribuir a ampliarlos y extenderlos. Ver finalmente juntos a Savater, Jiménez Losantos, Pedro Jota, Rosa Díez y Sánchez Dragó dando el espectáculo, es inquietante. Así empezó la CEDA, aquel gracioso colectivo cuyas siglas resumían algo de tanta picardía como Confederación Española de Derechas Autónomas. Se diría que no pasan los años. Será porque persisten los problemas.” (JULIO A. MÁÑEZ: Savater y los demás. El País, 03/07/2008)

¡Hombre! Lo individual castellanizado está representado por los hijos de los trabajadores catalanes cuya lengua materna es el castellano. En este colectivo, unos querrán que sus hijos aprendan en catalán, y tienen ese derecho, y además lo pueden ejercer. Y otra parte de ese colectivo quieren que sus hijos aprendan en castellano, en la lengua que creen que les irá mejor. Tienen ese derecho, pero no pueden ejercerlo. El mismo colectivo, con distintas (o las mismas) emociones tribales, apela a la conciencia colectiva de que todos somos libres porque tenemos los mismos derechos (que se ejercen de manera individual, como el voto) pero no las mismas posibilidades de ejercerlo. Una parte de la clase trabajadora (la charnega) no tiene la posibilidad real de ejercer el derecho de que sus hijos aprendan en castellano. Porque otro colectivo, una élite (los “gasparines”) se lo impide porque dicen que es anti-catalán. Y contra su patria no hay derecho que valga.

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