20/11/17

El día 8, por primera vez población de clases populares, la charnegada, decidió salir y expresar su descontento. Fui testigo de frases desesperadas. Del tipo “¿qué será de nosotros?”. La gente que se manifestó tenía miedo, quisieron evitar lo que ha pasado en los Países Bálticos, que de un día para otro a buena parte de la población los convirtieron en apátridas

"(...) Usted defiende que el día 8 de octubre, con la celebración de la manifestación constitucionalista que reunió a un millón de personas, se produjo un cambio de paradigma. ¿En qué consiste?

El día 8, por primera vez población de clases populares, que jamás habían expresado ninguna opinión política de forma pública, que jamás se había manifestado en la calle, decidió salir y expresar su descontento respecto a lo que estaba pasando. Fui testigo, durante la concentración de frases desesperadas…

¿De qué tipo?

Del tipo “¿qué será de nosotros?”, “¿qué pasará ahora?”. La gente que se manifestó tenía miedo, veían que si avanzaba el proceso secesionista se iban a convertir en una nueva categoría, la de ser inquilinos con un contrato temporal en Cataluña. Literalmente les iban a quitar su país.

Ciudadanos expulsados de su propio país…

Sí, expulsados de su propio país, y sin saber qué iba a ser de sus vidas. Por eso cuándo les ofrecieron la posibilidad de expresar su descontento, salieron. Fue la primera desde que comenzó el ‘procés’ que alguien les convocó con un mínimo de seriedad.

Y eso que se organizó con poco tiempo…

No fue una de las típicas convocatorias del nacionalismo, hecha con meses y con todos los medios de propaganda a su favor, con TV3 y Catalunya Ràdio, por poner solo dos ejemplos, al servicio de la organización. Y con páginas y páginas de publicidad en los diarios. La del 8 de octubre fue un éxito de las redes sociales, a mí, por ejemplo, me llegó la información vía whatsapp.

La espontaneidad triunfó frente a la maquinaria perfectamente engrasada de las entidades secesionistas.

Muchísima gente en la manifestación me dijo que se enteró por Facebook, por poner un ejemplo.  Pero sobre todo fue un éxito por lo que hemos comentado,  sin saberlo en muchos casos quisieron evitar lo que ha pasado en los Países Bálticos, que de un día para otro a buena parte de la población los convirtieron en apátridas. 

Sin tener la referencia histórica, se temían que les pudiera pasar algo similar. Y fue algo espontáneo, no hay una estructura política capilar que una a un organismo central con los barrios de las clases populares, salieron de manera espontánea ante una convocatoria seria que les dio la oportunidad de expresarse.

Me comentaba que lo constató personalmente…

Fui preguntando a un buen número de gente que me encontré en la manifestación, muchos eran de Santa Coloma, de L’Hospitalet, de los barrios del cinturón rojo, de esas zonas populares que existen en casi todas las ciudades de Cataluña. Son barrios marginalizados desde la ideología del ‘mainstream’ nacionalista.

Durante cuarenta años el nacionalismo ha intentado negar la existencia de estas clases populares no secesionistas.

Evidentemente, hay una utilización constante de la mentira por parte del nacionalismo. La mentira es el método de trabajo de su aparato de propaganda. Y esa mentira repetida mil veces acaba transformándose en una posverdad, en algo que la gente va asumiendo y no se atreve a contestar. El nacionalismo ha tenido un comportamiento manipulador, duro y adusto que es el que hace que mucha gente sintiera que estaban solos…

¿En qué sentido?

El nacionalismo ha conseguido que millones de ciudadanos que no estaban de acuerdo con esta ideología, al no levantar la voz, pensaran que lo suyo era algo excepcional, que no era compartido por más gente. Es una característica de la hegemonía ideológica, lo que en inglés se llama ‘mainstream’. 

Cuando alguien se sitúa en medio de la corriente, la corriente le arrastra. Y es muy difícil enfrentarse a ello, por eso la gente se aparta e intenta sobrevivir en las orillas. Si fueran capaces de unirse, si se hubieran dado cuenta del potencial humano que hay en esta población, que es el 60 % de los catalanes y es lo que pasó el día 8, posiblemente nunca hubiéramos llegado a la situación actual. No es una ‘mayoría silenciosa’, es una ‘mayoría silenciada’.

Desarrolle, por favor.

Nunca existió esa ‘mayoría silenciosa’, siempre fue una ‘mayoría silenciada’ porque se le silenció de manera interesada, con mecanismos de exclusión, y eso ha generado que mucha gente se sintiera sola en sus hogares, que pensaran en su mente que eran los únicos que pensaban de forma contraria al nacionalismo. 

Y ahora hemos visto que, de repente, el ocho de octubre, y sin los medios de los que gozan cualquier manifestación independentista, han salido un millón de personas a la calle. Y solo porque han visto que si no lo hacían pasaban de ser ciudadanos a no se sabe qué.

Cuando los intelectuales que fundaron la asociación que más tarde dio paso al partido Ciudadanos, hablaban del “PUC”, el “Partido Único Catalán”, para poner en evidencia que el nacionalismo catalán se había infiltrado en casi todo el arco parlamentario. ¿Fue el 8 de octubre, y luego la segunda manifestación del 29 de octubre, el fracaso del PUC?

Fue el inicio del fracaso del PUC. El PUC es la demostración de la hegemonía ideológica del nacionalismo, que además se ha repartido todos los segmentos ideológicos durante décadas para dar a entender que todas las partes estaban representadas. 

 Es la característica principal de un proyecto totalitario bautizado como de “construcción nacional”. Que un millón de personas saliera a la calle el día 8, y luego otra vez el día 29, es la demostración de que no van a conseguirlo y que empieza su deterioro como corriente hegemónica.

