8/3/24

Barcelona impone un examen de catalán para poder ser taxista en la ciudad... un 70% de ellos son extranjeros... y pasa lo que pasa: "Los conductores pakistanís desinflan las exigencias de catalán en el taxi"

 "El nivel B2 de catalán no será necesario para llevar un taxi. Eso es lo que sostiene Paktaxi, la asociación que representa a la comunidad pakistaní del amarillo y negro. "No hay nada escrito, no hay ningún pacto", asegura un portavoz a Crónica Global.

Paktaxi esgrime que ayer por la tarde, tras reunirse con el PSC en el Parlament, la formación socialista se desmarcó de la medida. Esta versión contradice el posicionamiento avanzado hace dos semanas por Élite Taxi. Su líder, Tito Álvarez, comunicó entonces un principio de acuerdo entre PSC, ERC, Junts y CUP para exigir el B2 al volante.

 En conversación con este medio, Álvarez reconoce que la acreditación del B2 no se encuentra hoy por hoy en la ley. Pero apostilla que el texto se halla en fase de enmiendas y asegura que el examen lingüístico formará parte "sí o sí" del redactado final.

Además, circunscribe la propuesta a los nuevos conductores. Aunque Élite preferiría ir más allá y aplicar la medida de forma retroactiva, el acuerdo político solo cubriría a los nuevos titulares de licencias.

Recelos también en STAC

Actualmente, la ley autonómica del taxi exige la adquisición de dos certificados lingüísticos: uno de A2 y otro de B1. "Lo más frecuente es que la mayoría de conductores se saquen el B1 de castellano y el A2 de catalán", explica Antoni Servós, portavoz de STAC, otra entidad que expresa sus reservas sobre la obligatoriedad del B2.

Servós se muestra preocupado por la calendarización de la iniciativa y reclama que sea escalonada para no poner en jaque el servicio. STAC teme que muchos conductores no pasen el listón lingüístico, máxime en un sector donde aumentan los trabajadores extracomunitarios.

Élite defiende su iniciativa

El mismo recelo cunde en Paktaxi: "Tenemos miedo de se nos exija desde el primer día"."No estamos en contra de ningún idioma, pero nos parece que el nivel actual es suficiente", añade la organización que da voz a los profesionales pakistanís. Tras estas siglas se agrupan cerca de 4.000 personas entre conductores y propietarios de licencias.

Por su parte, Tito Álvarez defiende la medida para mejorar el servicio: "Para nosotros el taxi se está deteriorando a la velocidad de la luz y es algo que nos trasmiten los usuarios todos los días". "No tenemos miedo a tomar medidas de calado siempre que sean para reforzar la profesionalidad del servicio", resume. Solo se sabrá quién se lleva el gato al agua si finalmente se aprueban los presupuestos."               (Aleix Mercader, Crónica Global, 07/03/24)

 

 "Tener conocimientos de catalán también será un requisito obligatorio para poder trabajar de taxista en Barcelona

Los aspirantes a tener el carnet que da derecho a ejercer este oficio en la ciudad tendrán que superar una prueba tipo test en la cual se evaluará su conocimiento no sólo del castellano, sino también de la lengua autonómica. Esta evaluación, por tanto, se añade a otras como los conocimientos sobre la localidad y su área metropolitana y la normativa y tarifas del taxi.

Para superar la prueba lingüística, los candidatos tendrán que responder de forma correcta más de la mitad de las preguntas que se les formulen: como mínimo seis sobre un total de diez en cada uno de los dos exámenes (el de catalán y el de castellano). Según publica El Periódico, un 70% de los aspirantes a las plazas son extranjeros.

Examen aparte, la página web del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) -ente supramunicipal presidido por el alcalde Jaume Collboni y gobernado por el PSC, con el apoyo de ERC, Junts per Catalunya y En Comú Podem- detalla el nivel mínimo de sus "requisitos lingüísticos" para poder conducir un taxi en la ciudad.

"Requisitos lingüísticos"

En el caso concreto de los extranjeros, el AMB exige que "los aspirantes de países latinoamericanos en los que se hable español deberán acreditar que disponen el nivel A2 (MECR) o superior de catalán".

Para los "aspirantes del resto de países en los que no se hable ningún idioma oficial de Cataluña deberán acreditar que disponen de los siguientes títulos: nivel A2 (MECR) de uno de los idiomas oficiales de Cataluña y nivel B1 (MERC) del otro idioma oficial de Cataluña".

"Es decir, deberán acreditar ambos idiomas, uno de ellos con nivel B1 y el otro con nivel A2, como mínimo", enfatiza en AMB.

Las próximas pruebas para obtener el carnet de taxista se celebrarán la semana que viene, del 19 al 23 de febrero. La próxima convocatoria será dentro de un mes: el plazo para inscribirse será del 18 al 20 de marzo y los exámenes, del 22 al 26 de abril.

Élite Taxi pide a la Generalitat que exija un nivel más alto: el B2

Élite Taxi lleva meses exigiendo a la Generalitat una nueva "política lingüística" a imponer en la profesión. Después de plantearlo durante las negociaciones por la ley que regule el sector en Cataluña, el sindicato pidió este mes de febrero al Govern secesionista que exija a los taxistas que acrediten que saben catalán en un nivel intermedio para poder ejercer.

Concretamente, su propuesta de la semana pasada contempla la obligación de demostrar que el chófer cuenta con un título B2 -más alto todavía que el que plantea el AMB- porque "gran parte" de ellos "ni tan solo son capaces de entender el catalán", según informó Crónica Global.

La entidad liderada por Tito Álvarez lamenta que el Govern de ERC no haya incluido al sector en sus planes de fomento del uso del catalán. Élite Taxi difundió el pasado sábado un comunicado pidiendo que el denominado "Pacto Nacional por la Lengua" que preparan los partidos con representación en el Parlament incluyan este requisito.

En este sentido, Élite Taxi establece un paralelismo al hablar de los profesores y los sanitarios, que deberán contar con los certificados C2 y C1 respectivamente para trabajar en las escuelas públicas y consolidar sus posiciones en el Instituto Catalán de la Salud (ICS).

"Mientras tanto, el taxi, considerado de interés público, cuenta con una gran parte del sector que ni tan solo es capaz de entender el catalán, como tampoco de hablarlo", decía el comunicado.

Exigencias más altas

El nivel de certificación de lengua catalana que se requiere para obtener la credencial de taxista es el B1, un "nivel básico" según la entidad de Tito Álvarez, y que no garantiza lo que llama "derecho lingüístico" de los clientes a ser atendidos en el idioma de Pompeu Fabra. Es por ello que Élite Taxi pide subir el nivel al B2 y solicita al Govern que los Presupuestos incluyan formación en catalán para taxistas."                  (Crónica Global, 17/02/24)

5/3/24

Mientras que el mundo se une en una aparente aldea global, las fracturas nacionales asoman con una celeridad cada vez mayor. Las crisis acentúan ese furor nacionalista... El nacionalismo pasa a ser un fenómeno esencialmente excluyente. Se vuelve, en definitiva, un salvoconducto político. Basta observar cómo, a pesar de la globalización, tras la crisis de 2008 surge un auge nacionalista. Y lo hace a través de las dos vías posibles: la secesionista –como muestran el caso catalán y el escocés– y la del reforzamiento del Estado-nación, como ejemplifican países como Estados Unidos, Italia o Brasil...

 "La ignorancia es lo que envuelve el extraño manto de la nación, ese concepto etéreo, aunque no se trata de esa clase de ignorancia relativa a la estupidez. Lo que ocurre, en realidad, es que el término «nación», tan sólido como pretende, parece siempre endeble. ¿Es, acaso, imposible de definir? «Sabemos lo que es cuando no nos lo preguntáis», defendía el politólogo Walter Bagehot en el lejano año de 1887. Y su sorna era una declaración precisa acerca de la propia imprecisión del concepto. Al fin y al cabo, ¿qué es una nación sino una comunidad imaginaria y, por tanto, arbitraria?

El problema surge en su raíz: hay tantos aspectos que crean la nación que, en realidad, se podría argüir que no hay ninguno. Desde la geografía hasta la lengua o las creencias religiosas, las comunidades se han establecido a partir de elementos que, dependiendo del país, difieren de forma radical. No solo los símbolos son distintos, sino también los criterios: mientras que en la formación de la nación alemana la lengua era un eje esencial, en Francia, aunque importante, no adquiría tamaña trascendencia. Algo que, si bien aparentemente pueda resultar paradójico, es básico para la coherencia del concepto: las naciones deben diferir entre sí y, a su vez, deben tener ciertos rasgos inmutables a lo largo de la historia, tal como intentaron argumentar los filósofos alemanes decimonónicos con la idea del Volkgeist, el «espíritu del pueblo».

Ideas que, no obstante, constituyen artificios intelectuales: la nación no antecede al nacionalismo, sino al revés. Es decir, no existe como un fenómeno invariable y espontáneo surgido a través del paso de la historia: es el nacionalismo, en cuanto fenómeno histórico, el que crea las naciones y sus correspondientes Estados. El nacionalismo sí es definible con cierta sencillez, como «un principio que afirma que la unidad política y nacional debería ser congruente», en palabras del filósofo checo Ernest Gellner. Así, según explica Marc Sanjaume, profesor de Ciencias Políticas en la Universitat Pompeu Fabra, «las naciones no aparecen ex nihilo, contienen un elemento de construcción cultural sobre una base preexistente trabajada y mitificada». En el caso de España, por ejemplo, la Reconquista y sus batallas míticas «son hechos históricos que el nacionalismo se encargó de incorporar a un acervo nacional común», como defiende Sanjaume.

¿No son estos mitos, por tanto, los que en realidad forman el esqueleto de la idea donde descansa el país? Es una impresión que también señala el adagio del viejo historiador Ernest Renan: «Interpretar mal la historia forma parte de ser una nación». Y así es: los símbolos, tradiciones y relatos históricos son, en gran medida, «tradiciones inventadas», en palabras del historiador británico Eric Hobsbawm. «Las naciones modernas buscan estar enraizadas en la antigüedad más remota. Buscan ser comunidades humanas tan “naturales” que no necesiten más definición que la explicación», explicaba, lo que incluye desde los bailes populares a los símbolos nacionales más destacados. Incluso la vestimenta: las faldas escocesas no lo eran hasta que, a la hora de dotar de una raison d’être particularmente escocesa, adquieren tal categoría: pasan a representar la identidad estética.

El triunfo popular de la nación en cuanto a concepto, sin embargo, puede resultar naturalmente atractivo: «El tejido social, desde las amistades a cualquier institución, descansa sobre una base de identidad construida e imaginada», sostiene Sanjaume. «Necesitamos pertenecer a algo y el nacionalismo es la comunidad ganadora en la modernidad por encima de vínculos antiguos», apunta.

¿Un nacionalismo por la libertad?

«El nacionalismo es un fenómeno que se da en casi toda Europa a lo largo del siglo XIX, si bien se parte normalmente de uno de corte más liberal, con concepciones más cívicas y vinculadas a las constituciones del momento», explica Alejandro Quiroga, profesor en la Universidad Complutense de Madrid. Esta primera forma de nacionalismo –que surge de manera integradora, al contrario que los modelos posteriores– es el fenómeno que alumbra los primeros Estados-nación, da paso al liberalismo político y acaba con el Antiguo Régimen (es decir, con las formas políticas de las viejas monarquías europeas). 

