28/1/14

La izquierda catalana y española dejan que la pasión y las fobias se impongan sobre sus valores vertebrales: la razón, la igualdad y la fraternidad

"Los nacionalismos parten del Estado como fin en sí mismo: el Estado nación que consuma la identidad colectiva y conforma una unidad cultural, tradicional, histórica y frecuentemente lingüística.

 La cuestión radica en si éstos son motivos legítimos y suficientes para construir nuevas estructuras de poder político o, dicho de otro modo, para limitar la libertad civil de las personas. (...)

El problema de los nacionalismos es que son esencialmente irracionales y por tanto indiscutibles, en el sentido de no susceptibles de afrontar argumentarios racionales que los cuestionen, son ideologías basadas en el identitarismo colectivo, la exclusión del diferente, el amor a una tela pintada, un himno, una tierra y la ilusión de un futuro mejor. 

En todo este proceso de misticismo colectivo que reside en todo nacionalismo, las personas y las razones pasan forzosamente a un segundo plano, por lo que, no hace falta decirlo, el nacionalismo es y ha sido históricamente un fantástico instrumento de manipulación de masas. Para ilustrar esta afirmación baste recordar el lema nacionalista por antonomasia: “Todo por la patria”.

La cimentación del Estado en la razón, el humanismo y el pacto social, así como la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos son conquistas irrenunciables de la historia europea de los últimos tres siglos, y volver a justificar la limitación de la libertad de las personas que todo Estado comporta en identitarismos nacionales es un retroceso histórico que el pensamiento de izquierda no debería consentir. 

Precisamente el Historicismo y el Nacionalismo surgen en la Europa del siglo XIX como reacción a los movimientos populares que luchaban por condiciones de vida mejor , blandiendo el romanticismo patriótico frente a la dialéctica de clases como espacios argumentativos incompatibles (progreso y justicia social vs tradición y nación) .

Este paso atrás es el que están andando la izquierda catalana y española en este momento, dejando que la pasión, las fobias , la ilusión y el arrebato se impongan sobre los que deberían ser sus valores vertebrales:  la razón, el humanismo, la igualdad y la fraternidad. (...)"                    (Carlos Hugo Preciado Domènech, Público, 10/01/2014)

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