23/7/08

Las balanzas fiscales españolas se inflan con la redistribución de la renta europea (subsidios europeos) y las pensiones ¡Así cualquiera!

“De los más de doscientos mil millones de euros de gastos, es decir, de recursos que se transfieren a comunidades desde el Estado, casi la mitad son de seguridad social; fundamentalmente, pensiones. ¿Es posible considerar que, en este caso, hay transferencias interterritoriales? ¿Puede hablarse de solidaridad entre territorios cuando nos referimos a la Seguridad Social? Se puede, pero no se debe. Funciona aquí la caja única, y las relaciones de solidaridad se producen no entre regiones, sino entre personas; entre activos y pasivos. En 2005, la proporción de cotizantes por pensionista fue de 2,24. En Canarias, Madrid, Baleares, Murcia, Navarra, Comunidad Valenciana, Andalucía y Cataluña se superó esa relación. En cambio, en La Rioja, Castilla-La Mancha, País Vasco, Aragón, Extremadura, Cantabria, Castilla y León, Galicia y Asturias no se llegó a ella, y, en el caso de las cinco últimas, se quedó muy lejos de alcanzarla. Lo cual explica sobradamente por qué estas comunidades de bajos crecimientos de población y fuerte envejecimiento aparecen como importantes receptoras de recursos en los saldos de la balanza, sin que ello pueda contemplarse como efecto de la solidaridad interterritorial, sino de la intergeneracional.

Siguiendo con las aplicaciones territoriales, vemos en los apuntes metodológicos que se están imputando también los recursos de la Unión Europea; es decir, las aportaciones a ésta y sus transferencias se contabilizan como ingresos y gastos en las distintas comunidades, lo que nos lleva a conclusiones equivocadas. Como, por ejemplo, concluir que los 2.808,9 millones de euros que recibió Andalucía de recursos comunitarios en 2005 (más de la mitad de su saldo positivo), o los 1.366,7 millones percibidos por Castilla y León, o los 1.105,1 millones de Galicia, o los 961 de Extremadura, provinieron de la solidaridad de otras comunidades españolas y no de los bolsillos de holandeses, alemanes o franceses. Algo a todas luces inapropiado en el sentido más literal de la palabra. Así pues, al desenredar la maraña de datos y analizar su procedencia, empezamos a comprender que esto de las balanzas fiscales no es, ni mucho menos, la contabilidad de la solidaridad interterritorial. (…)

Pero lo que bien se puede argumentar, tras todo lo expuesto, es que hay bastantes lecturas de las balanzas fiscales; más de las que les gustarían a muchos de sus más firmes defensores. Una de ellas nos dice que no hay que confundir la solidaridad personal o intergeneracional con la solidaridad interterritorial; otra, que las aportaciones netas de la Unión Europea no son transferencias entre comunidades autónomas; otra más nos diría que los sistemas forales no deberían estar excluidos de los principios de equidad y solidaridad, como ahora sucede; otra nos señalaría que el efecto capitalidad explica que buena porción de lo que se atribuye a una sola comunidad autónoma es de todos; pero acaso la más elocuente es que, a la vista de los resultados que hemos conocido, no sería coherente retroceder en los actuales niveles de solidaridad interterritorial. Probablemente lo contrario sería más acorde con nuestro texto constitucional.” (JOSÉ A. GRIÑÁN MARTÍNEZ: Balanzas fiscales y solidaridad constitucional. El País, ed. Galicia, Opinión, 21/07/2008, p. 29)

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