22/6/18

Uno de los efectos del independentismo catalán ha sido acelerar un proceso psicológico por el cual un numero creciente de ciudadanos desea sentirse a gusto con su condición de españoles

"(...) uno de los subproductos del fallido envite independentista catalán ha sido acelerar un proceso psicológico por el cual un numero creciente de ciudadanos desea dejar de sentirse a disgusto con su condición de españoles. 

Se equivoca quien piense que esa nueva sentimentalidad interesa o afecta únicamente a los votantes de un partido. En la ilusión con que se ha recibido el nuevo equipo de Gobierno de Sánchez, también es posible apreciar ese renacido deseo de los españoles por gustarse.

 Pero estas personas, cuidadosamente seleccionadas, que de pronto restañan nuestro amor propio, ya eran españoles y ya sabíamos de sus méritos. Como dice Proust, a menudo no hacen falta nuevos paisajes sino nuevos ojos.

 La moral colectiva de un país es un balance entre el sentimiento de orgullo que infunden los logros de la comunidad y el sentimiento de vergüenza que provocan sus taras e impotencias. En una sociedad polarizada como la española conviene recordar que ese equilibrio no se altera porque cambie el color de un gobierno. 

Por tópico que suene, desde 1978, españoles de izquierda, centro y derecha, reman juntos. 

El acierto o desacierto del Gobierno de turno es solo una pequeña parte de lo que somos. Porque España lleva siendo un buen lugar desde hace tiempo con el concurso de españoles de todas las ideologías. (...)"          (Juan Claudio de Ramón, El País, 11/06/18)

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