Raúl Guerra Garrido, escritor y Premio Nacional de Literatura: «Si no se tiene en cuenta el miedo en el País Vasco, todo lo que se negocie será falso»
(…) -Cuando en 1970 escribió «Cacereño», su primera novela, no podía imaginar que casi cuarenta años después seguiría hablando del País Vasco y no precisamente desde el costumbrismo.
-Nadie imaginó lo que nos esperaba, incluso a pesar de que el atentado de Carrero Blanco me produjo un enorme enfado, porque sabía que se iba a pagar un precio por ese asesinato, porque la izquierda se iba a creer que ETA era de los nuestros.
-¿Cómo es posible que en uno de los lugares más desarrollados de Europa y del mundo, impere la irracionalidad política?
-Creo que en todas las sociedades donde existe un diferenciación, de tipo racial, religiosa o lingüística, siempre hay alguien que se aprovecha y levanta la bandera del «nosotros» contra los «otros». Es una maldición. En una sociedad como la vasca, industrializada, muy compleja y con un gran nivel económico, no puedes aspirar a crear un país unívoco, aunque se ha conseguido transmitir esa unidimensionalidad: vasco es igual a nacionalista y esto lo hemos asumido todos. En nuestro Parlamento hay un Grupo Vasco, que es el del Partido Nacionalista Vasco. Y el resto de los vascos que hay en el Parlamento, ¿qué son? (…)
Nada de eso se entiende si no es a través del miedo. Si eliminas el factor miedo, todo lo que hagas, discutas o negocies estará sobre unas bases falsas. Son terroristas y por lo tanto han impuesto el terror. (…)
A mí me interesan las situaciones individuales, ese miedo que no aparece nunca y que no es objeto de artículos de fondo pero que he visto en amigos, en vecinos, en gente anónima. (…)
-Nunca se ha querido hablar abiertamente de ETA, como si ocultando su nombre borrásemos su existencia o, lo que es más absurdo, para evitar darle publicidad, y se han escrito pocas novelas y se ha hecho un escasísimo cine. Usted es de los pocos novelistas que lo ha hecho.
-Eso es miedo. La gente tiene miedo a hablar, así de sencillo. Hubo una época tremenda, en los primeros ochenta, cuando asesinaban a gente todos los días, que lo horrendo y lo que te echaban en cara no era el asesinato, sino que hablases de ello. (…)
Habría que preguntar algo básico para comprender este problema y el momento que vivimos: ¿cuántos miembros de tu familia o amigos ha matado ETA? Yo he visto a un amigo íntimo tirado en el suelo con dos tiros en el pecho y dos en la cabeza y luego viene la Policía y te dice que podías haber sido tú. Su delito era haber escrito un artículo. Eso sucedió en este siglo, hace muy poco. Es decir, el miedo está extendido, el terror ha triunfado. Si a uno no le gusta el terrorismo -como, por ejemplo, tampoco que bombardeasen con napalm en Vietnam-, no comprenderá de qué va este problema. Reconozco que sigo impresionado con la muerte de José Luis López de la Calle.
-Antes que miedo, ¿no existe una incomprensión de lo que está sucediendo?
-Me acuerdo de una larga conversación en un curso de verano de El Escorial donde estaba Mario Benedetti. Hubo una charla muy larga sobre el País Vasco y además con gente que se creía esa idea romántica del mundo «abertzal». Al final, Benedetti me dijo: «Te puedes creer que no entiendo nada». Pues vas bien, le dije, si después de dos horas no entiendes nada, vas por el buen camino. ¿Es compatible la extrema izquierda con el nacionalsocialismo? ¿Desde cuándo los oprimidos son los que mandan? ¿Desde cuándo en un Parlamento los que necesitan llevar escolta son la oposición, no el Gobierno?
-¿Usted cree que algún día se podrá llegar a la reconciliación...?
-... nunca me ha gustado la palabra reconciliación.
-La utilizo intencionadamente porque está en la cultura política de la transición española y sabemos lo que quiere decir.
-Yo no me he salido jamás del concilio, quien se haya salido del concilio democrático, que vuelva. Pero ellos, que son muy católicos, saben muy bien cómo la iglesia concede el perdón. Si se lo concede Dios, por qué no se lo vamos a conceder nosotros, pero hay un sistema: propósito de la enmienda, dolor de corazón, decir los pecados al confesor y, lo más interesante, la penitencia.
-¿Cree que puede desarrollarse, como suele decirse en los últimos meses, un «escenario de paz»?
-Se puede convivir con una úlcera de estómago y hay personas que conviven con un cáncer. Es verdad que en la sociedad civil no se da la ferocidad antagónica que existe en el mundo político, pero se han creado dos comunidades. Sólo hace falta ver un par de días ETB para comprender qué quiere decir que hay dos comunidades. Por ejemplo, es una televisión que no puede dar la noticia de un Premio Nacional de Literatura, como fue mi caso, pero que tampoco dio el fallecimiento de Julio Caro Baroja y donde tampoco se hablará de un libro de Savater... (…)
-¿No cree que la aparición de las víctimas -la parte fundamental en el drama junto al asesino- es el elemento distorsionante, incluso molesto para algunos, en este «proceso»?
-Lo que pasa es que antes el amenazado y el muerto, por definición, eran culpables. Es como el sida: si lo tienes es porque has hecho algo malo y no te queda otra que asumir el castigo. Gracias a los movimientos civiles esto ha cambiado. A mí me dicen: es que te opones a la paz. Sí, radicalmente. Hace años celebramos los 25 años de paz, lo que no querría era morirme celebrando los 75 . En las manifestaciones que hacíamos en el País Vasco no se gritaba paz, sino libertad, porque vivimos en una situación predemocrática. Todavía no han habido unas elecciones donde no haya candidatos, los de PP y los de PSE, que se jueguen la vida. (Absurda Revolución, domingo, 01, 28, 2007)
Pues fácil de entender, sr. Benedetti, un cabrón te pone de rodillas, te apunta con una pistola, y te dice: “te voy a matar por ser un rojo de mierda”, o un maricón de mierda, o un español de mierda, o un infiel de mierda, etc… porque le gusta matar, ver tu miedo. Lo normal en estos casos.
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