"Hace unos días, una amiga catalana, afincada en Madrid, me contaba
que mientras pasaba las navidades en Barcelona se reunió con un
periodista amigo suyo, y que el periodista le preguntó: «¿Qué te
sientes, catalana o española?».
Mi amiga respondió: «tan catalana como
española» y seguidamente ella misma le preguntó al periodista: «¿Te
parece una respuesta políticamente incorrecta?», a lo que el periodista
le contestó: «Más aún, esta respuesta, hoy en Cataluña, es una
provocación».
En el último barómetro de noviembre del Centre d’Estudis d’Opinió de
la Generalitat de Cataluña, se preguntaba a una muestra representativa
de la sociedad catalana la misma pregunta que el periodista hizo a mi
amiga. Uno de cada tres entrevistados contestó a la pregunta al igual
que mi amiga: «Tan espanyol com català», eso es lo que los expertos
llaman identidad dual.
Que resultó ser, precisamente, la opinión más frecuente entre las cinco respuestas posibles que ofrecía la encuesta. Que la opinión más frecuente se perciba como una provocación es algo que se corresponde con la llamada espiral del silencio; que algunos han puesto en marcha, con notable éxito, en Cataluña.
Da la impresión de que a ciertas élites nacionalistas catalanas la diversidad de identidades nacionales y sentimientos de pertenencia de su sociedad les produce un escándalo similar al que la diversidad en España le produce a ciertas élites nacionalistas españolas. Y la solución que se les ocurre a ambas élites nacionalistas es la misma: negar esa diversidad.
Ya se sabe lo que dice el Evangelio: «Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo y tíralo». Y ciertos nacionalistas, con independencia del color de su bandera, se llevan mal con la diversidad de identidades, así que no viven tranquilos hasta que no se arrancan, o te arrancan, una.
Que resultó ser, precisamente, la opinión más frecuente entre las cinco respuestas posibles que ofrecía la encuesta. Que la opinión más frecuente se perciba como una provocación es algo que se corresponde con la llamada espiral del silencio; que algunos han puesto en marcha, con notable éxito, en Cataluña.
Da la impresión de que a ciertas élites nacionalistas catalanas la diversidad de identidades nacionales y sentimientos de pertenencia de su sociedad les produce un escándalo similar al que la diversidad en España le produce a ciertas élites nacionalistas españolas. Y la solución que se les ocurre a ambas élites nacionalistas es la misma: negar esa diversidad.
Ya se sabe lo que dice el Evangelio: «Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo y tíralo». Y ciertos nacionalistas, con independencia del color de su bandera, se llevan mal con la diversidad de identidades, así que no viven tranquilos hasta que no se arrancan, o te arrancan, una.
Pero como, a pesar de todo, las encuestas se empeñan en reflejar esa
diversidad constitutiva de nuestras sociedades, algunos optan por el
recurso de cambiar las encuestas, que siempre es más fácil que cambiar
la realidad social. Eso es lo que proponían hace unas semana un grupo de
profesionales en la página del Colegio de Politólogos y Sociólogos de
Cataluña.
Según estos colegas, España es el nombre nacional equivocado y
equívoco que se le da a Castilla, que a su entender es la verdadera
nación, mientras que España, según ellos, es solo un término geográfico o
político. Así que, su propuesta es cambiar la redacción de la pregunta.
De modo que proponen que se pregunte «¿se siente usted más catalán o
más castellano?» No me cabe duda de que así conseguirán hacer
desaparecer la identidad dual, no sé si de la sociedad catalana, pero
sí, desde luego, de las encuestas en Cataluña. Incluso si preguntan a
los andaluces si «se sienten más bien andaluces o castellanos» se
asombrarían del resultado que obtendrían en la encuesta y,
consecuentemente, de que no haya un movimiento andaluz para
independizarse de España, ¿o era de Castilla? Y para escribir ese
artículo tuvieron que juntarse cuatro." (EL CORREO 18/01/14, JOSÉ ANDRÉS TORRES MORA, en Fundación para la Libertad)
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