No obstante, se trata de algo limitado. «A partir de la segunda mitad del XIX y principios del siglo XX, los nacionalismos étnicos van ganando terreno en casi toda Europa. Aunque la división entre cívico y étnico nunca es pura, las concepciones biologistas y racistas se van afianzando», relata Quiroga. La razón, según defiende el profesor, recae en las motivaciones del escalón más alto de la jerarquía: «Según se va ampliando el sufragio, la manera de integrar a las masas sin pagar un precio democrático es a través de la nación. Algo que sirve también como contrapeso contra el auge del movimiento obrero»

Así, el nacionalismo pasa a ser un fenómeno esencialmente excluyente. Se vuelve, en definitiva, un salvoconducto político. Basta observar cómo, a pesar de la globalización, tras la crisis de 2008 surge un auge nacionalista. Y lo hace a través de las dos vías posibles: la secesionista –como muestran el caso catalán y el escocés– y la del reforzamiento del Estado-nación –como ejemplifican países como Estados Unidos, Italia o Brasil–. Ocurre, además, ante una realidad que parece cada vez más hostil a las ambiciones y poderes políticos. «Ambas se plantean como marcos de solución a una crisis económica. Se ofrece nación a cambio de mantener un modelo económico en crisis», explica Quiroga. El caso catalán es ilustrativo, según señala el profesor. «Es a partir de 2010 cuando empieza a aumentar el apoyo al independentismo. Es entonces cuando se da un paso más allá y esas élites que no eran abiertamente independentistas acaban en el movimiento como marco de salida a la crisis económica de la que en muchos casos ellos son partícipes», explica. «También como respuesta al 15M: no hay banderas cuando rodean el Parlamento de Cataluña y los políticos salen en helicóptero», añade.

El mundo actual genera una paradoja: este es un momento en el que «la mayor proximidad global genera más necesidad de pertenencia local», tal como sostiene Sanjaume, que señala que estamos ante un «repliegue» a un nacionalismo que recuerda al del siglo pasado. Y no es la única y retorcida ironía: la expansión de las ideas democráticas, esas sobre las que algunos decidieron proclamar el fin de la historia, ha llegado a favorecer la proliferación de nuevos Estados y nuevas demandas estatales. Las tensiones crecen hasta puntos insospechados: «El populismo se sirve hoy de los nacionalismos incluso hasta erosionar los pilares del liberalismo democrático». Sin embargo, ¿cuán grande puede llegar a ser una bandera?"              (Pelayo de las Heras , ethic, 09/05/23)

1/3/24

El ilusorio proceso independentista ha conllevado una fuerte depresión social en Catalunya y una desconfianza social entre los diversos sectores sociales. Todo ello agudizado por un hecho innegable, el elevado activismo y esfuerzo del “procès” impulsado y dirigido desde las instituciones de gobierno de Catalunya fue en detrimento del avance y desarrollo de cualquier política económica y social, lo que ha comportado un importante retroceso en la calidad de vida de la población catalana

 "La situación en general de la sociedad catalana después de la década “procesista” es de un cierto desánimo y algo parecido al pesimismo y la tristeza. La década pasada ha dejado una fuerte huella negativa en el conjunto de una sociedad dividida y quebrada en esos años. Catalunya no se ha recuperado y arrastra la huella de la situación vivida estos últimos años.

Nada volverá a ser como antes, como mínimo por un largo tiempo. La división social fue muy profunda. El independentismo ha fracasado de una forma definitiva, aunque haya algunos que no lo acepten de forma pública. La idea de la Catalunya “un sol poble”  que fue hegemónica desde la transición y reivindicada de forma transversal ha sido enterrada por el “procesismo independentista”. Una gran parte de la sociedad y no sólo la castellanoparlante se vio agredida. Los insultos llamando “colonos” u otros epítetos formulados por los sectores más agresivos de los independentistas a las familias procedentes de la inmigración de los años 50 y 60 han comportado una profunda división en la sociedad catalana.

Es necesario recordar que en la lucha antifranquista y durante la transición una gran parte de los luchadores que reclamaban “LLibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia” procedían de la clase trabajadora emigrante. Sólo mirando las fichas de los detenidos antifranquistas en Catalunya se puede comprobar la preeminencia de apellidos no catalanes. En Catalunya quien más se movilizó por la libertad y la autonomía fueron la militancia de CCOO y del PSUC, y fundamentalmente trabajadores y estudiantes. La burguesía catalana no fue precisamente un ejemplo salvo honrosas excepciones de antifranquismo. Un ejemplo sirve de comprobación, en las primeras elecciones municipales una buena parte, principalmente fuera de las grandes ciudades, de alcaldes de la CiU “pujolista” habían sido ya alcaldes con el franquismo.

Una buena parte de la gente mayor movilizadas por los independentistas era gente que jamás había hecho nada durante el franquismo y parecía que estos años quisiera hacer su “revolución pendiente”.

En definitiva, el ilusorio proceso independentista ha conllevado una fuerte depresión social en Catalunya y una desconfianza social entre los diversos sectores sociales. Todo ello agudizado por un hecho innegable, el elevado activismo y esfuerzo del “procès” impulsado y dirigido desde las instituciones de gobierno de Catalunya fue en detrimento del avance y desarrollo de cualquier política económica y social, lo que ha comportado un importante retroceso en la calidad de vida de la población catalana.

Catalunya, que en su momento formaba parte de los llamados “Cuatro Motores para Europa”. Los Cuatro Motores era una asociación de cooperación interregional constituida el 1988 entre los territorios de Catalunya, Baden-Wurttemberg (BW), Lombardia y Ródano-Alpes (actualmente, Auvernia-Ródano-Alpes, AURA). En aquel momento los objetivos de colaboración estaban relacionados principalmente con la economía y la investigación así como con el arte y la cultura y también con la participación activa en la construcción europea. Hoy en día difícilmente podría señalarse a Catalunya en ese grupo.

Catalunya siempre fue un modelo no sólo de economía avanzada sino de modernidad en España en el siglo XX. En la actualidad Catalunya ha perdido fuelle tanto económico como cultural. El independentismo ha eliminado el cosmopolitismo reduciéndolo a un puro nacionalismo estrecho y arcaico.

En el ámbito social los gobiernos independentistas desde Artur Mas a Aragonés han comportado una reducción progresiva de los presupuestos de la Generalitat en las partidas dedicadas a Educación y Sanidad por poner un ejemplo. En el ámbito sanitario en el Presupuesto del último Gobierno Tripartito (PSC-ERC-ICV) dedicó un 35,51% del presupuesto a Sanidad y un 22,63 a Educación. Los gobiernos sucesivos fueron reduciendo el presupuesto en las partidas sociales hasta llegar al del 2022 donde dedicó a Sanidad un 23,95% ocupando el número 16 en el ranking de CCAA en lo relativo a gasto per cápita. En lo relativo a Educación su gasto presupuestario fue de un 18,58%  ocupando el puesto 11 en el ranking de las CCAA.

En lo referente al peso del sector industrial sobre el Valor Añadido Bruto podemos decir que en el año 2000 éste era en Catalunya del 26,9%, mientras que en el 2019, antes de la pandemia había descendido al 19,3%.  En referencia a la aportación al PIB del Estado, mientras que en el 2008 Catalunya aportó el 18,42% y Madrid el 17,74%, en el 2022 Catalunya con el 16,41% de población ha aportado el 19,01% del PIB siendo superada por Madrid que con el 14,22% de población ha aportado el 19,44%.

Asimismo los sucesivos gobiernos independentistas de la Generalitat han sido incapaces de plantear propuestas necesarias de futuro que situaran a Catalunya al frente de alguna de las transformaciones que la sociedad precisa. Dos ejemplos, el primero el relativo al impulso de las energías renovables, en el que Catalunya es la comunidad más atrasada en la implantación de dichas energías, tan solo un 15% de la energía es renovable frente al objetivo de alcanzar el 30%, mientras en el conjunto de España las energías renovables se sitúan en el 50%.. El segundo ejemplo que está de actualidad por la sequía, la falta de desalinizadoras. En la actualidad sólo hay dos en Catalunya, la más reciente fue obra del Gobierno Tripartito de Izquierdas, la del Llobregat que se inauguró en julio del 2009. Esta instalación puede dar servicio a 4,5 millones de habitantes y produce hasta 60 hm3/año de agua Desde entonces no se ha hecho nada más. La otra desalinizadora la del Tordera, de menor capacidad,  está fuera de circulación y ahora se pretende construir otra de  mayor capacidad pero con el problema de la falta de capacidad en el territorio de la energía eléctrica precisa para su funcionamiento.

No hay duda que el “procès” ha afectado negativamente tanto económica como socialmente a Catalunya. Hemos de recordar la fuga de empresas catalanas que deslocalizaron su sede social a otras partes del Estado. En total más 8.700 empresas deslocalizaron su sede fuera del conjunto de Catalunya.

Toda aquella aventura llevada a cabo por políticos que eran conscientes de que todo era una aventura ilegal e imposible, que engañaron a buena parte de la población haciéndoles creer que era posible, la proclamación de independencia duró unos escasos segundos el 27 de octubre de 2017, hasta su suspensión por el propio President de la Generalitat. Todo fue una farsa teatral indigna.

Posteriormente se produjeron hechos de todo tipo desde  la huida de Puigdemont al extranjero, la suspensión de la Autonomía de Catalunya por parte del Gobierno del PP y la intervención de la Generalitat. En las posteriores elecciones autonómicas las fuerzas independentistas volvieron a revalidar su exigua mayoría. Después de la condena por el Tribunal Supremo de dirigentes independentistas y su encierro en prisión, siguieron años de algaradas de todo tipo con importantes disturbios por el conjunto del país, con cortes de carretera, boicot de redes ferroviarias, ocupación del Aeropuerto de Barcelona, todo ello estimulado por el propio Govern y sus medios de comunicación públicos y privados afines. Finalmente llegó el inicio de la descompresión del “souffle” catalán con el indulto por parte del Gobierno de Sánchez como punto final a una etapa política desgraciada.

Y ahora nos encontramos con una sociedad catalana refractaria, dividida, con agravios de todo tipo dentro de la propia sociedad, y con poca adhesión al que- hacer político. Y con un profundo y pesimista sentimiento en el conjunto de la sociedad en todas sus variantes. La actual política catalana no resiste un análisis de calidad. Todos los partidos y sus políticas no provocan grandes motivaciones, ni por parte del independentismo con su sentimiento de derrota, ni en la otra parte de la sociedad no independentista que ha perdido su confianza en lo que comporta la creencia en una superación social del tiempo vivido de forma traumática. (...)"                 (Manel García Biel  , Nueva Tribuna.es, 29 de febrero de 2024)

28/2/24

Jaume Barberà, experiodista de TV3, admite que fue "cómplice" del proceso: "Muchos periodistas dejamos de realizar nuestro oficio y nos convertimos en miembros de la agitación y la propaganda, y esto tuvo sus consecuencias"

 "El periodista Jaume Barberà (Mollet del Vallès, 1955), que trabajó más de 30 años en TV3, ha afirmado en una entrevista a Comunicació 21 que “yo también fui cómplice del proceso”.

"Si los periodistas que en aquellos momentos éramos referentes hubiéramos hecho escrupulosamente nuestro trabajo, quizás los líderes políticos y sociales no habrían ido a prisión, y no se hubiera cometido la estupidez de hacer una declaración unilateral de independencia", ha afirmado.

“Actualmente, todavía hay quien lo hace, no es mi caso. Muchos periodistas dejamos de realizar nuestro oficio y nos convertimos en miembros de la agitación y la propaganda, y esto tuvo sus consecuencias”, prosigue.

Barberà, cuando presentaba el programa Singulars, invitó a un “físico e inversor institucional” -como lo presentó la cadena- que propuso, en pleno proceso. ceder el puerto de Barcelona o el de Tarragona a la Armada china. 

También publicó en 2015 el libro "Se ha acabado el brócoli".

