Estos
van creciendo a medida que los ingresos suben, llegando los ingresos
más altos a un porcentaje más elevado. También se incluirían aquí los
impuestos por sucesión o herencia, desaparecidos en algunas CCAA. Los
indirectos (IVA, por ejemplo) se pagan al consumir, al comprar bienes de
consumo, pagándose un porcentaje fijo independiente de la renta del
consumidor.
La ideología o los criterios políticos del gobernante optará más por unos u otros. El
Estado destina esos ingresos a las necesidades de los ciudadanos de
forma que todos reciban los servicios y derechos sociales que en nuestro
contrato social, nuestra Constitución, nos hemos dado. Aquí también la
ideología determina las prioridades del gasto.
En un estado social como el nuestro, el gasto, los impuestos
recaudados, han de estar destinados a redistribuir la renta nacional
promoviendo una justicia social. Es, pues, el ciudadano origen y destino
de los impuestos.
La profundización de esa justicia redistributiva es
el objetivo de la izquierda, concluyendo que quien más gana más paga, y
menos recibe. Es el principio resumido en la frase: cada cual paga según sus posibilidades y recibe según sus necesidades.
Extrapolando este principio a las CCAA hemos de decir que las más
ricas, donde los ingresos medios son más altos, han de tener
necesariamente un déficit fiscal y las CCAA más pobres, donde la renta
media es más baja, han de tener necesariamente un superávit fiscal.
Algunos, a esto, lo llaman solidaridad interterritorial y yo, fraternidad ciudadana,
que ha de darse también dentro de cada Comunidad Autónoma. Esto sería
también extrapolable, además, a la relación entre los distintos
distritos de Barcelona. ¿Se imaginan a los de Sarriá gritando “Nou
Barris nos roba”? Pues es exactamente igual de mentira que cuando CiU,
ERC, ICV-EUiA y SI gritan “Espanya ens roba“.
Pero, ahora, resulta que tampoco existe siempre déficit fiscal.
Parece ser que el Gobierno autonómico nos escamoteó parte del cálculo
de las balances fiscales para que no se conociera que, en 2009, Cataluña
tuvo superávit. Desconocemos los balances de 2010 y 2011, y sospecho
que no tienen mucho interés en que los conozcamos, al menos antes del
25N." (Vicente Serrano, lavozdebarcelona.com, 16/11/2012)
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