"(...) ¿Tú crees que el nacionalismo
catalán, más allá de algunas manifestaciones marginales, es
supremacista? Si fuera que sí, ¿en qué serían supremacistas?
El nacionalismo catalán, como también el vasco, tienen
muchos matices y no conozco a nadie que los haya analizado con más
profundidad para el caso catalán, que Antonio Santamaría. La mitad de mi
familia es catalana. Eran modistas y editores, tenía una torre en La
Floresta, conducían un Fíat en los años 1930 y vivía en el Paseo de
Gracia 121.
La guerra dividió a la familia y una rama acabó en Madrid.
Desde niño he venido siguiendo, paso a paso, la evolución de su discurso
en función del los cambios políticos y sociales del país, una evolución
que he ido contrastando luego en mis múltiples visitas a Cataluña y que
luego he visto minuciosamente reconstruidos por Antonio Santamaría que,
obviamente, no conoce a mi familia.
Nunca se sabe. Antonio Santamaría conoce muchas cosas.
Los argumentos supremacistas de muchas familias
catalanas como la mía nacieron de los argumentos raciales y
antidemocráticos del período de entreguerras, se alimentaron en los años
1960 y 70 de la impugnación de los rápidos y caóticos procesos
migratorios en los años del franquismo desencadenados por la frustrada
reforma agraria republicana, y conectan como tarde desde la crisis de
2008, con la visión supremacista que tienen las clases medias de los
países europeos más ricos del origen de los problemas que sufren los
países del sur de Europa: esa es su parte “cosmopolita”.
La cultura
catalana ha sido un factor de civilización y humanismo que muchos
tenemos escrito en nuestro ADN cultural del que nos sentimos orgullosos y
del que no vamos a renunciar tan fácilmente como piensan los
independentistas.
Pero lo que cuentan no son las ideas sino las fuerzas
sociales que hacen prevalecer las unas sobre las otras.
Y las fuerzas
económicas y sociales alimentan hoy desgraciadamente no sólo una
competencia deshumanizadora entre personas y territorios, sino también
una visión tendencialmente supremacista más o menos cultivada que antes
no salía de la intimidad de muchas familias, pero que el procés ha
diseminado por toda la sociedad con ayuda de los medios de comunicación
de la Generalitat. (...)"
(Entrevista a Armando Fernández Steinko, Salvador López Arnal , Rebelión, 16/07/18)
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