4/12/19

Jesús Rul: “La inmersión lingüística en catalán vulnera derechos de los alumnos porque discrimina y lesiona”

"“He dedicado 47 años al mundo de la educación, de los cuales, durante 32 años, he sido inspector de educación  en Cataluña”. El castellonense Jesús Rul acaba de presentar el ensayo Nacionalismo catalán y adoctrinamiento escolar (Amarante) (...)

“He vivido”, recuerda Rul, “la génesis de la inmersión lingüística obligatoria en catalán, su evolución y su “normalización” en los usos y costumbres. Indica, no obstante, que tal como se aplica es un ejemplo de dominación lingüística de los alumnos castellanohablantes con dos efectos adversos: “discrimina” a estos alumnos en comparación con sus compañeros catalanohablantes que aprenden en su lengua habitual, y es “lesivo” para el éxito educativo de los alumnos 

castellanohablantes. Hay evidencias de trabajos de investigación, como el Informe PISA2015, que los alumnos castellanohablantes tienen una tasa de fracaso superior a sus compañeros catalanohablantes: en lectura (18,3%), matemáticas (20,3%) y ciencias (18%). El fracaso de los alumnos castellanohablantes en repetición de curso durante la educación obligatoria es muy superior a la de sus compañeros catalanohablantes (89,6%). Estos datos no se dan en otras comunidades donde no hay ingeniería social por razón de lengua.  

“La inmersión lingüística es un método de aprendizaje intensivo de una lengua no habitual para el hablante para adquirir competencia comunicativa en otra lengua. Su aplicación en el sistema educativo oficial debe hacerse  con criterio y respeto a los derechos de menor, nunca imponerse obligatoriamente. En la educación catalana con dos lenguas cooficiales y vehiculares, lo civilizado es aprender ambas lenguas de forma equitativa (50%-50%), sin discriminaciones y que todos los alumnos, con independencia de su lengua familiar o habitual,  aprendan ambas lenguas con respeto aprovechando las sinergias inherentes a su condición de lenguas románicas”. 

Rul denuncia que utilizar la lengua como arma ideológica nacionalista, que busca el monolingüismo en catalán y la exclusión del castellano, es discriminatorio y lesivo también para los alumnos catalanohablantes  porque les priva de conocer y normalizar su relación con la España constitucional y con sus compatriotas de otros lugares de España. 

La obsesión nacionalista con la lengua llega al límite con el control comunicativo de los alumnos durante el recreo a través  de los “espías lingüísticos” y la colonización del tiempo de descanso con juegos dirigidos en catalán. 

El control nacionalista de la educación se expresa de forma rotunda en la inspección con procedimientos irregulares de acceso durante décadas, declarados en fraude de ley por sentencia firme. Hoy una gran mayoría de inspectores de educación son nacionalistas, otros guardan una posición indefinida o equidistante. La inspección de educación ha dejado de ser un órgano garante de derechos constitucionales, como la neutralidad ideológica, la imparcialidad política, así como la objetividad y pluralismo en el tratamiento de las Ciencias Sociales. (...)"              (Gisela Revelles, El Liberal, 11/09/19)

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