Tras su marcha de TV3 se acercó a los Comuns y acudió, en un lugar simbólico, a la lista de Catalunya sí que se puede en las elecciones al Parlament de diciembre del 2017 tras la aplicación del 155."            (e-notícies, 06/04/23)

27/2/24

La visita de un grupo de eurodiputados para analizar la inmersión lingüística escolar obligatoria y la posible vulneración de derechos fundamentales ha levantado una reacción de urticaria en el nacionalismo... El problema con la inmersión es que todo es mentira. La escuela catalana no es ningún de modelo éxito, sino de fracaso palmario, los datos son irrefutables, aunque evidentemente no solo por culpa del monolingüismo... La defensa y promoción del catalán no pasa por la exclusión del castellano como lengua vehicular... la salud del catalán es buena, y no necesita del monolingüismo forzado. La finalidad de la inmersión es solo política: extranjerizar al castellano... Es contradictorio reclamar el plurilingüismo en España y no aceptar el bilingüismo en Catalunya

 "La visita de un grupo de eurodiputados para analizar la inmersión lingüística escolar obligatoria y la posible vulneración de derechos fundamentales ha levantado una reacción de urticaria en el nacionalismo. Para esquivar el fondo del problema, la imposición de una escuela “solo en catalán”, con exclusión del castellano como lengua vehicular, los argumentos se centran en la adscripción política de los visitantes, que mayoritariamente son de derechas, y en la repetición de una serie de consignas.

 El artículo de las consejeras Simó y Serret es un ejemplo de ese discurso, según el cual, el cuestionamiento del monolingüismo es una ofensiva nada menos que “contra Catalunya”. Seguidamente se enumeran los mantras de siempre, “modelo de éxito”, “consenso social, político y pedagógico”, “garantía de cohesión”, etc. El problema con la inmersión es que todo es mentira. La escuela catalana no es ningún de modelo éxito, sino de fracaso palmario, los datos son irrefutables, aunque evidentemente no solo por culpa del monolingüismo. 

La inmersión es una aberración pedagógica y un contra sentido en una sociedad que quiere ser bilingüe. La defensa y promoción del catalán no pasa por la exclusión del castellano como lengua vehicular. La cerrazón de los nacionalistas al impedir un mínimo del 25%, tal como estableció el TSJC, lo que revela es una profunda hispanofobia. Es evidente que se están vulnerando derechos lingüísticos. Qué no diríamos con razón si fuera al revés. No se trata en ningún caso de separar a los alumnos por lengua materna, sino de que ambos idiomas se utilicen con normalidad. La exclusividad del catalán no le favorece, pues se convierte en una lengua antipática, de imposición.

 Afortunadamente, la salud del catalán es buena, y no necesita del monolingüismo forzado. La finalidad de la inmersión es solo política: extranjerizar al castellano, cuando es la otra lengua de los catalanes, al igual que el catalán es tan español como el castellano. Es contradictorio reclamar el plurilingüismo en España y no aceptar el bilingüismo en Catalunya, que también pasa por la escuela."                    (Joaquim Coll , El Periódico,  24/12/23)              

26/2/24

Juan Francisco Martín Seco: Pocas cosas más estúpidas que un andaluz, un extremeño o un gallego independentista... Eliminar la política redistributiva del Estado puede ser beneficioso para regiones ricas como Cataluña, pero pernicioso para las menos opulentas como Galicia... las transferencias gracias al papel redistributivo de la Hacienda pública estatal llega se eleva al 15,60% de su PIB para Extremadura, para Asturias el 8,40%; Canarias el 8,58%; Galicia el 7.21%; y Andalucía el 6,02%... ¿Podemos imaginar qué sería de la situación económica y social de Extremadura, Andalucía, Asturias, Galicia, etc., sin este flujo anual de recursos?

 "In illo tempore, aquel en el que los sindicatos tenían protagonismo y los problemas sociales ocupaban el centro de la actividad política, se decía que «no hay cosa más tonta que un obrero de derechas». Hoy ya no se oye, pero no porque no haya obreros, sino porque no se sabe muy bien dónde empiezan y dónde terminan las derechas. Sin embargo, tal vez cabría acuñar otra que dijese algo así: «No hay cosa más tonta que un andaluz, un extremeño o un gallego secesionista».

La semana pasada dediqué mi artículo a relatar lo que se entiende por balanza fiscal que, sin demasiada consistencia teórica y sin apenas uso en otros países, se ha puesto de moda en España de la mano del supremacismo catalán, que la ha adoptado como arma arrojadiza en contra de toda política redistributiva a nivel territorial.

Analicé en ese mismo artículo los problemas que presentaban su elaboración y las múltiples versiones que podía adoptar según las hipótesis y los presupuestos que se asuman. No obstante, todas las realizadas hasta la fecha por distintas instituciones u organismos vienen a coincidir en líneas generales. Hay una excepción, la que la Generalitat ha confeccionado con una finalidad claramente partidista en aras de utilizar el victimismo, afirmando que «España nos roba».

El resto presenta convergencia en los resultados. Como no podía ser de otra manera, todas aquellas comunidades cuyas rentas per cápita están por debajo de la media muestran saldo positivo, mientras que lo tienen negativo aquellas cuya renta per cápita se encuentra por encima. País Vasco y Navarra constituyen dos excepciones ya que, a pesar de estar situados en el puesto segundo y tercero en el ranking, exhiben saldos positivos. La razón radica en el especial sistema de financiación de estas dos autonomías.

Fue en agosto de 2016 la última vez que el Ministerio de Hacienda publicó las balanzas fiscales, y lo hizo con datos de 2012. Se siguió una metodología ajena al ministerio y elaborada por varios profesores de las universidades de Valencia y Zaragoza y financiada por la fundación SEPI. En sus conclusiones esenciales coincide con las elaboradas por el propio ministerio en tiempos de Solbes con una metodología diferente, o con las realizadas en varias ocasiones por la fundación BBVA.

Los resultados muestran la inconsistencia del victimismo de los independentistas, puesto que si, como es lógico, Cataluña presenta un déficit fiscal, este no es mayor, sino quizá menor del que lógicamente le correspondería. De hecho, Cataluña, con una renta per cápita mayor que Baleares, arroja en términos relativos (con respecto al PIB) un déficit fiscal menor (3,75 frente a 5,08); y si la renta per cápita de Madrid es superior a la de Cataluña no hay una diferencia tan grande como para justificar un desfase de tal amplitud como el que se produce en los datos del déficit fiscal (9,57% del PIB en Madrid frente a 3,75% en Cataluña).

Pero quizás la conclusión más relevante a resaltar en este momento es que, gracias al papel redistributivo efectuado por la Hacienda Pública estatal, las transferencias anuales que algunas comunidades reciben del resto de los territorios se elevan a cantidades bastante elevadas. Prescindiendo de Ceuta y Melilla por sus especiales características, citemos a Extremadura, que es la autonomía con menor renta per cápita: recibe el 15,60% de su PIB; Asturias el 8,40%; Canarias el 8,58%; Galicia el 7.21%; Andalucía el 6,02% y así sucesivamente.

El principal factor que influye en estos flujos es el sistema fiscal que, aun cuando pensemos que no es suficientemente progresivo, sí tiene virtualidad para corregir, al menos en parte, la desigual distribución territorial que realiza el mercado. ¿Podemos imaginar qué sería de la situación económica y social de Extremadura, Andalucía, Asturias, Galicia, etc., sin este flujo anual de recursos?

Con esto retornamos al principio. No resulta demasiado coherente que haya gallegos que reclamen la independencia. Mal les iría. Pero menos congruente es aún que se engloben en el entramado Frankenstein, que se orienta a conceder más y más ventajas a la Generalitat y al País Vasco.

La concesión a Cataluña de un régimen especial de financiación, tal como quieren no solo los soberanistas sino también el PSC, conduce a la ruptura de la política redistributiva entre las regiones y por lo tanto al hundimiento aun mayor de comunidades tales como la de Galicia.

La postura, por ejemplo, de Iceta afirmando que no pide nada para los catalanes que no pida para los demás resulta hipócrita y un poco cínica. Eliminar la política redistributiva del Estado puede representar importantes beneficios para las regiones ricas como Cataluña, pero efectos perniciosos para las menos opulentas como Galicia. Ser independentista gallego es bastante incoherente, pero más ser gallego y defender la independencia (aunque solo sea la fiscal y presupuestaria) de Cataluña.

Se entiende mal que los habitantes de las regiones más deprimidas, que lógicamente son beneficiarias de los mecanismos redistributivos del Estado, sean independentistas, como resulta también difícil de explicar que desde la izquierda se persiga la desintegración del Estado cuando, a pesar de todos sus defectos, es el único baluarte contra el poder económico. (...)

No hay nada reprobable en la querencia a las tradiciones y a la cultura de cada territorio, aunque en verdad ello es tanto más difícil en este mundo globalizado en el que se da la movilidad de todos los medios de producción. Nada que objetar en que se reivindiquen los hechos diferenciales, aunque en la sociedad actual, sometida por ejemplo a importantes fenómenos migratorios, es fácil que estos se diluyan progresivamente.

El problema surge cuando hay quienes intentan mantenerlos artificialmente para convertirlos en privilegios con repercusiones sociales y políticas. Es la postura de ciertos nacionalismos afincados en las regiones ricas. Es una actitud egoísta, innoble y muy poco de izquierdas, pero hasta cierto punto nadie podrá decir que es irracional. La cosa cambia cuando nos movemos en territorios menos agraciados. Allí a los nacionalismos y a los que con ellos fraternizan no se les puede tildar precisamente de egoístas, pero me temo que la calificación que más les cuadre es la de tontos."             ( Juan Francisco Martín Seco , TheObjective, 13/02/24)

23/2/24

El nacionalismo, políticamente hegemónico desde el año 1980 en Cataluña, nos ha llevado a la debacle actual. No es una cuestión de siglas -CDC, UDC, PDECat, JxCat, ERC, CUP…- es una cuestión de concepto, de mentalidad y, sobre todo, de una manera de hacer y de gobernar... Jordi Pujol se llegó a identificar con Cataluña y la evidencia es que todo aquello que construyó ha acabado hundido, incluido el “país ideal” que imaginó

 "(...) El ideal de una Cataluña “libre, rica y próspera”, segregada de España y de la península Ibérica, ha marcado a las generaciones de catalanes que han nacido y vivido en esta tierra después de la muerte de Franco. Pero este ideal se ha basado sobre un gravísimo error: obviar que la realidad social es compleja y que hay una parte muy importante de la población que no tiene raíces catalanas y que también tiene derecho a expresarse en su lengua y a vivir su cultura con normalidad y plenitud.

La Generalitat, restablecida gracias a la tenacidad del presidente en el exilio, Josep Tarradellas, no ha sido percibida como la institución de “todos”, sino de solo una parte y esta falta de identificación ha entorpecido el proceso de integración. Hoy, más que nunca, hay que ratificar y defender que los 8 millones de habitantes de Cataluña, vengamos de donde vengamos, hablemos como hablemos, somos un solo pueblo, con los mismos derechos y los mismos deberes. 

 El nacionalismo catalán, además de su vertiente excluyente, ha cometido dos otros errores de gran calibre: caer en la lacra de la corrupción y, lo que es peor, intentar justificarla; y poner en marcha el delirante proceso independentista para intentar tapar el lado más oscuro y más sucio de su gestión. De este modo, hemos pasado del supuesto “oasis” pujolista -donde la “omertà mafiosa tapaba todas las críticas- al estallido de las cloacas y al actual desierto, en el cual estamos perdidos y desorientados.

 Para más inri, hemos perdido la empatía y la complicidad de los vecinos. El estropicio del 1-O no solo ha fracturado, todavía más, la sociedad catalana. Ha provocado una reacción de rechazo en la Cataluña Norte, en las Islas Baleares, en la Comunidad Valenciana y en Aragón, donde las últimas elecciones han instaurado gobiernos de derecha y de extrema-derecha, muy refractarios a la colaboración con la Generalitat y con todo aquello que tenga relación con el nacionalismo catalán.

