"(...)
Vayamos, sin embargo, a un aspecto que sí puede interesarnos hoy en
el análisis preocupado de Rafael Jorba. Tras preguntarse por la, para
él, sorprendente equiparación del populismo de extrema derecha y el
discurso nacionalista catalán, responde señalando dos factores que
permiten hacer comprensible esta perspectiva.
El primero es el
desplazamiento de la determinación social a la identitaria en un momento
en que los recursos habituales de análisis han sido volados por la
violencia de la crisis: la transversalidad se establece ahora en el
consenso de la identidad nacional, cuando hace unos cuantos años, en el
tardofranquismo y en la transición –que eran, a fin de cuentas, los
tiempos de Mitterrand, de Helmut Schmidt y de Enrico Berlinguer-, el
consenso se asentaba en el espacio de lo social, permitiéndose que la
identificación de clase se realizara, también, en la contundente
voluntad de toda la izquierda de asumir los derechos nacionales como
consecuencia de una afirmación previa: los derechos de los individuos y
las condiciones sociales concretas en las que estos individuos pasaban a
tener una conciencia colectiva.
En un lenguaje cuya lamentable
oxidación por falta de uso debo reconocer, a eso se le llamaba dar a los
análisis una perspectiva de clase.
El segundo factor de equiparación es
el resumen de la complejidad social que se establece en una sociedad
acostumbrada a creer que lo complejo genera confusión y dificulta las
labores didácticas de las nuevas redes sociales, diseñadas no sólo para
la velocidad comunicativa, sino para ese simplismo que algunos se
empeñan en llamar claridad y que no es más que la elevación del
apresuramiento al rango de la eficacia.(...)" (Ferrán Gallego)
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