"Andreu Jaume, editor, en un artículo publicado este viernes en El País:
‘De entre las ideas recibidas en que nos hemos educado
muchos ciudadanos de mi generación, nacida con la democracia, destaca
aquella que identifica nacionalismo con izquierda y que ha conocido, a
lo largo de la historia de nuestro país, ingeniosas variaciones
retóricas, acuñadas al calor de las circunstancias.
Incluso ahora,
cuando el sistema empieza a mostrar su desoladora ineficacia, expresar
dudas con respecto al Estado de las Autonomías supone, en Cataluña o el
País Vasco, pero también en Mallorca o Andalucía, ser encasillado entre
las huestes de lo que vagamente se llama derecha o, más popularmente,
“los fachas”.
Por ello mismo, no es raro oír a personas sensatas y
prudentes, aunque varadas todavía en el franquismo, afirmar con absoluta
convicción e inocencia que partidos como UPyD o Ciudadanos son de
extrema derecha, simplemente porque sus dirigentes se han enfrentado al nacionalismo
o han cuestionado el funcionamiento de las Autonomías. El malentendido,
lejos de aclararse, parece que se va a espesar aún más en los próximos
tiempos, gracias a la crisis económica, social y política que vivimos en
España.
En Cataluña, por ejemplo, se está volviendo a escenificar, por parte
del Gobierno [autonómico] de Convergència i Unió, con la complicidad de
la práctica totalidad de los partidos llamados catalanistas, el viejo
espectáculo -panem et circenses- que consiste en sublimar los
problemas intestinos de la sociedad mediante un enfrentamiento dramático
con lo que los nacionalistas de todo pelaje llaman el Estado español.
No importa que los casos de corrupción se sucedan y afecten a todo el
espectro político, pues ahí está él mismo para blindarse, como
recientemente ha ocurrido cuando ERC impidió que Artur Mas declarara en
una comisión de investigación sobre el caso Palacio y la presunta financiación irregular de CiU, alegando, con vergonzoso cinismo,
que no querían, literalmente, “mezclar la Presidencia de la Generalidad
con el caso Palacio”, una frase escandalosa que por sí misma denuncia
el carácter sagrado -y por tanto alegal- con que los nacionalistas
entienden y ostentan el poder.
Es llamativo también el silencio, repulsivo por obsecuente,
con que se ha tratado de esconder, por obra de una mayoría de medios de
comunicación y partidos políticos, la condena a Convergència
Democràtica de Catalunya como responsable civil ‘a título lucrativo’ del
saqueo del Palacio de la Música, por lo que ha tenido que depositar una
fianza por valor de 3,2 millones de euros.
Oriol Pujol, por su parte,
ha tenido muy presente las lecciones de su padre y, cercado él mismo por
sombras de corrupción, se ha apresurado a defenderse declarando,
envuelto en la bandera, que todo es fruto de una persecución por parte
del Estado para frustrar las aspiraciones fiscales de Cataluña.
Gracias a
una red clientelar muy afianzada y sumisa, tales proclamas y burdas
manipulaciones tienen un éxito notable de público, como se va a poner de
manifiesto en los próximos meses.
La virulencia del sensacionalismo
patriótico es tal que incluso tiene desubicado y a punto de fractura al
PSC, que ya hace mucho tiempo que vendió su alma socialdemócrata al dios
del nacionalismo, por mucho que se empeñen en disfrazarlo de
catalanismo o, incluso, de independentismo no nacionalista, un colosal oxímoron (c’est hénaurme!!, [sic] como escribiría Flaubert) que últimamente está gozando del favor de muchos intelectuales de la órbita socialista." (lavozdebacelona.com, 14/09/2012, Andreu Jaume)
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