La incapacidad y la impotencia para hacer frente a la sequía; el devastador informe PISA sobre la educación y los reiterados y brutales episodios de inseguridad ciudadana que sufrimos marcan el punto más bajo de Cataluña desde la recuperación de la democracia. Este desbarajuste coincide con un Gobierno, el de Pere Aragonès, que solo tiene 33 diputados en el Parlamento.

 Jordi Pujol, el “padre padrone del nacionalismo contemporáneo, tiene que ver cómo otra de sus obras -a la cual dedicó mucho dinero y esfuerzos-, la Gran Enciclopèdia Catalana (GEC ), también cae a pedazos. Esta empresa editorial arrastra una deuda de 15 millones de euros, ha tenido que vender el edificio corporativo al dueño de Bon Preu, Joan Font, y tiene previsto hacer un ERE de su plantilla.

La crisis de la GEC, fundada en 1968, se añade a las del grupo financiero Banca Catalana, al cierre del diario El Correo Catalán, de la revista Destino -de los que Jordi Pujol era propietario- y de Cadena 13, a la desintegración de Convergència Democrática por corrupción y a la imputación de toda la familia Pujol por esconder una fortuna en paraísos fiscales. Jordi Pujol se llegó a identificar con Cataluña y la evidencia es que todo aquello que construyó ha acabado hundido, incluido el “país ideal” que imaginó.

 Con el descalabro de la GEC culmina este desastre permanente que, bajo las consignas de “hacer país” y “esto ahora no toca”, hemos tenido que soportar el conjunto de los catalanes en las últimas décadas. Dando por sentado que en la iglesia nacionalista, presidida por el pantocrátor de Jordi Pujol, los convergentes eran los padres de esta gran familia mal avenida; los republicanos son los hijos; y los de la CUP, los nietos.

Es evidente que el edificio está en ruinas y que hay que hacer un “reset” con urgencia, pero el PSC, que tendría que liderar la alternativa, está atado de pies y manos por el apoyo que ERC da a la estabilidad de Pedro Sánchez. Mientras en Madrid, el PSOE necesite imperiosamente los escaños de los nacionalistas catalanes para poder gobernar, Salvador Illa se quedará sin la presidencia de la Generalitat. (...)

El nacionalismo ha llevado Cataluña al precipicio. Estamos en caída libre y todavía no hemos tocado fondo."            (Jaume Reixachs, elTriangle, 11/12/23)

20/2/24

Cómo curarse en la lengua correcta... Hasta ahora, ante un médico que no hablara catalán, tal vez recién llegado de Lima, Tegucigalpa o la Patagonia, la consulta, para un lazi de pro, devenía imposible... los que nos dirigimos al médico en el idioma en que nos habla no tenemos esos problemas, pero, claro, ello se debe a que somos unos botiflers y unos nyordos... Si el médico de turno tiene el detalle de aprender catalán, mejor para todos, pero al cabo de un tiempo, todos lo entienden, que tampoco es tan difícil... Este razonamiento que a mí se me antoja tan sensato no lo es para el lazismo... su pretensión de vivir plenamente en catalán es absurda e irrealizable y puede que solo tenga éxito en algunos pueblos de la Cataluña catalana (en Barcelona es imposible)... las personas normales están acostumbradas a cambiar de idioma varias veces al día sin por ello experimentar situaciones traumáticas (Ramón de España)

 "Una de las obsesiones del lazismo es lo que en ese inframundo se describe como “vivir plenamente en catalán”. Es decir, no tener que recurrir al castellano para comunicarse con nadie nunca jamás.

En la Cataluña actual (especialmente en Barcelona), tal deseo es un capricho patriótico y una quimera que solo persiguen los nacionalistas más radicales. Los demás cambiamos de idioma 20 veces al día (yo, dependiendo de la lengua en que se me dirigen) y no experimentamos ningún trauma al respecto. La Cataluña real es bilingüe, pero la soñada por los lazis es exclusivamente monolingüe. De ahí esas quejas que suelen aparecer en los digitales del régimen de gente que se ha indignado porque ha ido al médico y este no hablaba catalán o no lo entendía o ambas cosas a la vez.

 El paciente de turno se ha pillado un rebote del quince y quiere que se entere toda Cataluña: ahí está la prensa del régimen para que su deseo se haga realidad e influya en la política lingüística de la Generalitat. De ahí que el consejero de Salud, Manel Balcells i Díaz (Ripoll, 1958, segundo apellido impuro), se haya sacado de la manga unas clases de catalán para los facultativos que ejercen en nuestra región, gratuitas y a impartir en horario laboral. (...)

Hasta ahora, ante un médico que no hablara catalán había dos opciones: cambiar de idioma o improvisar un diálogo de besugos en el que cada uno chamullara en lo suyo. La cosa solo se complicaba si el médico en cuestión, tal vez recién llegado de Lima, Tegucigalpa o la Patagonia, no entendía ni papa de catalán, momento en que la consulta, para un lazi de pro, devenía imposible (los que nos dirigimos al médico en el idioma en que nos habla no tenemos esos problemas, pero, claro, ello se debe a que somos unos botiflers y unos nyordos).

 Si el médico de turno tiene el detalle de aprender catalán, mejor para todos, pero no está obligado a hacerlo (al cabo de un tiempo, todos lo entienden, que tampoco es tan difícil).

Este razonamiento que a mí se me antoja tan sensato no lo es para el lazismo. No lo es porque sus militantes parten de un error garrafal: creer que viven en la República Catalana, en un país independiente en el que se habla un único idioma. Así pues, hay que explicarles, como a Epi y a Blas, que están equivocados y viven instalados en un error que solo puede conducirles a la depresión. La República Catalana no existe. Cataluña no es un país independiente, sino una comunidad autónoma del reino de España. Por lo tanto, su pretensión de vivir plenamente en catalán es absurda e irrealizable y puede que solo tenga éxito en algunos pueblos de la Cataluña catalana (en Barcelona es imposible).

 Aspirar a la independencia puede ser legítimo, pero actuar como si esa independencia ya hubiese tenido lugar es vivir de espaldas a la realidad y preferir la mentira a la verdad (una especialidad de nuestros nacionalistas). No hace falta que los médicos aprendan catalán. Más necesaria es una intervención psiquiátrica para todos los que se creen que en Cataluña se puede vivir plenamente en catalán. Eso solo sería posible con una independencia que, de momento, no se vislumbra por ninguna parte. Ya entiendo que la quimera puede ser más bonita que la realidad, pero tiene un problema práctico: es una fantasía.

Siguiendo el ejemplo del consejero Balcells, el aguerrido y carismático Tito Álvarez, líder de Élite Taxi, ha conseguido que se implante un examen de catalán para poder ejercer de taxista en Barcelona. Su caso es aún más delirante que el del lazi medio porque nadie le ha oído pronunciar nunca una sola palabra en catalán (igual aspira a una carrera política). Teniendo en cuenta a qué se dedican los taxistas, tal vez sería mejor darles clases de inglés, no en vano Barcelona es una ciudad turística, pero parece que eso no se le ha pasado por la cabeza ni a Tito ni a nadie.

Curiosamente, las cacicadas patrióticas de los mandamases de la salud (y del taxi) pasan casi desapercibidas. La oposición las encaja como el que oye llover. A nadie se le ocurre decir que no hace falta impartir clases de catalán a médicos y taxistas, pues para algo vivimos en un paisito con dos lenguas oficiales (la más hablada, el castellano) en el que las personas normales están acostumbradas a cambiar de idioma varias veces al día sin por ello experimentar situaciones traumáticas.

Pero ya se sabe que los políticos (y los líderes del taxi) siempre encuentran un problema para cada solución. Los taxistas, mejor que aprendan inglés. Y los médicos no deberían robar tiempo a su labor, ya especialmente achuchada y a menudo mal dirigida, para aprender un idioma que no necesitarían si esto no estuviera lleno de fanáticos que confunden sus deseos con la realidad."                    (Ramón de España, Crónica Global, 20/02/24)

16/2/24

El comportamiento del PSC, Comunes, ERC y CUP, evitando mostrar ni un ápice de solidaridad con las familias de los dos guarcdias civiles muertos en Barbate, uno de ellos nacido en Barcelona, me indigna por la torpeza política que supone, y me da asco y vergüenza como ser humano... La izquierda que no es capaz de condenar la violencia criminal y el terror, sea quien sea quien lleve la iniciativa a la hora de denunciarla y la produzca quien la produzca, es una izquierda reaccionaria e inútil, inhumana, inoperante como motor de cambio social... Los partidos que en el Parlamento catalán no han querido mostrar ahora su repulsa y solidaridad se han mostrado como una perfecta imagen espejo de la extrema derecha que se niega a reconocer y condenar la violencia y el dolor cuando cuestiona sus creencias ideológicas o su posicionamiento político... No valen las etiquetas, sino el contenido de nuestras acciones (Juan Torres López)

 "No puedo entender que partidos catalanes de izquierdas que dicen luchar por conseguir un mundo más justo, libre y pacífico no manifiesten su repulsa ante el asesinato de los dos guardias civiles asesinados en Barbate (Cádiz). Ni puede tener explicación política (cuando, como escribí ayer, es una muerte que ha provocado el deterioro neoliberal de los servicios públicos), ni justificación humana. Lo digo con todo pesar, pero con todas las letras: el comportamiento del PSC, Comunes, ERC y CUP, evitando mostrar ni un ápice de solidaridad con las familias de las víctimas, una de ella nacida en Barcelona, me indigna por la torpeza política que supone, y me da asco y vergüenza como ser humano.

¿Qué tipo de nuevo mundo pueden traer de su mano quienes son insensibles ante el dolor que produce un crimen como el de Barbate, quien no se estremece ante la muerte tan injusta y brutal de dos personas inocentes? ¿Qué justicia y qué paz puede esperarse de quien hace distingos, vociferando si la brutalidad y el crimen vienen de un lado, y callando si procede de otro? La izquierda que no es capaz de condenar la violencia criminal y el terror, sea quien sea quien lleve la iniciativa a la hora de denunciarla y la produzca quien la produzca, es una izquierda reaccionaria e inútil, inhumana, inoperante como motor de cambio social; una izquierda degenerada que traiciona los ideales universales de la Ilustración y el progreso. Sin ellos, sin valores ni principios e imperativos éticos que sean comunes y exigibles por igual a todos los seres humanos, no hay proyecto de liberación social posible.

Los partidos que en el Parlamento catalán no han querido mostrar ahora su repulsa y solidaridad se han mostrado como una perfecta imagen espejo de la extrema derecha que se niega a reconocer y condenar la violencia y el dolor cuando cuestiona sus creencias ideológicas o su posicionamiento político. Tal para cual, e igual de despreciables, en este caso.

No valen las etiquetas, sino el contenido de nuestras acciones. Y lo que a mí me parece deshonesto es utilizar una especie de metro de goma, extensible, para establecer nuestra posición frente a lo repulsivo o condenable allí donde nos convenga en cada caso, en función de nuestro interés o creencia de cada momento.

Sólo haciendo que principios como la paz, la libertad, la justicia, la igualdad de oportunidades, el rechazo de los privilegios y el respeto a los derechos humanos se conviertan en valores asumidos universalmente; y sólo si se combate cualquier tipo de atentado contra ellos, lo cometa quien lo cometa y sin excepción, se puede cambiar el mundo de violencia e injusticias lacerantes en que vivimos."                (Juan Torres López, blog, 13/02/24)

5/2/24

Según el informe PISA, el País Vasco es, junto a Navarra y Cataluña, la comunidad autónoma que más ha retrocedido en los últimos diez años tanto en Matemáticas como en Ciencias y en Lectura... Somos la comunidad que peores resultados llevamos obteniendo desde 2012, y ello a pesar de que somos de las regiones más ricas y la que más invierte en educación... por un lado, el euskera no avanza en su uso... por otro, hay razones diversas pero una de las cuestiones que lastra la educación de los jóvenes es que tengan que estudiar en una lengua que no es su lengua ni materna, ni familiar ni habitual, en lugar de hacerlo en la que habitualmente desarrollan su vida y el resto de sus actividades (Gorka Maneiro)

 "(...) El Informe PISA, por su parte, que analiza la capacidad de los jóvenes de 15 años para resolver problemas complejos, disponer de pensamiento crítico y comunicarse correctamente, acaba de arrojarnos unos guarismos lamentables: los alumnos españoles caen en todas las áreas y logran los peores resultados de la historia en Ciencias y en Matemáticas.

