"“He dedicado 47 años al mundo de la educación, de los cuales, durante 32
años, he sido inspector de educación en Cataluña”. El castellonense
Jesús Rul acaba de presentar el ensayo Nacionalismo catalán y adoctrinamiento escolar (Amarante) (...)
“He vivido”, recuerda Rul, “la génesis de la inmersión lingüística obligatoria en catalán, su evolución y su “normalización” en los usos y costumbres. Indica,
no obstante, que tal como se aplica es un ejemplo de dominación
lingüística de los alumnos castellanohablantes con dos efectos adversos:
“discrimina” a estos alumnos en comparación con sus compañeros
catalanohablantes que aprenden en su lengua habitual, y es “lesivo” para
el éxito educativo de los alumnos
castellanohablantes. Hay evidencias
de trabajos de investigación, como el Informe PISA2015, que los alumnos
castellanohablantes tienen una tasa de fracaso superior a sus compañeros
catalanohablantes: en lectura (18,3%), matemáticas (20,3%) y ciencias
(18%). El fracaso de los alumnos castellanohablantes en repetición de
curso durante la educación obligatoria es muy superior a la de sus
compañeros catalanohablantes (89,6%). Estos datos no se dan en otras
comunidades donde no hay ingeniería social por razón de lengua.
“La inmersión lingüística es un método de aprendizaje intensivo de una lengua no habitual para el hablante para adquirir competencia comunicativa en otra lengua.
Su aplicación en el sistema educativo oficial debe hacerse con
criterio y respeto a los derechos de menor, nunca imponerse
obligatoriamente. En la educación catalana con dos lenguas cooficiales y
vehiculares, lo civilizado es aprender ambas lenguas de forma
equitativa (50%-50%), sin discriminaciones y que todos los alumnos, con
independencia de su lengua familiar o habitual, aprendan ambas lenguas
con respeto aprovechando las sinergias inherentes a su condición de
lenguas románicas”.
Rul
denuncia que utilizar la lengua como arma ideológica nacionalista, que
busca el monolingüismo en catalán y la exclusión del castellano, es
discriminatorio y lesivo también para los alumnos catalanohablantes
porque les priva de conocer y normalizar su relación con la España
constitucional y con sus compatriotas de otros lugares de España.
La obsesión nacionalista con la lengua llega al límite con el control comunicativo de los alumnos durante el recreo a través de los “espías lingüísticos” y la colonización del tiempo de descanso con juegos dirigidos en catalán.
El control nacionalista de la educación se expresa de forma rotunda en
la inspección con procedimientos irregulares de acceso durante décadas,
declarados en fraude de ley por sentencia firme. Hoy una gran mayoría de
inspectores de educación son nacionalistas, otros guardan una posición
indefinida o equidistante. La inspección de educación ha dejado de ser un órgano garante de derechos constitucionales,
como la neutralidad ideológica, la imparcialidad política, así como la
objetividad y pluralismo en el tratamiento de las Ciencias Sociales. (...)" (Gisela Revelles, El Liberal, 11/09/19)
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