"«El Norte está cansado de apoyar al Sur». «El Sur no puede seguir viviendo a costa del Norte». ¿Cuántas veces en los últimos años hemos oído sentimientos semejantes en Italia?
«Los del Sur que luchan contra la autonomía son egoístas comparados con los del Norte, porque ahora mismo, en Italia, hay 12 regiones del Centro-Norte que dan más dinero del que reciben, y otras ocho regiones que reciben más del que dan», según nada menos que el Ministro de Asuntos Regionales, Roberto Calderoli. Se ha llegado a este punto: decir abiertamente que a los que no les va bien y piden solidaridad son unos egoístas que no tienen reparos en perjudicar a los que están bien.
Más allá de ser moralmente espantoso, lo cierto es que aplicar ese razonamiento a las regiones carece de todo sentido. Es un torpe intento de manipulación. El argumento de que las regiones virtuosas «sostienen» a las no virtuosas con su propio dinero se basa en la evaluación de los ingresos fiscales pagados y del gasto público recibido por región. Del hecho de que haya regiones que pagan más impuestos que el valor de los servicios públicos que reciben y otras regiones que reciben servicios públicos en una cuantía superior a los ingresos fiscales que producen, extraen la inferencia de que unas regiones disfrutan de servicios que pagan otras.
En este sentido, argumentan que las primeras tienen un «superávit fiscal» y las segundas una «deuda tributaria». La implicación es que, si cada región pagara impuestos sólo por el importe exacto del gasto público que recibe, el resultado sería que las regiones más ricas podrían reducir su presión fiscal manteniendo el mismo nivel de servicios, mientras que las más pobres verían disminuir ese nivel. El Presidente de Lombardía calcula que su región paga «demasiado», 54.000 millones de euros; sus colegas del Véneto y Emilia-Romaña cifran el exceso en 18.000 y 17.000 millones de euros, respectivamente; el Presidente del Piamonte dice que la cifra correspondiente a su región es de 11.000 millones de euros. De ahí la acusación de egoísmo contra quienes trabajan para evitar recortes en los fondos que van en beneficio de los demás.
Pero basta echar un vistazo más de cerca para darse cuenta de lo insustanciales que son tales afirmaciones. ¿Las regiones pagan realmente impuestos y reciben servicios públicos? ¿Tienen realmente «excedentes fiscales» o «pasivos»? La respuesta a todas estas preguntas es no. Las regiones no tienen superávit fiscal, ya que, en realidad, ni pagan impuestos ni reciben servicios públicos. Son las personas las que lo hacen y, en cualquier caso, da igual que residan en uno u otro territorio regional. Lo que cada persona paga de impuestos y recibe de servicios depende de su renta, patrimonio, edad, salud, condiciones personales y familiares, etc.: elementos que, por regla general, nada tienen que ver con la región en la que reside. Yo pago impuestos por mis ingresos como profesor universitario al mismo tipo medio que un colega mío que, con la misma cualificación y antigüedad, da clases en la Universidad de Macerata. Y si ambos tenemos la misma situación familiar, recibimos un subsidio mensual idéntico del INPS por nuestros hijos a cargo.
Atribuir a las regiones nociones que se aplican propiamente a los individuos - como están haciendo el Ministro Calderoli y los presidentes de las regiones del norte - es una falacia argumentativa y un clamoroso fracaso de la lógica. Y es también una pretensión jurídicamente insostenible. Como reconoce el Tribunal Constitucional en su sentencia nº 83 de 2016, la Constitución, en su artículo 2, impone deberes recíprocos de solidaridad económica, política y social a los ciudadanos italianos en cuanto tales, y no a los venecianos hacia otros venecianos ni a los piamonteses hacia otros piamonteses. Una vez más, el territorio de residencia no tiene relevancia alguna; de lo contrario, la unidad nacional quedaría hecha jirones, empezando por el pueblo italiano que constituye su base.
Afirmar la existencia de «pueblos regionales» es negar la existencia del pueblo italiano. Por ello, el principio constitucional de progresividad fiscal (art. 53) implica la redistribución de la riqueza entre los conciudadanos del Estado, no de la región, como medio para desarrollar los vínculos sociales entre las personas. (...) Reducir la solidaridad redistributiva al nivel de los conciudadanos de una región, en detrimento de los compatriotas, significa (...) sancionar la prevalencia de la pertenencia regional sobre la pertenencia nacional, una reivindicación que procede de un trasfondo abiertamente secesionista, lo que pone a quienes la impulsan en colisión con la unidad y la indivisibilidad de la República, proclamadas como principio fundamental inviolable por el artículo 5 de la Constitución.
* Del libro Loro loro dicono, noi diciamo. Sobre Premierate, Justicia y Regiones («Lo que ellos dicen, lo que nosotros decimos. Sobre Premierate, Justicia y Regiones») de Gustavo Zagrebelsky, Armando Spataro y Francesco Pallante, ed. Laterza"
(Francesco Pallante , il manifesto global, 27/10/24, traducción DEEPL)
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