En nuestro particular mapa de los horrores autonómico, el País Vasco es, junto a Navarra y Cataluña, la comunidad autónoma que más ha retrocedido en los últimos diez años tanto en Matemáticas como en Ciencias y en Lectura. Somos la comunidad que peores resultados llevamos obteniendo desde 2012, y ello a pesar de que somos de las regiones más ricas y la que más invierte en educación, cosa que por cierto podemos hacer, entre otras cosas, porque somos tan progresistas y solidarios que nos aprovechamos de la sobrefinanciación que nos otorgan nuestros sacrosantos derechos históricos. 

El Informe PISA coincide con otras evaluaciones internacionales y autonómicas. Pueden ver los datos y deprimirse un rato entre turrón y turrón. Pero no es cuestión de ponerse dramáticos en Navidad: al menos sabemos euskera, aunque no lo usemos.

 Hay razones diversas pero una de las cuestiones que lastra la educación de los jóvenes es que tengan que estudiar en una lengua que no es su lengua ni materna, ni familiar ni habitual, en lugar de hacerlo en la que habitualmente desarrollan su vida y el resto de sus actividades. 

El nacionalismo vasco, con la aquiescencia de la mayor parte de la sociedad y los partidos políticos, ha convertido a nuestros jóvenes en instrumentos para el impulso y el fomento del euskera, como si las personas fueran para las lenguas y no las lenguas para las personas. Una cosa es que quienes manejen habitualmente el euskera y sea esta su lengua materna estudien en euskera, otra cosa es que lo tenga que hacer la totalidad de la población, perjudicándose a sí misma y lastrando de ese modo su presente y su futuro.

 Las autoridades obvian que los derechos son de las personas, no de las lenguas. Y los resultados terminan siendo los que son: por un lado, el euskera no avanza en su uso porque en el mundo globalizado de hoy no puede avanzar más por mucho que se insista; por otro lado, y esto es lo dramático, el aprendizaje en una lengua que no dominan perjudica la formación de nuestros jóvenes."                (Gorka Maneiro, Vox Populi, 26/12/23)

2/2/24

Roger Senserrich: Las verdaderas víctimas del procés... Tras años de disputas, polémicas, protestas y golpes de Estado extraordinariamente chapuceros, el procés ha terminado... ya podemos ver quién ha sido el gran perdedor en esta disputa: Cataluña se ha quedado atrás, según todos los indicadores... Los políticos catalanes nacionalistas alegarán que todo esto se debe a que Madrid le roba... En realidad, Cataluña esencialmente recibe la misma cantidad de dinero por habitante que Madrid en este aspecto, y de hecho está un poco por encima de la media nacional... El procés, simplemente, ha sido un desastre para Cataluña... Ojalá me equivoque y Cataluña y Barcelona puedan volver a la senda del crecimiento. No soy del todo optimista

 "Tras años de disputas, polémicas, protestas y golpes de Estado extraordinariamente chapuceros, el procés ha terminado. Aunque es perfectamente posible que los partidos independentistas vuelvan a las andadas en un futuro más o menos lejano, lo cierto es que ahora andan más preocupados de buscar acuerdos en el Congreso y aprobar leyes que en absurdas cruzadas quijotescas intentando conseguir la secesión.

Veremos lo que les dura, y si esto es definitivo o una pausa. Sea lo que sea, creo que es un buen momento para hacer balance sobre el resultado final de esta década de conflicto político, y ver quién ha sido el gran perdedor en esta disputa. Para ello, podemos mirar los datos y ver que todos los indicadores se mueven en una misma dirección: Cataluña se ha quedado atrás.

Empecemos por la educación. El mes pasado se publicaron los resultados del informe PISA, comparando los niveles educativos de los colegios en toda la OCDE. Los resultados de los alumnos catalanes fueron espantosamente malos, a la cola de todas las comunidades autónomas. Dado que Cataluña es una comunidad rica, estos resultados son doblemente decepcionantes. Lo más grave, no obstante, es que no deberían tomar a nadie por sorpresa, ya que la tendencia en informes anteriores ya era más que preocupante.

El pequeño problema es que, durante los últimos años, de esto no se había hablado en Cataluña en absoluto. A pesar de que el gasto educativo por alumno es de los más bajos del país, la Generalitat no ha hecho más que hincharse la boca hablando de la Escola catalana y obsesionándose con la política lingüística, no si los chavales estaban aprendiendo nada. Soy partidario de la inmersión, pero las polémicas alrededor de la lengua y las malvadas imposiciones de Madrid han acabado siendo una excusa para no arreglar o ni siquiera prestar atención a un problema urgente.

Podemos hablar también de sanidad, otra de esas políticas públicas de la que los políticos catalanes nunca dejan pasar una oportunidad para alardear de su modelo. Lo que sucede en realidad es que la sanidad catalana se está cayendo a pedazos, con uno de los menores gastos por habitante de todas las comunidades. Es un sistema muy privatizado que maltrata sistemáticamente a sus empleados; sus gastos de personal son de los menores del país. No debería sorprender a nadie entonces que es una de las regiones con las listas de espera más largas tanto en atención quirúrgica como para tener una cita con un especialista.

Esto no es un problema nuevo, pero durante la última década ha estado completamente fuera del debate. Porque obviamente, era más importante discutir hasta el infinito si el uno de octubre fue un día patriótico de liberación o un día de liberalización patriótica que sobre hospitales, enfermeras y médicos.

La parálisis y estulticia del debate político catalán se extiende a otros temas, como el de las energías renovables. España es uno de los países líderes no de Europa sino del mundo en transición energética, con la pequeña excepción de una región de irreductibles galos en el noreste del país que esencialmente no están haciendo nada. Cataluña no está instalando capacidad de generación de energías renovables. Es más, el porcentaje de generación ha disminuido en los últimos dos años. Mientras que en el 2023 más de la mitad de la energía eléctrica en España fue producida sin emisiones, en Cataluña el porcentaje no llegó al 20%.

El motivo, nuevamente, es desidia. Durante la última década, la Generalitat ha tramitado proyectos a paso de tortuga, haciendo caso a cualquier iluminado que hablara de defender el territorio y el paisaje nacional sin la más mínima prisa para construir nada. Cuando tus políticos están distraídos cargando contra molinos de viento imaginarios, es difícil hacer que presten atención a molinos de viento reales.

La Generalitat, además, ha sido notoriamente incompetente ejecutando proyectos que en otras comunidades son casi rutina. La línea 9 del metro de Barcelona es a estas alturas casi un chiste, y más comparando con la excepcional capacidad de Madrid para construir obras similares.

A todo esto se le debe añadir, por descontado, la realidad de que el crecimiento económico en Cataluña ha disminuido notablemente en comparación al resto del país. Sigue siendo una comunidad rica, pero su distancia respecto a Madrid no hace más que agrandarse. La inestabilidad política probablemente haya pasado factura, pero mi sensación es que ha sido más grave la incapacidad de los gobiernos regionales durante todos estos años para intentar afrontar cualquier problema de forma realista lo que realmente ha hecho daño al crecimiento económico. En la primera mitad del 2022, Valencia recibió casi el triple de inversión extranjera que Cataluña; Madrid casi diez veces más.

Los políticos catalanes nacionalistas alegarán que todo esto se debe a que Madrid le roba, y lamentarán el reparto del sistema de financiación autonómica. En realidad, Cataluña esencialmente recibe la misma cantidad de dinero por habitante que Madrid en este aspecto, y de hecho está un poco por encima de la media nacional.

Reliquias postolímpicas

El procés, simplemente, ha sido un desastre para Cataluña. La que fuera la región más dinámica, innovadora y abierta al mundo se ha convertido en un lugar que es capaz simultáneamente de rehuir sus propios problemas mientras se mira el ombligo de manera obsesiva. Barcelona ha caído en un provincianismo infantil, un parque para turistas ensoñada en su propia cultura oficial.

Hace unos meses pasé unos días en Montreal. En el hotel donde nos alojábamos había una pequeña exposición sobre la Exposición Universal y los Juegos Olímpicos que se celebraron en la ciudad. Ambos eventos son recordados como la última era dorada de Montreal, el punto culminante de su época más creativa e innovadora. Justo después, Quebec se metió en años de disputas y votaciones independentistas, y la ciudad nunca acabó de recuperarse. Paseando por Barcelona estas navidades, las reliquias postolímpicas de la ciudad me recordaron bastante a todos esos monumentos medio abandonados de la ciudad canadiense.

Ojalá me equivoque y Cataluña y Barcelona puedan volver a la senda del crecimiento. No soy del todo optimista."                 ( , Vox Populi, 07/01/24)

29/1/24

Un escritor indepe se cambia el apellido 'porque soy un charnego agradecido'... y porque “el mundo sería mejor con más catalanes y menos fanfarrones españoles”

 "Jordi Galves, que no Gálvez, es un escritor y opinador del ecosistema ‘indepe’ en redes sociales. De tanto en tanto, consigue algún viral manifestando sus posturas netamente nacionalistas. En el último, explica por qué firma como “Galves” y cómo esto tiene un efecto mundial positivo.

Enfant terrible: X y YouTube

A tenor de su perfil de Wikipedia, que sospechosamente solo existe en catalán, Jordi Galves puede ser considerado como un polímata. “Escritor, ensayista, filólogo, profesor universitario”, y, lo que es más, “enfant terrible de las letras catalanas”. El ejercicio de sus letras se ha desplegado fundamentalmente en prensa procesista.

Entre una cosa y otra, se ha quedado con su perfil de X, un canal de YouTube y la reivindicación de que es una figura molesta. Su ideario es, en fin, el de un nacionalismo de alta intensidad. Monolingüismo, reivindicación de la unidad cultural de Cataluña y cosas por el estilo.

Su texto ‘Cornellà no es como Cataluña’ - que le valió una denuncia desestimada de Inés Arrimadas - es una buena muestra al respecto. Sea como fuere, después de su momento álgido durante el procés, parece que ahora va por libre. Como tantos otros, ha pasado de procesista a independentista.

Suma cero de fanfarrones

La semana pasada consideró oportuno aclarar a sus seguidores el motivo por el cual firma como “Galves” y no “Gálvez”. Entre otras nacionalistas razones, la fundamental es que “es un charnego agradecido”:

Esta adaptación de su apellido al catalán, explica, “exhibe la voluntad inequívoca de ser catalán por encima de cualquier otra cosa”. Y, efectivamente, adaptar “Gálvez” a “Galves” puede considerarse un ejemplo de voluntad inequívoca de ser catalán por encima de cualquier cosa.

Finalmente, Galves le da una dimensión ecuménica a su actitud. Señala que “el mundo sería mejor con más catalanes y menos fanfarrones españoles”. En el caso de existir fanfarrones catalanes, el total de fanfarrones en circulación no habría variado."             (e-notícies, 29/01/24)

26/1/24

Muere Juan-Ramón Capella, un marxista contra el ‘procés’: "El independentismo buscó legitimación para un proyecto ilegal en un simulacro de referéndum, el happening social del 1 de octubre de 2017"... Y directamente definió como “desconfianza ‘racista'” la actitud de parte del independentismo... "Que los políticos independentistas hayan dado lugar a esto no es delictivo; es mucho peor que un delito: es una ruindad”

 "Este miércoles ha fallecido Juan-Ramón Capella (Barcelona, 1939), catedrático emérito de Filosofía del Derecho, Moral y Política de la Universidad de Barcelona y uno de los primeros profesores de la Facultad de Derecho de la Universidad Autònoma de Barcelona tras su fundación.

