"(...) Desde que se formó el mal avenido matrimonio de valores tan reñidos,
socialismo y nacionalismo, en aquel verano fundacional de 1978, la asimetría de la colaboración política y orgánica ha reverdecido planteamientos formulados en su día por históricos dirigentes como Alfonso Guerra, el expresidente del Congreso José Bono y
otros respecto a la refundación de un PSOE catalán de estricta
obediencia a la dirección y la línea política emanadas de los congresos
federales.
Volvió a estar suelto el fantasma de la ruptura en vísperas de la reunión Fernández-Iceta de hoy. Nada nuevo desde que en el sentir del viejo PSOE se instaló la incómoda verdad de que los dirigentes del PSC llevan el socialismo en la biografía y el nacionalismo en los genes.
“Hace tiempo que el PSC dejó de ser socialista”, decía en 2012 el
exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra. Era su forma de describir
el carácter esquizoide del socialismo catalán, antes de sugerir la
refundación de un partido político en Cataluña “socialista” y “español”,
que no tenga la menor duda a la hora de pronunciarse sobre el dogma
civil de la soberanía nacional y el derecho a decidir sobre su eventual
fraccionamiento. (...)" (Antonio Casado, El Confidencial, 14/11/16)
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