24/11/16

¿Y qué es un país plurinacional? ¿Un país en el que algunas “naciones” tienen derechos especiales, privilegios fiscales por ejemplo?

"(...) ¿Qué tipo de federalismo defendemos? ¿Dónde y cuándo lo defendemos?
 
En IU somos federalistas, pero desgraciadamente la ideología dominante –que ha utilizado este conflicto para alimentar el poder político y económico de las oligarquías catalana y española- ha contaminado gran parte de los debates propios de nuestra organización. La falta de formación y de debates rigurosos, producto de la institucionalización de IU, no ha ayudado.

 En algunos casos ha habido retrocesos importantes, como es la apuesta por modelos centralizadores, y en otros casos saltos al vacío para apoyar directamente el independentismo. Es legítimo que haya diferencias de opinión, pero la posición lógica, a mi juicio y dadas las condiciones políticas en las que vivimos, es la del federalismo. Pero federalismo no es cantonalismo, sino un proyecto político compartido que respeta las identidades nacionales y otorga competencias estratégicas a las diferentes unidades federadas siempre que no comprometan el proyecto político.

 ¿Qué sucede en España? Pues que no hay proyecto político, más allá de ser la periferia de Europa y la mano de obra barata del sistema-mundo. No hay nada que compartir, en estos momentos, porque no hay proyecto político, de país, de sociedad, que pueda unir. 

Sólo queda el nacionalismo primoriverista y el nacionalismo independentista que se articula en antagónico matrimonio burgués-obrero. Es la izquierda la que ahora, gracias a las confluencias y a cierta comprensión de la realidad política de nuestro país, empieza a construir, no sin contradicciones, un proyecto de país plurinacional. Aunque aún queda mucho. 

La crisis ha alimentado la frustración de la gente, como explicaba antes, y la canalización de ese sentimiento ha sido un éxito del movimiento independentista catalán, por ejemplo. Prometiendo casi un paraíso material e inmaterial en caso de desconexión de la estructura española, el independentismo ha convencido a grandes sectores sociales.

 La falta de una alternativa que impugnara al sistema desde su raíz ha provocado, me temo, que muchos sectores propios de la izquierda federalista hayan sucumbido también a la seducción independentista. 

La posición intransigente y anticatalana de los gobiernos bipartidistas en Madrid ha sido, desde luego, más gasolina. Así que, efectivamente, hay una marea social muy potente que defiende la independencia sobre la base de la defensa de la identidad nacional –cuestión que podría resolverse en el marco de un Estado compartido- y la promesa de un futuro mejor.

¿Y qué es un país plurinacional? ¿Un país, España, una palabra que aquí apenas se usa porque, injusta e indocumentadamente, suena a carca fachoso, en el que algunas “naciones” tienen derechos especiales, privilegios fiscales por ejemplo?

Efectivamente es un problema que el concepto de España haya sido secuestrado por la extrema derecha, en cualquiera de sus formas históricas. Eso nos ha robado el significante y, honestamente, no parece fácil recuperarlo. Yo, por ejemplo, no tengo problema en usarlo y reivindicarlo, pero eso sólo se puede lograr si se asocia con otras políticas distintas.

 Quién no está orgulloso de la España republicana, o de los españoles antifascistas, por citar algunos ejemplos históricos. Es más, hace una década en la izquierda era complicado hasta usar la palabra país.

 Un país plurinacional es una fórmula política para resolver conflictos de identidad nacional que, aunque sean irracionales existen como fenómenos que no podemos ignorar, y que parte del reconocimiento de diferentes naciones –construcciones sociales- que quieren convivir juntas. Pero sin un proyecto de país, todo esto son castillos en el aire.

Por lo demás, que los nacionalistas pongan tantos amplificadores y relatos en lo que llaman “opresión nacional” (algunas autoridades actuales, no cualesquiera, afirman que los catalanes somos esclavos vuestros) puede entenderse, pero, ¿nosotros (no hablo de ti desde luego), sesde cuándo para nosotros ha sido tan importante este asunto de la “identidad nacional”?

Nosotros tenemos la obligación de combatir todo ese tipo de discursos que enfrentan a la clase trabajadora; no podemos andarnos con rodeos. Recuerdo un cartel de ERC en el que denunciaba el trato fiscal de España a Cataluña porque, aseguraban acompañando de datos, Cataluña aportaba más de lo que recibía y eso era injusto.

 ¡Valiente día que renunciaron a la progresividad fiscal! Es fácil imaginar a un ricachón español denunciar lo mismo respecto a un trabajador normal de su misma ciudad: «¡es que te pago tu sanidad con mis impuestos y eso es injusto!».  (...)"               (Entrevista a Alberto Garzón, Salvador López Arnal , Viejo Topo, en Rebelión, 17/11/16)

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