20/4/14

¿Qué tiene de revolucionario levantar un Estado enfrentado a otros pueblos y olvidándonos de sus ciudadanos? ¿Good bye pueblos “españoles” es una consigna de la izquierda?

"Pablo A. Martin Bosch (Aritz) ha escrito un artículo sobre “Europa encuentra un escollo en la posible independencia de Catalunya” [1]. Unas breves observaciones sin apenas entrar la temática Europa-Cataluña. (...) 

La forma de decir es claramente significativa como forma de no querer entender, incluso de no respetar, las posiciones de los sectores de la izquierda catalana que, siguiendo fielmente pero no tamúdicamente una tradición que más nunca es necesario abonar, no somos partidarios de pertenecer a ningún Reino. 

¿Aritz no sabe, no ha leído nunca, no se ha informado, de las luchas de décadas y décadas de la izquierda catalana no independentista por una República democrática, social y federal que hermane a todos los pueblos de Sefarad? 

¿No era esa la finalidad esencial de la izquierda catalana no independentista durante la lucha, con muertos, torturados y represaliados, contra el fascismo? 

Parece que en Catalunya, así como en el resto del Reino, prosigue Aritz, las fuerzas políticas se han visto desbordadas por un ansia popular favorable a la independencia sin necesidad siquiera de contrastar sus legítimas posiciones.

 Las posturas contrarias a la secesión, afirma como el que se da una vuelta por el Retiro o por Gernika, “han preferido negar la legitimidad de la consulta antes que oponer argumentos contrarios a una eventual confirmación de los deseos ciudadanos”. 

¿Negar legitimidad al ejercicio democrático, solidario e informado del derecho de autodeterminación? ¿Lo dice en serio? ¿No ha leído nunca Aritz los mil y un argumentos expuestos por las fuerzas catalanas de izquierda no nacionalista? ¿De verdad? ¿No ha leído ningún argumento contrario a una supuesta independencia, que no es realmente independencia, neoliberal?  (...)

¿Aritz piensa que la izquierda catalana no independentista puede reducirse a las posiciones defendidas por el secretario general del PSOE? ¿De verdad? ¿Y por qué abonar un proceso constituyente que dé pie a una República democrática federal de todos los pueblos de Sefarad es el canto del cisne”? ¿No lo es, en cambio, la independencia-dependiente de Cataluña, de Euskadi o de Andalucía por ejemplo?   (...)

Este último caso, el de la separación de Catalunya sin acuerdo con el Reino, señala Aritz, “implicaría que quienes se mantuvieran dentro de él deberían hacer frente a su deuda contraída, con lo que el peso se centraría en las regiones más prósperas (Euskal Herria: CAV y CFN entre otras), lo que constituiría un efecto dominó”. 

No es imposible ver, afirma, “en un futuro cercano a Catalunya y Euskal Herria pertenecer a la UE mientras el Reino de España quedara fuera. A buenas todos podemos ganar, pero a malas ¿quién pierde más?”. 

Más allá del escenario y las ensoñaciones de cada uno, más allá de los deseos de pertenencia a Europa, a esta Europa neoliberal, ¿quién amenaza? ¿No era Aritz quien hablaba antes de las amenazas de no sé quien? ¿Buenas, malas? ¿Y eso qué es? 

Pelillos a la mar. Pajas gorgas en el ojo ajeno y vigas inmensas tal vez en el propio. Pero nada, como si no pasara nada. 

La cuestión de fondo, lo que importa o debería importar a la izquierda transformadora no cegada por los nacionalismos ni por las pulsiones identitarias simplificadoras: ¿alguien que no haya perdido sus señas de identidad básicas, esenciales, las de las tradiciones de emancipación social, podrá explicar alguna vez qué se gana rompiendo un demos?, 

¿qué ganamos separando a las clases trabajadoras de Sefarad? ¿Qué tiene de revolucionario levantar un Estado enfrentado a otros pueblos y olvidándonos de sus ciudadanos? ¿Good bye pueblos “españoles” es una consigna de la izquierda? ¿Por qué no es posible convivir todos en libertad y diversidad?

 ¿Desde cuándo la izquierda se ha sentido próximo a Marti i Pol y a Sopa de Cabra y alejado de Oskorri, de Manuel Gerena, de Luis Eduardo Aute, de Mikel Laboa, de Bebe o de Rosalía de Castro y Castelao? ¿Cuándo han sido tan esenciales nuestras señas de identidad nacionales, étnicas, nacionalitarias?

 ¿No somos internacionalistas, no somos más bien la mezcla de muchas tradiciones, de muchas culturas, de muchas tradiciones, de muchas lenguas, de muchos explotados, de muchos perseguidos? ¿De qué pueblos homogéneos estamos hablando? ¿Quién ganaría realmente con la formación de un Estado propio(-impropio), en absoluto independiente, en Cataluña o Euskadi?

 ¿No se trataba de hermanarnos y unirnos en el mismo combate esencial? ¿No somos todos Gamonal, las Mareas Verdes, la Corrala la Utopía? ¿No es eso, no era eso? 

¿De quien estamos más cerca: de un trabajador de Palencia, de un campesino de Badajoz, de un desempleado de Madrid, de un obrero de Guetaria, o del señor Fainé, el señor Millet, el señor Botín, el señor Pablo Isla, el señor José Luis Cebrián, el señor Ortega o la señora Aguirre y Gil de Biedma?"     ( En respuesta a Pablo A. Martin Bosch (Aritz), Salvador López Arnal, Rebelión, 17/04/2014)

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