"(...) El nacionalismo ha tratado de imponer al global de la sociedad
catalana una falsa idea de nación basada en un concepto ilusorio de
identidad experimentado colectivamente por una parte de la ciudadanía
cuyas mentes han sido incapaces de resistir la ponzoña, la manipulación,
el adoctrinamiento y la propaganda de los medios públicos catalanes
(con TV3 y Catalunya Ràdio a la cabeza) y de los subvencionados por el
gobierno autonómico (como los del imperio mediático del Grupo Godó: La Vanguardia, 8TV o RAC1).
El procés
es, en definitiva, el resultado de esa sociedad de laboratorio, el
fruto maduro de un meticuloso proceso de ingeniería social que proyectó
el Muy Andorrable Jordi Pujol con su execrable y ominoso Plan 2000 (que
regó con el dinero público que controlaba su gobierno autonómico), y del
que se sirvió para instilar ese odio que hoy ha explotado y que recorre
las calles y ciudades de toda Cataluña.
Este proceso de implantación de odio en las mentes de los
nacionalistas contra todo lo español y contra la lengua común de todos
los españoles se justifica, como se ha hecho históricamente
desde finales del s.XIX, mediante la xenofobia y el racismo: Pompeu
Gener, Pompeu Fabra, Prat de la Riba, el doctor Robert o tantos otros
han sido maestros ejemplares para los supremacistas lazofílicos que actualmente gobiernan en la región de Cataluña.
Para ellos, como en cualquier otro nacionalismo que haya existido o que existirá, en el centro de su ideología
siempre tiene que existir un enemigo exterior al cual culpar de todos
aquellos problemas que han sido incapaces de solucionar o que,
mayoritariamente, han creado ellos mismos. Y el totalitario y excluyente
régimen nacionalseparatista catalán no es ninguna excepción.
Parapetado
tras las banderas del odio estelado, los lazos amarillos (que han
robado a los enfermos de espina bífida) y los carteles que piden la
liberación de golpistas impenitentes y apologetas supremacistas, este régimen ha sido incapaz de ejecutar y proponer a nivel autonómico ningún proyecto socioeconómico viable (que no sea el de la famiglia Pujol y el del 3%), ¡imagínense pues el magno naufragio que sería su estadito independiente! (...)" (Pau Guix, dramaturgo, El Catalán, 10/03/19)
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