"(...) El terrorismo (...), completado con la violencia callejera (kale borroka)
y las formas sutiles de silenciamiento, mantuvo amedrentada y, por
tanto, en condiciones de desigualdad en la competencia electoral y en la
vida social, a una gran parte de la población del País Vasco, la que no
sintonizaba con el esencialismo abertzale.
La antimovilización y la exclusión son los mecanismos sin los cuales
resulta imposible entender las últimas décadas de historia vasca y el
último lustro de historia catalana.
Por eso, es reveladora la sinapsis
tardía de Joan Boada, historiador y miembro de ICV, que no es un perfil
muy repetido (eltriangle, 03/06/2018):
“Leer ‘Patria’ es empezar a
entender otras cosas que no sabíamos del País Vasco. Porque aquí también
hay cosas en los pueblos y las ciudades pequeñas de Cataluña que
empiezan a parecerse a lo que cuenta Aramburu”.
El propio Boada había dicho un poco antes:
“Girona
es una asfixia total. Una ciudad ictérica. El otro día en medio de un
concierto en el Auditorio subió alguien al escenario y dijo que
mantuviéramos un minuto de silencio por los presos. Todo el mundo se
levantó, aunque seguro que había alguien que no estaba de acuerdo”.
Y hablando de Girona, tres años antes Marina Pibernat fue excluida de las listas de ICV-EUIA en esa ciudad por haber usado la expresión ‘derechona catalufa(...)" (Martín Alonso, Crónica Popular, 28/07/18)
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