 Era un marxista que perteneció al círculo de Manuel Sacristán, uno de los grandes teóricos de este pensamiento político en nuestro país. Era uno de los miembros del consejo de redacción, desde su fundación, de la revista ‘Mientras tanto’, la publicación de referencia del marxismo español.

Durante el proceso separatista catalán mantuvo posiciones muy críticas con la consulta ilegal del 1 de octubre, a la que definió como “un falso referéndum sin garantías”. Por ejemplo, en ‘Mientras tanto’ dedicó estas líneas a la actuación del secesionismo:

 “El independentismo catalán actúa como si no se diera cuenta de que ha sido derrotado políticamente y de que su ruidosa hegemonía social es sin embargo limitada, pues su modo de actuar le contrapone a la mayoría de la población de Cataluña y se la enajena.

El independentismo buscó legitimación para un proyecto ilegal en un simulacro de referéndum, el happening social del 1 de octubre de 2017: convocó a la población catalana a un referéndum ilegal, a sabiendas de que además no había censo, ni urnas transparentes y vacías, ni mesas electorales sorteadas, pudiéndose votar en cualquier parte, sin recuento fiable. Un falso referéndum sin garantías”.

Y directamente definió como “desconfianza ‘racista'” la actitud de parte del independentismo: “(…) la obnubilación que han creado en sus bases sociales las induce a ver como extranjeros a quienes no comparten sus ideas en Cataluña, y su desconfianza hacia el régimen político español -un régimen de libertades deficiente, pero seguramente el mejor que hemos tenido nunca- se extiende a la sociedad española, incluso a sus conciudadanos: una desconfianza geográfica, o, lo que es lo mismo, una desconfianza racista. Esta obnubilación disparatada, impulsada por emociones cuyas teclas saben tocar muy bien los irresponsables políticos independentistas -esa catalanidad llorona, quejosa, ofendida por lo que quiere verse ofendida, creyente en un credo histórico sesgado cuando no imaginario-, es su principal aportación a nuestra desgraciada historia. Que los políticos independentistas hayan dado lugar a esto no es delictivo; es mucho peor que un delito: es una ruindad”."         (Sergio Fidalgo, El Catalán.es, 25/01/24)

25/1/24

En Europa no se enteran de nada. Rechazan que el catalán, el vasco y el gallego sean oficiales, porque es demasiado caro... Con esa extraña austeridad que no sé por qué se emperran en practicar, los europeos no van a salir nunca de pobres. Si nos dejaran a nosotros, doblaríamos el presupuesto para traducciones -132 millones anuales son una bagatela- y lo adjudicaríamos a quien se nos antojara, como siempre. Si hace falta fraccionar el contrato para que pase más disimulado y sin necesidad de concurso público, se lo encargamos a Laura Borràs, toda una experta en el tema, que ahora tiene tiempo libre... Si Sánchez y el Vivales hubieran explicado claramente a los diputados europeos que el servicio de traductores e intérpretes puede ser un gran negocio para todos, ya estaríamos celebrando su aprobación

 "En Europa no se enteran de nada. Rechazan que el catalán, el vasco y el gallego sean oficiales, porque es demasiado caro. Pues claro que es caro, de eso se trata. Esos europeos ignoran que lo bueno del asunto es precisamente que sea caro, así hay más dinero a repartir en comisiones y así van a ganar más dinero los que se hagan con el contrato, que van a ser amigos o correligionarios (o deberían serlo, a poco bien que se hicieran las cosas), en el improbable caso de que se pueda ser una cosa sin ser la otra. 

Las cosas en Catalunya funcionan así desde siempre, parece mentira que en la vieja Europa, que se creen tan listos, no hayan entendido nada. Cuanto más dinero cuesta algo, más dinero hay a repartir entre quienes lo promueven, y además es dinero público, o sea, de todos, o sea, de nadie. ¿Cabe negocio más sencillo? Con esa extraña austeridad que no sé por qué se emperran en practicar, los europeos no van a salir nunca de pobres. Si nos dejaran a nosotros, doblaríamos el presupuesto para traducciones -132 millones anuales son una bagatela- y lo adjudicaríamos a quien se nos antojara, como siempre. Si hace falta fraccionar el contrato para que pase más disimulado y sin necesidad de concurso público, se lo encargamos a Laura Borràs, toda una experta en el tema, que ahora tiene tiempo libre. Seguro que en toda Europa no hay otra como ella, por lo menos en libertad.

 Si en lugar de apelar a sentimientos nacionales que en pleno siglo XXI suenan a trasnochados, Sánchez y el Vivales hubieran explicado claramente a los diputados europeos que el servicio de traductores e intérpretes puede ser un gran negocio para todos, ya estaríamos celebrando su aprobación. Y más si tenemos en cuenta que el asunto podría ampliarse a corto plazo a otras lenguas regionales de Europa, lo que supondría mucho más gasto y, por tanto, más posibilidades de pillar cacho. 

Observen los europeos cómo en España no hemos dudado a la hora de llevar servicio de traducciones al Congreso, a pesar de que allí todos pueden hablar la lengua común. ¿Creen acaso que ha sido por romanticismo? ¿Por una idea sentimental de España? ¿Por joder? Nada de eso, simplemente porque ahí hay posibilidades de hacer caja, si aquí hacemos dinero con las mascarillas para pasear por la calle en una pandemia, cómo no vamos a hacerlo con cuantas inutilidades se nos vayan ocurriendo. ¿O se creen que Oriol Pujol se metió en el asunto de las estaciones de ITV porque de repente se interesó por la seguridad viaria? Dinero, amigos europeos, dinero.

 Hay que insistir. Una cosa es que los europeos no quieran ni hablar de la posibilidad de una republiqueta, y la otra que sean tan burros que rechacen dinero. En Catalunya, donde hemos sido capaces de inventar un 'procés' para que unos cuantos vivan bien -y a fe que con gran éxito-, no se comprende que los europeos se muestren reacios a gastar 132 millones de los que podrían sacar tajada sin despeinarse. El problema de los europeos es su falta de generosidad. Como los eurodiputados ya cobran un sueldo más que generoso, no les importan los empresarios, amigos, familiares y gente del partido que podrían beneficiarse del servicio de traducción. Deberían tomar ejemplo de Catalunya, donde siempre hay un sueldo, una concesión o un cargo a disposición de los amigos.

'Diners', 'money', 'argent', 'dinheiro', 'geld', 'soldi', así de fácil se traduce sin necesidad de intérpretes lo que significa el servicio de traducciones."            (Albert Soler, El Periódico, 15/12/23)

24/1/24

La decepción que siguió al procés se palpa en el ambiente, impera el desánimo en quienes creyeron a los líderes que les aseguraron que la independencia estaba a tocar. Hay un sector del independentismo tan ciego en su fe en estos líderes, que no puede siquiera plantearse pedirles que rindan cuentas... Se creen que son iguales que las élites que los dominan... Junts, como Trump o Le Pen, hace lo de siempre: difundir el miedo a la sustitución demográfica, atizar el odio contra el que es necesario para así poder someterlo mejor, pero externalizando su control en los propios compañeros de clase social (Najat El Hachmi)

 "Las élites económicas siempre han temido la sublevación de las masas que tienen bajo los pies porque saben, aunque no lo admitan, que su orden es injusto. En Cataluña, las clases dominantes se han encargado siempre de crear y difundir el relato sobre lo que somos todos los catalanes. La raíz primera de este paternalismo que borra la voluntad ciudadana en el revuelto indiferenciado de poble, país o nació está en el siglo XIX y los albores de la industrialización. Sin los obreros, extraídos primero del propio campo catalán y luego de otros lados, el deslumbrante progreso que se arrogaban los amos, otrora tan admirados por su empuje y capacidad de hacerse ricos, se hubiera quedado en nada, sin los numerosos brazos que hacían funcionar las fábricas. De ahí el miedo casi atávico de las clases altas a la revuelta de los muchos, a la revolución bolchevique que les arrebate lo que en realidad ganaron exprimiendo a sus subordinados.

Hace ya tiempo que en las sociedades occidentales el miedo a la revolución roja fue sustituido por el miedo al reemplazo demográfico, una paranoia difundida por las propias clases dominantes para así tener a los trabajadores divididos y canalizar la frustración de las clases medias y bajas autóctonas. En el caso catalán, la decepción que siguió al procés se palpa en el ambiente, impera el desánimo en quienes creyeron a los líderes que les aseguraron que la independencia estaba a tocar. Hay un sector del independentismo tan ciego en su fe en estos líderes que no puede siquiera plantearse pedirles que rindan cuentas. Les prometieron el oro y el moro y ahora no les van a dar más que el segundo y ellos tan contentos. Se creen que son iguales que las élites que las dominan y que defienden los mismos valores: la cultura, la lengua, la nació. Señalando al inmigrante se diferencian de los pobres y los despreciados por el poder, viéndose a sí mismos tan ricos como los amos que los usan para sus propios fines. Lo cierto es que Cataluña no sería Cataluña sin los inmigrantes del mismo modo que EE UU no se habría construido sin la llegada a su territorio de personas de todo el mundo. Sin personas “de fuera”, en vez de ocho millones seríamos dos millones, pero Junts, como Trump o Le Pen, hace lo de siempre: difundir el miedo a la sustitución demográfica, atizar el odio contra el que es necesario para así poder someterlo mejor pero externalizando su control en los propios compañeros de clase social."             (Najat El Hachmi , El País, 19/01/24)

23/1/24

El problema de Izquierda Española es su carácter profundamente identitario y prepolítico... Lo primero, por construirse a la contra de los nacionalismos periféricos, algo que ya pasó con UPyD y Ciudadanos, partidos de donde proceden algunos de sus componentes. Lo segundo, por fabular con que en España el centralismo puede ser funcional (Daniel Bernabé)

 "La última vez que discutí con miembros de lo que es hoy Izquierda Española les dije que se parecían a los niños de San Ildefonso, por lucir esa llamativa estética personal tan atildada, como de alguien que, definiéndose progresista, siente que tiene que pedir perdón desde lo textil. La razón de la polémica se hallaba en su enmienda a la totalidad de la recién aprobada reforma laboral, a la que calificaron de terrible cesión a los empresarios. No fueron los únicos que erraron en cargar contra uno de los grandes éxitos del Gobierno en favor de los trabajadores, aunque al menos ellos lo hicieron de manera diáfana.

La anécdota no es gratuita. Explica que quien quiere lanzar un nuevo partido necesita oponerse a lo existente para tomar una cierta relevancia. También presentarse antes de las elecciones europeas, esa magnífica pista de despegue por su circunscripción única y, además, conseguir toda la atención mediática posible. Si en la derecha husmean que de alguna forma vales para dividir el voto progresista tendrás su favor asegurado; hasta ahí nada nuevo que no ocurriera en 2014 con Podemos. Cada cual sabe con quién cena, con quién se acuesta y dónde busca la financiación

 El problema de Izquierda Española no es ese, sino su carácter profundamente identitario y prepolítico. Lo primero, por construirse a la contra de los nacionalismos periféricos, algo que ya pasó con UPyD y Ciudadanos, partidos de donde proceden algunos de sus componentes. Lo segundo, por fabular con que en España el centralismo furibundo puede ser funcional. Nuestra arquitectura institucional se pensó en la Transición para favorecer a la provincia sobre los núcleos urbanos, allá donde eran fuertes los comunistas. Los jarrones chinos a los que hoy se les llena la boca de la palabra traición son los mismos que prefirieron a Tarradellas antes que al PSUC.