¿Qué papel juega Ada Colau y los ‘comunes’ dentro del PUC, cuándo buena parte de la gente que salió a la calle el día 8 y el 29 de octubre a la calle son votantes potenciales suyos?

Estoy convencido que muchos de los que se manifestaron han sido en el pasado votantes del PCE vía PSUC, del PSOE vía PSC, de Podemos o de los ‘comunes’, en las diferentes convocatorias electorales a las que se han presentado unos y otros. 

También estoy convencido que los ‘comunes’ van a quedar tocados porque han demostrado que solo son una rama más del PUC, encargados de controlar a parte de lo que los nacionalistas llaman la ‘charnegada’. Les pasará factura el no haber denunciado todos los excesos del secesionismo, porque, evidentemente, los que han pagado estos excesos han sido las clases populares.

¿Por qué se lo hacen pagar?

Porque no encajan con el modelo cultural y lingüístico que los nacionalistas entienden que es el normal y el correcto en Cataluña. Y cómo no encaja, porque hay un choque brutal entre lengua y clase, lo pagan las clases populares. Son los paganos de esta fiesta que se han estado pegando durante casi cuarenta años, después de los otros cuarenta años de la dictadura franquista.

Pero la ‘bestia’, como usted la define, cuándo ha llegado su momento dorado y han proclamado la República, lo que anhelaban desde hace décadas, han reculado y han aceptado la convocatoria de unas elecciones autonómicas. ¿Por qué?

Porque han precipitado su movimiento. Ignoro la razón por la que se han lanzado a este aparente vacío, si no eran conscientes que no tenían masa crítica, si era por el miedo a que la corrupción les estallase dado que el nacionalismo ha servido para tapar que el sistema estaba podrído por el uso de fondos públicos para fines privados. Se han precipitado, han visto que no tienen el apoyo suficiente.

¿Solo eso?

Luego están las manifestaciones del  día 8 y el 29, creo que les habrá asustado. A pesar de los miles de millones de euros que han gastado en los últimos años al final han tenido miedo escénico. Pero además hay otro factor: es que viven muy bien. Tanto los que viven del salario público como los que viven de lo público. Y aquellos que no están en estas dos situaciones son, en su mayoría, clases medias.

Considera entonces que el nacionalismo no es un movimiento de base.

El secesionismo catalán es un movimiento de la mesocracia, de clases medias. Y a estas clases medias la crisis le ha tocado, pero muy poco. A quien ha tocado de lleno es a los que se manifestaron el día 8 y el día 29. 

Estos sí que han sufrido las consecuencias de la crisis. Porque muchos han perdido el trabajo y porque el dinero público se ha destinado a cosas relacionadas con la construcción nacional, con dinero que se retrae de la educación mientras meten a sus hijos en barracones, mientras se cierran quirófanos, mientras no se acaban con las listas de espera en la sanidad pública…

Los de siempre pagan las facturas patrióticas.

Las clases medias tienen sus seguros privados, sus hijos van a la concertada o a la privada. Pero lo que también se ha visto que, aunque de momento hayan pagado las consecuencias las clases populares, si el proceso secesionista seguía radicalizándose acabarían pagándolo también las clases medias, porque ningún país permite que una parte de su territorio se vaya sin consecuencias económicas.

Pues los nacionalistas han vendido que esto sería Jauja.

Mentira. Todo está imbricado, las pensiones catalanes y del resto de España se resentirían, habría que ver cómo se reparte el espacio radioeléctrico, los trenes…  Si el Brexit, en una estructura confederal como la europea, ya está trayendo muchos problemas, romper un Estado prácticamente federal por lo descentralizado como España también los tendría.

 Y no solo por las amenazas del resto de España en plan “si os vais…”. Las clases medias están descubriendo que la ruptura que están provocando no es una romería, no es un juego de la PlayStation.

Y han preferido aplazar el pago de la factura.

Es que la secesión es  algo muy serio que les puede costar mucho, que su bienestar de irse los fines de semana a la piscina o a la casa en Cadaqués está en peligro, sobre todo cuando escuchan cosas del nivel de las que defiende Oriol Junqueras,  que recordemos era el vicepresidente de Economía, como que las empresas se van de Cataluña porque los policías pegan a la gente.

 Resumiendo, ha sido una mezcla de las dos cosas: ni tenían la mayoría social, ni iba a ser tan gratuito cómo les habían vendido a los que viven del erario público como los que están cómodos con sus pequeñas empresas y sus comercios. Mientras la cuenta la han pagado otros, las clases populares, ya les ha ido bien, pero a partir de ahora no iba a ser tan sencillo.

Usted formó parte del jurado que concedió el premio a la Tolerancia de este año a Ana Moreno, la madre de Balaguer. ¿Qué significa Ana Moreno para la sociedad catalana?

He militado toda mi vida en grupos de izquierda, considero capital la libertad y la igualdad. Y la redistribución como algo de justicia. Ana Moreno es una persona que ha exigido un derecho que le correspondía y ha sido sometida a escraches y presiones. De forma organizada y metódica se ha buscado romper su estilo de vida.

 Tanto el suyo, como el de su marido y el de sus hijos, que son menores de edad. Pero aparte de esta situación, su caso ha servido para descubrir que en Cataluña no existe una izquierda. No existe en cuanto que ha sufrido una infiltración de elementos nacionalistas que ha desnaturalizado ese objetivo de libertad e igualdad.

Y en la que se autodenomina izquierda, a la que escarbas un poco descubres que ese teórico discurso social es un envoltorio que oculta un interior férreo que es lo que le permite estar dentro del Partido Único Catalán, una construcción totalitaria. Han visto lo que ha pasado en Balaguer y lo han permitido."                       

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