"También la épica ha fallado. Un gol del Barça produce mayor conmoción que esta falsa declaración de independencia.
La ciudad ha seguido su vida como un día cualquiera. Algún que otro
cohete perdido. Una bocina que no consigue eco en la Diagonal
abarrotada. Todo se fía a las celebraciones orquestadas por la gran
organizadora de eventos que es la ANC.
No
hay alegría. Quien no está triste, está cansado, harto. Es una
auténtica república independiente pero de Ikea, encapsulada en la casa
independentista, que recoge abrazos y euforias impostadas solo en el
edificio del Parlament y en la concentración ante sus puertas.
Es el inconveniente de las repúblicas virtuales. La anterior, el 10 de
octubre, duró ocho segundos y aún hay discusión sobre si hubo
proclamación y quién la hizo. La de hoy durará unas horas,
pero mientras exista no tendrá repercusión alguna en la realidad. No la
ha tenido en el control del territorio ni en la actuación de un
Gobierno desaparecido, sin nada que decir en el Parlament y nada que
hacer en las consejerías, fuera de organizar la desbandada para evitar
los efectos del 155.
La república de hoy ni siquiera ha sido proclamada, sino que
es fruto de una resolución y un método de votación aconsejados por los
abogados penalistas. Son los inconvenientes del poder sin
responsabilidad. Romper la legalidad y a la vez aprovecharse de
la legalidad obliga a rarezas de difícil explicación. Por ejemplo, el
voto secreto de los diputados secesionistas para evitar
responsabilidades personales. Y luego el papelón de Puigdemont
y de Junqueras.
El primero con su desconcertante declaración, en la que
se desdijo de las elecciones anticipadas y endosó al Parlament la
decisión sobre la independencia. Ambos con sus silencios y su desprecio
por las instituciones: ni un discurso, ni un mínimo debate parlamentario
en el día más señalado de la legislatura.
Se entiende que el independentismo se agarre como a un clavo
ardiendo a la denuncia del 155 e incluso que desee su aplicación
drástica e inmediata, de forma que sus numerosos y graves pecados queden
inmediatamente ocultos por la severidad del castigo que se les imponga
desde el denostado Madrid.
Al margen de las responsabilidades, que se les van a exigir,
lo que es seguro es que no les absolverá la historia. Es difícil
imaginar un daño mayor con una expectativa de ganancias tan escasa, si
no nula. La exhibición de irresponsabilidad y de frivolidad que han
hecho Artur Mas, Carles Puigdemont
y Oriol Junqueras es impropia de los dirigentes de un país tan serio y
civilizado como había demostrado ser Cataluña hasta ahora." (Lluís Bassets , El País, 27/10/17)
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