 En el fondo, el valor de Izquierda Española no creo que sea siquiera electoral, sino de representar un sucedáneo progresista que se amolde a una peligrosa idea que circula en la Corte en los últimos tiempos: se debe acabar con los nacionalistas vascos y catalanes (desde el nacionalismo español). La pusieron en circulación Ayuso y Vox el pasado mayo, la retomó Génova en la jornada de los tres decretos. Ilegalizar partidos tiene difícil encaje constitucional, pero antes de que cualquier realidad acabe tomando cuerpo es necesario anticiparla en el imaginario colectivo.

 Una cosa son los pecados indepes, esa estomagante tendencia de Junts a tomarse esta legislatura como un todo o nada. Y otra bien diferente que las derechas, renuentes e incapaces de adaptarse a la realidad española de 2024, crean viable eliminar de la ecuación a una parte del electorado. Feijóo tuvo que matizar, pero se intuye que el objetivo de fondo es amputar a una parte de quien compone el Legislativo para permitir una involución reaccionaria sin contestación. Suena excesivo, pero piensen cuál debe ser la medida del exceso para los que se confabularon para impedir la pasada investidura al llamamiento de “el que pueda hacer, que haga”. (...)"               (Daniel Bernabé , El País, 22/01/24)

22/1/24

Despiden a músico sevillano por no acreditar un nivel C1 de catalán tras 27 años en la banda municipal de Barcelona... El músico explica que entiende "perfectamente el catalán" y recuerda en 2006 consiguió el nivel A2 tras realizar, voluntariamente, una formación. Sin embargo, el consistorio, dirigido entonces por Colau, le exigía un dominio superior de la lengua que no ha sido capaz de acreditar... Óscar Guardingo: es cinismo argumentar que un empleado público en Cataluña tiene que entender catalán (A1 que se saca en un par de meses), pero exigir un C1 (varios años) para dificultar que otros españoles accedan al empleo público de tu comunidad autónoma... El mérito del pujolismo y de Junts es haber construido un país donde una mayoría social prefiere un sistema sanitario con déficit de enfermeras antes que rebajar el nivel exigido de catalán a un B1

Óscar Guardingo @oguardingo

Deberían exigir el C1 de catalán a los intensitos que justifican que se despida a un musico por no tener el C1. Hacen unos errores ortográficos y gramaticales horrorosos, por no hablar del desprecio a la lengua catalana que supone pensar que un C1 te lo sacas con la chorra.

El mérito del pujolismo y de Junts es haber construido un país donde una mayoría social prefiere un sistema sanitario con déficit de enfermeras antes que rebajar el nivel exigido de catalán a un B1.

 Argumentar que un empleado público en Cataluña tiene que entender catalán (A1 que se saca en un par de meses), pero exigir un C1 (varios años) para dificultar que otros españoles accedan al empleo público de tu comunidad autónoma. El cinismo.

12:32 p. m. · 20 ene. 2024 23,6 mil Reproducciones


"Este viernes será el último día del sevillano José Joaquín Sánchez como clarinetista de la Banda Municipal de Barcelona después de 27 años. 

El músico de 53 años será despedido por el Ayuntamiento de Barcelona. La razón: no saber catalán.

Según informa el diario 'El Mundo', el clarinetista debía acreditar, al menos, un nivel C1 de catalán y, tras no lograrlo, se verá forzado a abandonar la Banda de la que ha formado parte durante más de la mitad de su vida. Se trata de una exigencia lingüística que ya denunció una enfermera gaditana en un vídeo compartido en sus redes sociales y por el que fue expedientada.

"Para muchas profesiones es desproporcionado y absurdo, pero en el caso de la música... El lenguaje musical es universal", asegura al diario citado anteriormente José Joaquín Sánchez. Además, considera que "esta utilización de la lengua es un esperpento, una aberración".

Asimismo, el músico censura que "se está empleando el catalán como un arma política de discriminación". Tras pasar casi 30 años como interino, José Joaquín Sánchez fue empujado por el Ayuntamiento de la Ciudad Condal a participar en un concurso de méritos para regularizar su plaza, en el que en 2020 la Generalitat incluyó la exigencia de "estar en posesión de los conocimientos del nivel de catalán" de, al menos, un C1.

Finalmente, forzado por la ley estatal 20/21 de estabilización del sector público, el clarinetista se presentó en 2022 y tras haber fallado en la prueba del catalán "obligatoria y eliminatoria", será despedido.

El músico explica que entiende "perfectamente el catalán" y recuerda en 2006 consiguió el nivel A2 tras realizar, voluntariamente, una formación. Sin embargo, el consistorio, dirigido entonces por Colau, le exigía un dominio superior de la lengua que no ha sido capaz de acreditar.

En Cataluña estamos viviendo una dictadura lingüística

"En Cataluña estamos viviendo una dictadura lingüística", denuncia el músico. "En lugar buscar un fomento amable del catalán, lo están usando como una herramienta de marginación", lamenta.

Además, Sánchez lo compara con "un virus que se está extendiendo a todas las capas de la sociedad: la educación, la sanidad la cultura... Estamos llegando a un grave problema dentro de un país que tiene una lengua común, que es el español", dice., lamenta el músico.
Vía judicial

La esperanza del músico está puesta en la vía judicial. José está a la espera de sentencia después de haber impugnado las bases del concurso de mérito al considerar los requerimientos lingüísticos "excluyentes y desproporcionados".

"Alegamos que se trata de un despido nulo por venir motivado exclusivamente por motivos de lengua. Se le echa del trabajo por no acreditar un requisito lingüístico que la práctica diaria ha demostrado que no era necesario para realizar sus funciones. Es una discriminación clara. Es evidente que para tocar el clarinete en la Banda Municipal no se requiere un nivel C1 de catalán", comenta Ángel Escolano, abogado del clarinetista." (Onda Cero, 19/01/24)

19/1/24

Dos experimentos evidencian discriminación laboral severa contra solicitantes de empleo “castellanos” en Cataluña durante el procés... esta discriminación fue elevada en el conjunto de Cataluña y pudo llegar a ser extraordinariamente elevada en el caso de las empresas ubicadas en las regiones de mayor apoyo a la independencia (Javier G. Polavieja, estudio presentado en la V Conferencia Anual de Sociología Experimental)

 "(...) Las dinámicas de construcción de barreras étnicas son dinámicas universales, cuyos patrones y consecuencias son bien conocidos por los estudiosos del conflicto étnico. Una vez desatadas, estas dinámicas dan lugar a procesos de polarización identitaria a menudo difíciles de embridar (sobre todo si se azuzan en sociedades con altos niveles de desafección política y baja confianza en las instituciones, como es el caso de nuestra peculiar “Dinamarca del Sur”). A pesar de los esfuerzos iniciales de las elites soberanistas por presentar el procés como un movimiento amable e inclusivo (“la revolució dels somriures”), las dinámicas endogrupo-exogrupo generan fracturas sociales que pueden llegar a ser profundas -y, en algunos casos, definitivas. Por fracturas debemos entender, no sólo conflictos en el plano simbólico-discursivo, sino, sobre todo, procesos objetivos (y, por tanto, mensurables) de exclusión o cierre social. La discriminación en el ámbito económico, especialmente en los mercados laborales, es uno de los principales mecanismos que conocemos de cierre social, pues dificulta el acceso de los miembros del exogrupo a recursos materiales escasos, como es el empleo, fuente principal de ingresos en las sociedades contemporáneas.

La existencia de discriminación en los mercados de trabajo resulta, sin embargo, particularmente difícil de contrastar empíricamente. El problema es que la mera evidencia de brechas (diferencias) observables en cualquier dimensión objetivable del logro laboral entre diferentes grupos sociales no constituye en sí misma evidencia de procesos de discriminación –pues dichas brechas podrían deberse a una distribución desigual de recursos, preferencias y/o capacidades no observables para el investigador. Por eso, para demostrar la existencia de barreas étnicas objetivas, no basta con encontrar brechas (en empleo, salarios, trayectorias laborales, etc), sino que es necesario identificar la existencia de procesos discriminatorios contra el exogrupo y esto último es metodológicamente mucho más costoso. Tal vez por esta razón –y también porque plantear la posibilidad de que exista discriminación contra poblaciones autóctonas ha sido poco menos que anatema en nuestro país–, apenas existe investigación empírica sobre esta cuestión en las ciencias sociales españolas. 

Hoy podemos empezar a rellenar esta laguna gracias a los datos aportados por dos experimentos de campo: el experimento GEMM y el experimento CAT-H, cuyos hallazgos principales he tenido ocasión de presentar en la V Conferencia Anual de Sociología Experimental, conferencia internacional celebrada recientemente en Madrid. Siguiendo las recomendaciones de nuestra principal entidad financiadora, el Consejo Europeo de Investigación, comparto a continuación dichos hallazgos con el fin de contribuir a su difusión pública.

El proyecto GEMM: una ventana única para el estudio de la discriminación laboral contra solicitantes de empleo “castellanos” en Cataluña

Entre 2016 y 2018, un equipo de investigadores de las universidades de Ámsterdam, Utrecht, Oxford, Oslo, Carlos III de Madrid y el Centro de Ciencias Sociales de Berlín (WZB), completamos el trabajo de campo del mayor estudio sobre discriminación laboral realizado en Europa, el proyecto GEMM (Growth, Equal Opportinities, Migrations and Markets). El estudio GEMM es un experimento de campo (test de correspondencia online) armonizado, diseñado para detectar discriminación en el acceso al empleo en cinco países europeos (Alemania, España, Noruega, Países Bajos y Reino Unido). En este tipo de experimentos, los investigadores enviamos currículos ficticios a vacantes laborales reales, aleatorizando aquellos “tratamientos” de interés para nosotros (en este caso, el ancestro étnico de nuestros solicitantes), mientras mantenemos idénticas el resto de características curriculares. Esto nos permite averiguar si nuestros tratamientos influyen (o no) sobre la probabilidad de que las empresas se interesen por nuestros solicitantes, así como estimar cuánto influyen –dentro de unos márgenes de error estadístico que también podemos calcular.  Los experimentos de campo son la herramienta más avanzada para el estudio de procesos de discriminación laboral. Aunque GEMM no fue diseñado expresamente para identificar discriminación entre grupos étnicos autóctonos, la coincidencia temporal entre el procés catalán y el trabajo de campo del experimento en España nos ofrece una ventana de observación única para estudiar si hubo discriminación laboral contra solicitantes de empleo “castellanos” en Cataluña entre 2016 y 2018.

¿Cómo medimos la discriminación contra los “castellanos” en Cataluña?
En su diseño original, el experimento GEMM sólo incluía un “tratamiento” para la población autóctona en cada país. En el experimento español, este tratamiento corresponde a jóvenes solicitantes de empleo nativos (descendientes de padres españoles) con nombres y apellidos “castellanos”. Como explico con más detalle en este anexo técnico, para identificar la discriminación en el empleo contra este grupo “castellano-descendiente” en Cataluña, utilizamos como grupo de referencia a solicitantes de empleo curricularmente idénticos en todas las características relevantes (incluida la nacionalidad española), pero cuyos padres nacieron en cinco países de Europa occidental (Alemania, Italia, Grecia, Países Bajos y Reino Unido). Al utilizar a este grupo de ascendencia europea como grupo de referencia (que llamamos altergrupo), capturamos exclusivamente la parte de la discriminación laboral que se debe al rechazo étnico (o discriminación negativa) contra el grupo castellano-descendiente, pero no capturamos la parte de la discriminación que se pudiera deber a la llamada homofilia étnica, que es la tendencia de los empleadores a preferir candidatos de su mismo grupo étnico (discriminación positiva). Precisamente para estudiar este segundo componente potencial de la discriminación, realizamos el experimento auxiliar CAT-H (que explico más abajo). 
¿Hubo discriminación negativa contra los “castellanos” en Cataluña?

