"(...) Manuel Cruz, filósofo, catedrático de Filosofía
Contemporánea en la Universidad de Barcelona, se refiere a la utopía, la
que algunos de sus colegas de profesión alentaban con el proceso.
Entiende que no es utopía, sino “épica”, la única disponible por el
independentismo en estos tiempos tan dependientes y globales. Curiosa
paradoja.
--¿Se puede decir que, en el fondo, lo que ha habido es un proceso de deslealtad progresivo desde Cataluña?
--En el fondo y, volviendo a la pregunta inicial,
en la forma. Llama la atención que hasta que el Jefe del Estado no
denunció esta deslealtad en su intervención televisada del 3 de octubre
las fuerzas políticas que debían haber formulado esa denuncia desde
hacía mucho, hubieran sido tan renuentes a hacerlo.
--Y ya que lo ha planteado usted mismo hace un momento, ¿qué le sugiere que tantas personas mayores se manifiesten en las calles de las ciudades catalanas con lacitos amarillos?
--Con el debido respeto a todo el mundo, me parece expresión del déficit de cultura política
de este país y de la preocupante credulidad de importantes sectores de
la sociedad catalana respecto a los mensajes que no cesa de lanzar el
oficialismo independentista.
Hágase, si a alguien esta afirmación le
parece exagerada, extraigamos las conclusiones pertinentes que se siguen
de la lógica subyacente a la campaña de los lacitos amarillos:
si quienes cometen delitos argumentaran que lo han hecho por razones
políticas y que esta circunstancia les exime de toda responsabilidad, a
quien hubiera cometido incluso las mayores atrocidades con dicha
motivación nada le podría ser imputado.
No estoy proponiendo ningún
experimento mental imaginario. Cosas así se decían hace muy poco y bien
cerca. Además de eso, qué duda cabe que, aunque ha quedado sobradamente
demostrado que la independencia no es en absoluto la última utopía
disponible, sí que parece ser para muchos la última épica disponible.
Cuando escucho a tantos dirigentes independentistas declarar en platós
de televisión o en emisoras de radio que están siendo perseguidos por
sus ideas (tras exponerlas sin sufrir la menor represión) o que no
pueden expresar libremente lo que piensan (después de hacerlo sin que
nadie les haya silenciado) me pregunto si quienes les ven y escuchan no
perciben la profunda contradicción que tales declaraciones contienen, o
bien es que les trae completamente sin cuidado dicha contradicción (y
cualquier otra). Las dos opciones me parecen francamente preocupantes. (...)
--Usted ha adoptado compromisos a partir de lo ocurrido en Cataluña. ¿Considera que existe una clerecía que se ha beneficiado del procés, y que es la gran responsable de que el independentismo llegara tan lejos?
--Respecto a la primera parte
de la pregunta, creo que no es una cuestión de opinión, sino de hecho:
son perfectamente conocidas las personas que han hecho de la apología
permanente del procés su modo de vida, adopte
aquel el signo que adopte y sea cual sea la decisión que en cada momento
vaya tomando su dirección.
Sin duda, esa clerecía tiene una gran cuota
de responsabilidad en que el independentismo haya llegado tan lejos. En
todo caso, no la mayor, entre otras cosas porque su función siempre fue
la de intentar legitimar lo que otros iban decidiendo. La mayor
responsabilidad, si acaso, correspondería más bien a quienes pusieron en
marcha y condujeron todo este proceso hasta la disparatada situación
actual.
Por lo demás, ya sé que los independentistas se resisten a
aceptar la crítica a los medios de comunicación públicos catalanes, pero
no deja de ser significativo que el primer acuerdo al que llegaron Junts per Catalunya
y ERC fue acerca de cómo repartirse el control de tales medios. Luego,
todo fueron problemas, pero ahí hubo un acuerdo rápido y total. Debe ser
que les importa sobremanera poder continuar utilizándolos como aparato
de propaganda.
--¿Qué cuestiones cree que se deberían reformular en
Cataluña para lograr un nuevo contrato social, que una sociedad plural
como la catalana pueda compartir?
--Hay muchas cuestiones
pendientes, sin duda. Entre otras razones porque, además de las cosas
que se ha visto que no han funcionado correctamente en todos estos años,
hay otras que, habiéndolo hecho no del todo mal, requieren una
adecuación a las nuevas situaciones.
En cualquier caso, los principios
por los que se deberían guiar todas esas reformulaciones deberían ser,
como mínimo, tres: respeto a la real pluralidad de la sociedad catalana,
lealtad con las reglas del juego acordadas
y claridad en las políticas que se sigan a partir de ahora. Porque si
algo ha definido la situación que hemos vivido y padecido en Cataluña en
estos últimos años ha sido precisamente que sus responsables políticos
parecen haber adoptado como guía y criterio la negación de estos tres
principios.
Basta con remitirse a los hechos para constatar que lo que
ha habido ha sido: exclusión de todo un sector de la ciudadanía
catalana, deslealtad organizada desde el poder y manipulación sistemática de la opinión pública." (Entrevista a Manuel Cruz, filósofo, Manel Manchón, 13/05/18)
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