"Pudo más la sensatez que la pasión independentista. Al menos en Esquerra, donde desde hace tiempo se reniega de todo lo que representa Putin, sus obras y sus pompas. Es más dudoso el comportamiento de Puigdemont y su entorno. Lo fue durante su presidencia, como poco a poco se ha ido conociendo, pero todavía más durante su dorado exilio bruselense.
Hay ambientes políticos en los que las subastas radicales y el desorden conspirativo propician el disparate, la infiltración y los agentes dobles. Una vez imperan la fragmentación y el caos en los partidos, sus débiles direcciones atienden solo a las redes sociales y se entra en una zona de sombra en la que se pierde el sentido de la orientación, el respeto a la inteligencia e incluso la decencia.
Admitamos que fuera solo un accidente, resultado de la insensata osadía de unos pocos elementos marginales. A reserva de lo que diluciden los tribunales y, si fuera el caso, la obligada investigación parlamentaria, tanto o más necesaria que la del caso Pegasus, desechemos incluso la seriedad de la propuesta de intervención financiera e incluso de auxilio armado a la declaración unilateral de independencia por parte de unos amigos rusos, se supone que del grupo Wagner, famoso por sus actuaciones criminales en Siria, Libia, Mali y ahora Ucrania. Incluso imaginando que fueran meras chanzas de café, o mezcla de estafa y de intromisión exterior, tiene todo muy mala pinta y hace ineludible tocar el hueso de los contactos con el Miguel Strogoff que Putin mandó a la plaza de Sant Jaume, e interpretar qué significa en clave política, especialmente a la luz de la guerra de agresión contra Ucrania.
Para un cierto maquiavelismo local, quizás nada esté prohibido y solo importen los resultados. Históricamente sabemos lo que significa sacrificarlo todo, también la democracia y las libertades, a un objetivo supremo. Queda claro a estas horas que alguien especuló con una idea descabellada que pervertía el idealismo independentista, anulaba su pacifismo y destruía la eficaz propaganda de una década entera.
Ante la
debilidad de la política de alianzas y el fracaso de la
internacionalización del conflicto, se abrió paso la ocurrencia genial
de tantear alianzas infames, impropias de un país moderno y europeo.
Cataluña solo ha avanzado históricamente en el autogobierno cuando ha
apostado por la democracia parlamentaria, el Estado de derecho y el
multilateralismo, y he aquí que un grupo de amigos y conocidos de
Puigdemont imaginaron un futuro catalán a la sombra del orden
internacional totalitario basado en el derecho del más fuerte en vez de
en la fuerza del derecho. Esperar que el carcelero y verdugo de pueblos
que es Vladímir Putin ayudara a Cataluña a separarse de la España
democrática y constitucional es la última, definitiva y más patética
ocurrencia que pudiera surgir de una mente política que se pretende
democrática." (Lluís Bassets , El País, 16/05/22)
No hay comentarios:
Publicar un comentario