"(...) Además, ni un solo organismo internacional ha reconocido las
virtudes de la inmersión sino todo lo contrario: el Consejo de Europa ya
ha avisado en más de una ocasión
que los padres han de poder escoger la lengua de enseñanza de sus
hijos. Por otra parte, un sistema así no es utilizado en ningún lugar
del mundo y en países como Canadá, está prohibido expresamente por su
Constitución.
En lo del reconocimiento científico sí tiene razón la señora Rigau,
pero se olvida de especificar que los únicos estudios que le reconocen
los méritos son los realizados en Cataluña y que se basan en falsedades
como la comparación del resultado de las pruebas PISA
realizadas en Cataluña con otras CCAA para demostrar el nivel de los
alumnos catalanes en lengua española cuando la realidad es que, en
Cataluña, esas pruebas siempre se han realizado en catalán.
¿De verdad cree que la comunidad científica internacional puede tomar
en serio estudios que se asientan sobre mentiras? Por supuesto que no,
es todo para autoconsumo.
Al margen de eso, nadie pide que se separe a los niños por razón de
lengua y la Consejera lo sabe perfectamente. Aun así, Rigau articula
todo su texto sobre esa idea. Resulta inadmisible que un alto cargo
político falseé la realidad de esta manera, pero llevan años haciéndolo y
aquí no pasa absolutamente nada.
Y los nacionalistas catalanes no son
los únicos: junto a ellos también han salido en defensa del catalán los socialistas.
Resulta incomprensible que los mismos partidos que dicen apostar por
hacer algunas asignaturas en inglés, consideren un “ataque” al catalán
que se haga una sola asignatura más en español. Para ello han utilizado,
como no podía ser de otra manera, los mantras habituales y su preferido
es, sin duda, el de la cohesión social, puesto esta vez en boca de Rocío Martínez-Sampere.
Uno de los medidores de la cohesión social en educación es la
igualdad de oportunidades y, si por algo se caracteriza el sistema de la
“escola catalana” es porque condena a los niños a la desigualdad por
razones económicas: si sus padres tienen dinero, podrán optar por una
educación plurilingüe como suelen hacer muchos de los políticos como
Mas, Junqueras y Montillas, que defienden la “escola catalana” para los
hijos de los demás pero no para los propios.
En caso de no poder pagar
una escuela elitista, la única opción que tienen los niños catalanes es
el sistema monolingüe que les ofrece la escuela pública y las
concertadas más económicas. ¿Cómo se puede defender algo tan
discriminatorio y socialmente injusto y, además, presumir de ser de
izquierdas? Misterios de la política catalana. (...)" (Sonia Sierra, Crónica Global, Martes, 12 de mayo de 2015)
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