"(...) si bien el secesionismo siempre ha bajado en las elecciones generales,
en las dos últimas, realizadas este año, ha conseguido sobrepasar el 30%
del censo electoral. (...)
Los mejores resultados del secesionismo siempre se han dado en
elecciones autonómicas, momento en el que la abstención se disparaba.
Era la llamada abstención diferencial que consideraba que los
“charnegos”, más proclives a la izquierda (PSC y PSUC/ICV) se abstenían
ya que no se sentían conmovidos por dichas elecciones autonómicas. A
partir de las autonómicas de 2015 la abstención diferencial
desaparece y, contra pronóstico, el secesionismo sube. Alcanza su máximo
en las autonómicas de 2017, también el abstencionismo mínimo. (...)
el independentismo (amarillo) ha conseguido por segunda vez superar el
30% del censo electoral en unas generales (ambas este año). Pero también
se puede constatar que a partir de 2015 el “No Soberanismo” (...)
aumenta y se consolida a costa, sobre todo, del “Soberanismo No
Independentista” (...)
El “No Soberanismo” crece, especialmente, en las elecciones
autonómicas dado el carácter plebiscitario de las últimas, mientras que
en las generales, al priorizar los problemas sociales, la izquierda
“Soberanista No Independentista” recupera a los votantes de clase
obrera. Un juego que no podrá durar mucho tiempo: En ese contexto hay
que ver la crisis de C’s.
Se puede constatar que la repetición de elecciones generales este año
ha desmovilizado al “No soberanismo”, incrementando un 5% la
“Abstención”. El “Independentismo” mantiene los porcentajes a pesar de
la incorporación de la CUP (secesionistas) en las elecciones de
noviembre. (...)
El independentismo se sitúa en torno al 60% de los votos emitidos en
Gerona y Lérida, que son las provincias menos pobladas y más
sobre-representadas (Ver Cuadro 2). A pesar de ello, no son mayoritarios
socialmente, ya que no llegan a la mitad del censo. Ciertamente, son
hegemónicos y la sensación de angustia y opresión que generan entre los
constitucionalistas es altísima.
Por el contrario, con ligeras diferencias, las provincias de
Barcelona y Tarragona, más industriales y obreras, más charnegas, y más
pobladas, son las que establecen la media de Cataluña, donde si bien el
independentismo es importante nunca ha superado el tercio de la
población y se sitúa siempre por detrás del “No Independentismo” ( “No
Soberanistas” + “Soberanistas No Independentistas”)
Es importante en este caso recordar que la suma de “Independentistas”
y “Soberanistas No Independentistas” nos daría el total de catalanes
que defienden el, mal llamado, “Derecho a Decidir”. Dicha suma nos da el
41,58% del censo… lejos, muy lejos, de ese, inventado, 80% del que hablan Torra y toda la cohorte secesionista. (...)
Por otro lado, es necesario resaltar la discriminación que el sistema
electoral produce a la provincia de Barcelona ya que representando
prácticamente el 75% de la población catalana le otorga, tan solo, menos
del 67% de los diputados: sufre una pérdida de representatividad del
-11%. (...)
Corolario
Ciertamente, el independentismo ha consolidado posiciones llegando a sus máximos en las autonómicas de 2015 y 2017 gracias a un Procés
fuertemente subvencionado y profusamente promocionado desde el poder de
la Generalitat. También crece y consolida posiciones en las dos citas a
elecciones generales de este año, no así en las citas de 2015 y 2016.
Frente al independentismo, desde 2015 se consolida y crece el no
soberanismo también en las autonómicas y consolida sus posiciones en las
dos generales de este año, flojeando algo en las segundas,
ciertamente. Junto a ello, el soberanismo no independentista pierde
fuelle, en beneficio del no soberanismo.
Pero lo más importante es la consolidación de una mayoría clara del
“No Independentismo”, desde el 2015, tanto en las autonómicas como en
las generales.
La circunscripción única, garantía de la proporcionalidad
Así, pues, el problema radica en ¿cómo hacer hegemónica esa mayoría no independentista?
El gran escollo es el sistema electoral. Algunos pueden pensar que un
sistema mayoritario facilitaría el cambio pero la realidad es que, tal
como está configurada sociológicamente España, otorgaría mayor
representación al nacionalismo.
Solo un sistema electoral proporcional en circunscripción única
garantizaría la correcta representación de todos sin discriminaciones.
Todo ello unido a un sistema de elección del ejecutivo que garantice estabilidad
y gobernabilidad que nos permitiría caminar hacia una solución a la
severa crisis de Estado que sufre en estos momentos España (...)"
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