"La transición española tuvo sus más y sus menos. Para la izquierda
española la gran frustración, que resurge en modo de trauma, fue su
incapacidad para forzar una ruptura con el régimen anterior. Su
penitencia, aceptar la monarquía y la bandera; pero más grave aún, si
cabe, fue aceptar un sistema electoral que condenaba a la izquierda a la
subsidiaridad.
El otro gran pecado de la izquierda, y a este nadie
le obligó, fue dar carta de naturaleza democrático/progresista a una
ideología intrínsecamente retrógrada: El nacionalismo. Ciertamente las
bases se pusieron mientras la dictadura franquista estaba vigente.
A
ello contribuyo la misma evolución de catalanismo a manos del pujolismo
como bien describe Antonio Santamaría en su obra “Convergència
Democràtica de Catalunya. De los orígenes a giro soberanista” (Ediciones
Akal. 2014)
En el País Vasco la situación tuvo –todavía tiene- tintes
esperpénticos por la presencia de ETA, auspiciada por la ideología
xenófoba de Sabino Arana, no muy lejana a las reflexiones de Pujol sobre
los inmigrantes en 1976 en su libro "La immigració, problema i esperança de Catalunya" -1976, Editorial Nova Terra. Algunas perlas en el blog de David Porcel.
La izquierda española toma como modelo organizativo la relación
PSUC-PCE y lo traslada a una manera de entender toda la política. La
creación del PSC y su relación con el PSOE parte de esta premisa que
podríamos simplificar en “Yo decido en mi casa y participo en las
decisiones de la casa de todos”; o, dicho en vulgar: “En lo común
participo, pero sin obligaciones; y en lo mío no te metas”.
Las
diferentes formas que ha tomado esa relación asimétrica, la izquierda
siempre las ha justificado con una interpretación sesgada y dogmática de
los textos históricos de Lenin sobre el derecho de autodeterminación,
ignorando, como entonces, acráticamente los textos de Rosa Luxemburgo.
La subordinación de la izquierda a la derecha nacionalista es una evidencia que solo la miopía o la ceguera política puede impedir ver.
Así pues, obligados por el dogma, la filigrana es apostar por una
España “federal” que parece que ha de re-construirse desde una soberanía
de “naciones primigenias”. La cosa ya degenera del tal forma que con la
simple voluntad de ser nación ya vale. No hay análisis, no ya marxista,
ni tan siquiera crítico, sobre los intereses de clase detrás de estas
demandas.
Entre los socialistas, una vez abandonado el marxismo,
ha prevalecido tan solo la presencia masiva entre sus elites de
apellidos de raigambre nacionalista –con todas las excepciones que
confirman la regla–, a la vez que una miopía política y un, clásico,
cosas de la hidalguía, “sostenella y no enmendalla”.
Situaciones que
también afectan al mundo de IU, de Podemos y confluencias varias.
La pérdida de la hegemonía de la izquierda en España en general y en
Cataluña en particular es una evidencia que sigue sin ver la casta
política de la izquierda; la nueva y la vieja, los padres y los hijos. (...)
La aparición de Podemos hizo a algunos creer que, lo que yo he dado en llamar “complejo de culpa impropia”,
se superaría y por fin tendríamos una izquierda sólida y de proyección
nacional –española, perdón-. Las primeras críticas al pujolismo parecían
apuntar en esa línea, pero tal cosa era un espejismo. (...)
El candado del 78 atenaza a la izquierda; el salto mortal empieza a darlo Podemos. Primero Pablo Echenique reclama el derecho de autodeterminación para Aragón y luego Teresa Rodríguez
comunica que Podemos Andalucía se constituye en organización autónoma
en un proceso confederal –¡se necesita urgentemente un curso rápido
sobre las diferencias entre federal y confederal!–.
Podemos
alimenta la aceleración de los errores de la izquierda española faltos
de un proyecto con cara y ojos, y sin vergüenza, para España, y en la
práctica propone un proceso de cantonalización o vuelta a los reinos de
taifas.
Y lo hace en el discurso y en su práctica organizativa.
Premonitoria la parodia de Charnego News sobre una supuesta secesión extremeña
que tantas ampollas levantó. La OPA por absorción de Podem Cat e ICV
por el proyecto de Ada Colau se da por amortizada, al igual que la Marea
gallega.
La reducción al absurdo que tantas veces se ha
utilizado para contra-argumentar, amenaza con pasar de quimera a
realidad palpable. España tiene una estructura cuasi-federal con
asimetrías. Caminar hacia un federalismo debería eliminar las asimetrías
de derechos y garantizar la igualdad de los ciudadanos.
Pero el camino
por el que algunos apuestan es utilizar el secesionismo para dinamitar
el Estado; sin saber a donde nos llevará esa alternativa. Algunos
piensan que a un neo-feudalismo; yo apostaría que hacia la aplicación
práctica del neo-liberalismo organizacional. Un caos donde la clase
obrera no saldrá muy bien parada, independientemente del terrón donde
caiga.
Conmigo que no cuenten." (Vicente Serrano , Rebelión, 22/11/16)
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