Utilizando una submuestra de datos provenientes de unas tres mil empresas testadas a lo largo del territorio español, hemos calculado la probabilidad de respuesta positiva (muestra inequívoca de interés en el candidato) por parte de los empleadores para solicitantes españoles  de ancestro europeo o altergrupo (en adelante, “euro-descendientes”), solicitantes españoles de padres españoles y apellidos “castellanos” (en adelante, “castellano-descendientes”) y solicitantes españoles descendientes de padres del Magreb, África Subsahariana y Oriente Medio (en adelante, “África-Magreb-OM”) para ofertas de empleo en la Comunidad de Madrid, Cataluña, País Vasco-Navarra y otras comunidades catalanoparlantes (Valencia y Baleares). En el experimento GEMM, todos los solicitantes ficticios tienen experiencia laboral en Madrid, ciudad en la que residen en el momento de cursar su solicitud de empleo online. Sin embargo, cuando la oferta de empleo corresponde a una comunidad con lengua propia, señalizamos en los currículos que el candidato/a es originario/a de dicha comunidad y que conoce su lengua propia (en el caso del catalán, señalizamos dominio de la lengua, en el caso del vasco, sólo conocimiento). Incluimos en el análisis a los descendientes de África-Magreb-OM porque sabemos, por trabajos previos, que este colectivo sufre las tasas más altas de discriminación en España (y en Europa) y esto nos permite utilizarlos como categoría “baliza”, para calibrar mejor la intensidad de la posible discriminación contra los castellano-descendientes en Cataluña. Las probabilidades de respuesta positiva las hemos calculado utilizando un sencillo modelo de regresión que incluye controles por el tipo de vacante ofertada, por lo que deben entenderse como promedio de las seis ocupaciones analizadas en GEMM (véase anexo técnico). Pues bien, ¿qué encontramos?

(...) presentamos los resultados para la Comunidad de Madrid y Cataluña. Estas dos regiones son muy similares en niveles de PIB y estructura económica y concentran el mayor número de ofertas vacantes en el experimento GEMM español (un quinto y un cuarto del total respectivamente). El contraste en las respuestas de los empleadores en ambas regiones resulta revelador: En Madrid, los solicitantes euro-descendientes y los castellano-descendientes presentan probabilidades de respuesta positiva muy parecidas, de en torno al 27 y 29 por ciento respectivamente, una diferencia mínima que no resulta estadísticamente significativa. Es obvio que ninguno de estos dos grupos está discriminado negativamente en Madrid. Sin embargo, en Cataluña la situación es distinta, pues, si bien la tasa de respuesta positiva para los euro-descendientes es estadísticamente indistinguible de la que observamos en Madrid, la tasa de respuesta para los castellano-descendientes baja casi diez puntos porcentuales, hasta el 20 por ciento. Esta sí es una tasa significativamente menor en términos estadísticos que la que observamos para los euro-descendientes en Cataluña. En los estudios de discriminación laboral utilizamos el llamado Ratio de Rellamada (CBR, en sus siglas en inglés) como medida estándar de discriminación. Si usamos a los euro-descendientes como grupo de referencia (altergrupo) y dividimos su tasa media de respuesta positiva por la de los castellano-descendientes, obtenemos un CBR de 1.43 en Cataluña. Esto significa que, para obtener una respuesta positiva por parte de los empleadores catalanes, un solicitante castellano-descendiente, que buscara empleo desde Madrid entre 2016 y 2018, habría tenido que enviar un cuarenta por ciento más de solicitudes que un solicitante idéntico (que también buscara empleo desde Madrid) pero descendiente de padres europeos.

 Esta tasa de discriminación (que no incluye el posible efecto de la homofilia étnica en Cataluña) estaría prácticamente en la media de las estimaciones de discriminación observadas para los Afroamericanos en EE.UU. cuando se los compara con candidatos anglo-descendientes curricularmente idénticos (CBR=1.45). En Cataluña, los niveles de discriminación contra los castellano-descendientes no llegan a ser tan severos como los que observamos contra los descendientes de África-Magreb-OM, quienes tendrían que mandar el doble de solicitudes que los euro-descendientes para obtener una respuesta positiva. Nótese, sin embargo, que los niveles de discriminación contra los “castellanos” en Cataluña son muy similares a los que observamos contra los descendientes de África-Magreb-OM en Madrid (CBR= 1.43 vs CBR=1.46, diferencia que no llega a ser estadísticamente significativa). En conclusión, estos hallazgos sugieren que, entre 2016 y 2018, en Cataluña hubo discriminación significativa contra los solicitantes de empleo con apellidos castellanos y residencia postal en Madrid, a pesar de que en sus solicitudes se indicara procedencia catalana y dominio del catalán

Es importante destacar que este tipo de discriminación parece darse exclusivamente en Cataluña, pues, al igual que ocurre en la Comunidad de Madrid, tanto en el País Vasco-Navarra como en Valencia-Baleares, los castellano-descendientes obtienen tasas de respuesta positiva estadísticamente indiferenciables de la de los euro-descendientes (excluimos Galicia de este análisis por carecer de suficiente número de ofertas vacantes en esta comunidad). Más allá de Cataluña no encontramos, por tanto, evidencia significativa de discriminación negativa contra los castellanos-descendientes (... ). 

¿Hubo (además) homofilia étnica en Cataluña?El experimento CAT-H

Como ya se ha explicado más arriba, el diseño original del proyecto GEMM no incluía solicitantes nativos que no tuviesen nombres y apellidos castellanos. Por eso, para estudiar la homofilia étnica en Cataluña, desde el Laboratorio de la Desigualdad y la Discriminación (D-Lab), realizamos un segundo experimento, que llamamos CAT-H (Catalan Homophily), como experimento auxiliar del estudio GEMM. Entre marzo y mayo de 2018, enviamos casi trescientos nuevos solicitantes ficticios a vacantes reales ofertadas en Cataluña, siguiendo el mismo diseño de GEMM. Estos nuevos candidatos eran idénticos a los candidatos ficticios de GEMM en todas sus características curriculares, incluidas la experiencia laboral y la residencia postal madrileñas, pero esta vez utilizamos nombres y apellidos reconociblemente catalanes. Nos interesaba saber cuál sería la respuesta media a estos candidatos en Cataluña y, más específicamente, contrastar las posibles diferencias en las respuestas entre las empresas ubicadas en las provincias mayoritariamente pro-independentistas del norte (Girona y Lleida) y aquellas ubicadas en las provincias mayoritariamente no independentistas del sur (Barcelona y Tarragona) (nota: los datos para el sur reflejan fundamentalmente el comportamiento de las empresas de Barcelona, donde se concentran el noventa por ciento de todas las ofertas de empleo de la región sur y el ochenta por ciento del total de ofertas en Cataluña). Utilizando de nuevo una regresión con controles por tipo de vacante ofertada (ocupación), podemos calcular las probabilidades media de respuesta positiva a solicitantes catalano-descendientes en estas dos zonas geográficas. ¿Qué encontramos?

Como podemos observar en la Figura 3, las probabilidades medias de respuesta positiva para los castellano-descendientes no difieren significativamente entre el norte y el sur de Cataluña, por lo que cabría concluir que el rechazo al exogrupo castellano es probablemente similar a lo largo del territorio catalán (datos GEMM, 2016-2018). Sin embargo, la tasa de respuesta positiva para los catalano-descendientes que encontramos en el experimento CAT-H sí difieren notablemente entre ambas zonas: en Barcelona-Tarragona, los solicitantes catalano-descendientes tienen una probabilidad media de respuesta positiva de en torno al 29 por ciento, mientras que en Girona-Lleida esta probabilidad se dispara por encima del 40 por ciento, lo cuál sugiere una fuerte homofilia étnica en el norte del país.

 Suponiendo que la probabilidad media de respuesta positiva a los castellano-descendientes observada en el experimento original GEMM  (realizado desde noviembre de 2016 a finales de febrero de 2018)  se hubiese mantenido inalterada en Cataluña en los meses de marzo a mayo de 2018 (suposición que no nos parece excesivamente temeraria), podríamos concluir que, en Girona-Lleida, los solicitantes de empleo con nombres castellanos y residencia en Madrid tendrían que mandar el doble de solicitudes de empleo que solicitantes con idénticos currículos (incluida la dirección postal madrileña) y nombres catalanes, a pesar de que ambos reportan idénticos niveles de competencia lingüística; mientras que en Barcelona-Tarragona “sólo” tendrían que enviar un 40 por ciento más. La discriminación medida en todo su rango (rechazo al exogrupo + homofilia étnica) podría haber alcanzado así niveles extremos en Girona-Lleida, siendo el segundo componente de la discriminación (la homofilia) lo que marca la diferencia con las provincias del sur (nota: conviene tener en cuenta, no obstante, que los márgenes de error son amplios en las provincias del norte, pues contamos con poco más de cien empresas que ofertaran vacantes en el periodo estudiado y esto reduce la precisión de nuestros estimadores). 

 A modo de conclusión

Los hallazgos presentados en este artículo permiten concluir, con una alta probabilidad estadística, que en la Cataluña del procés hubo discriminación laboral significativa contra solicitantes de empleo con nombres y apellidos castellanos (y residencia postal en Madrid), a pesar de que en sus currículos se indicaba procedencia catalana y dominio del catalán. Nuestras estimaciones sugieren que esta discriminación fue elevada en el conjunto de Cataluña y pudo llegar a ser extraordinariamente elevada en el caso de las empresas ubicadas en las regiones de mayor apoyo a la independencia. Que sepamos, estos son los primeros estimadores de discriminación laboral para poblaciones autóctonas españolas reportados desde las ciencias sociales. Aunque los experimentos de campo no nos permiten demostrar un vínculo directo entre barreras simbólicas (discursos públicos) y barreras objetivas (pues no podemos observar los procesos mentales que guían las decisiones de contratación de los empleadores), nuestros estimadores evidencian la existencia de cierre social con efectos claros –y preocupantes– sobre la igualdad de oportunidades

Esta evidencia plantea, en mi opinión, cuatro preguntas ineludibles: Primera, ¿cuáles hubieran sido nuestros estimadores de discriminación si el estudio se hubiera realizado antes del procés o si se realizara hoy? Es decir, ¿hasta qué punto son coyunturales los niveles de discriminación encontrados? Segunda, ¿pudo haber también discriminación contra solicitantes catalano-descendientes en el resto de España? Es decir, ¿podríamos haber encontrado efectos simétricos resultantes de la polarización étnica fuera de Cataluña durante el procés? ¿Y antes? ¿Y hoy? Tercera, ¿hasta qué punto nuestros hallazgos dependen de la residencia postal y la experiencia laboral madrileñas? ¿Hubiéramos encontrado niveles de discriminación similares para solicitantes castellano-descendientes nacidos en Cataluña y con residencia postal y experiencia laboral catalanas? ¿Y antes del próces? ¿Y hoy? Y, cuarta, ¿por qué no ha habido investigación empírica sobre discriminación contra minorías autóctonas en regiones con fuerte identidad nacional en España? Es decir, ¿por qué no podemos, a día de hoy, responder a ninguna de las tres preguntas anteriores? ¿Hay algún investigador serio que considere, honestamente, que estas preguntas no son relevantes?

La investigación sobre discriminación contra minorías autóctonas en regiones con fuerte identidad nacional constituye material políticamente inflamable en nuestro país. Esto ha hecho que se convierta poco menos que en un tema tabú para las ciencias sociales. Sin ponernos demasiado solemnes, convendría recordar que las ciencias sociales, que se nutren fundamentalmente de fondos públicos, tienen como deber fundamental el ayudarnos a comprender mejor el funcionamiento de nuestras sociedades. Para ello, es imprescindible poder explicar cuáles son –y cómo funcionan– los mecanismos implicados en la producción y reproducción de las desigualdades sociales, de todas las desigualdades sociales, moleste a quien moleste. Necesitamos urgentemente más investigación –y menos escurrir el bulto. "               (Javier G. Polavieja, Agenda Pública, 13/09/23)