"El domingo pasado, en este periódico, declaraba el alcalde de A Coruña: "Claro que A Coruña es la mejor". ¿Mejor que Ourense, que Lugo...?¿Que Vigo? Ningún alcalde de otra ciudad gallega ostentaría ese narcisismo impúdico, que es parte de un discurso: "Es la vanguardia de Galicia, social, cultural y económicamente (...) Somos la que más aporta al PIB de Galicia. Siempre hay una ciudad que tira del resto". Las demás y los demás, la carga a arrastrar. Todo eso lo hemos leído y oído demasiados años, lo resumió el anterior alcalde cuando, tras inaugurar otra ampliación de Alvedro, declaró: "¡Y para los demás, sarna!". Desprecio y malos deseos.
Tantos años de mensajes descorazonadores ofenden más a quienes esperábamos que A Coruña jugase un liderazgo en la construcción de la democracia en Galicia. Algunos veíamos en el tono de la vida de la ciudad un depósito de cultura cívica, democrática, que se extendería por una Galicia moderna. Pero no fue así. Sigue siendo una ciudad de envidiable vida societaria, con un interés cultural notable y el mejor público lector de Galicia, pero vive encerrada y sólo se dirige al resto de los gallegos enfurruñada con una inagotable lista de reclamaciones. Hoy por hoy resulta inimaginable una Coruña que asuma un papel de liderazgo de Galicia, más bien parece ajena y, como una ciudad imaginada por Calvino o Torrente, flote suspendida en el aire, separada de la tierra, del país.
Solemos pensar que el origen de este desencuentro estuvo en la construcción de la autonomía, cuando las pretensiones coruñesas de ser la capital, muy legítimas, se frustraron al dividirse el Parlamento gallego de forma radical. Los parlamentarios de esa ciudad de todos los partidos votaron a favor de su candidatura y absolutamente todos los demás a favor de la de Santiago. Las razones de la candidatura coruñesa eran a tener en cuenta. También las que avalaban a Santiago, pero resultaron absolutamente inasumibles para los parlamentarios coruñeses.
El estudio Mercociudad señala que, de 78 ciudades españolas, A Coruña es la tercera mejor valorada por sus propios ciudadanos tras Gijón y San Sebastián; el mar da autoestima. Pero vistas y valoradas las ciudades por los demás, Santiago aparece en el número 10 y A Coruña, en el 16. Contrasta cómo son vistos por los demás y cómo se ven los coruñeses, que viven en una dimensión particular. Esa gran autoestima local tiene dos argumentos, como si hubiese dos ciudades distintas. (...)
Pero ese orgullo ciudadano ha sido manipulado y engordado tendenciosamente por una especie de lobby que, cual hechiceros, mantienen a la ciudad atrapada en un hechizo, en un meigallo, encerrada en una falsa realidad." (SUSO DE TORO: La ciudad hechizada. El País, ed. Galicia, Galicia, 04/10/2009, p. 4)
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