8/2/19

Director de e-notícies: El proceso ha sido un castillo de naipes desde el principio. Está lleno de medias verdades, posverdades, fake news y eufemismos. En la mayoría de los casos, y esto es lo más triste, con la contribución de la prensa. Por activa o por pasiva...

"(...) ¿Te importaría que empezáramos a hablar tras una breve presentación por tu parte? 
 
Yo, en mi perfil de twitter, me defino como “indepe cuerdo”. He estado toda la vida a favor de la independencia y no me hagan cambiar a mi edad —55 tacos mal llevados—, porque suficientes conversos tiene el proceso ya, entre Ernest Maragall, Toni Comín, Raúl Romeva, Ferran Mascarell, etcétera; si bien el más converso de todos ha sido Artur Mas. Mas descubre el catalanismo cuando entra a trabajar en la Generalitat, enchufado por su padre.

Yo, no. Te voy a contar un secreto: a los catorce o quince años, me hice de Convergencia y de las juventudes del partido, la JNC, sector hiperventilado, y a escondidas de mi padre, que era muy facha. Pujol ni siquiera había llegado a presidente. Debía ser el 78 o el 79. Luego lo dejé y me dediqué a estudiar y al periodismo.

 Me di cuenta de que aquello era, si me permites la expresión, una merienda de negros. La mayoría lo único que querían era medrar o abrirse paso a codazos. (Digresión: Precisamente, el día que José María Aznar presentó su último libro en Barcelona, me acerqué a Ana Botella y le dije que lo más importante que había dicho en su vida —aparte del “relaxing cup of coffee”— era aquello de que había que suprimir las juventudes de todos los partidos, porque solo servían para ser utilizadas como trampolín.)

 Pero lo que te decía, volviendo a lo nuestro: Mas ni siquiera era independentista. En el libro que le hizo Pilar Rahola, La máscara del Rey Arturo, todavía dice que «CDC no lleva la independencia en su programa porque perderíamos votos. Sería un héroe, pero en vez de 60 diputados sacaríamos 30». 

Y eso que el libro es del 2010. ¡Además, es exactamente lo que ha pasado!. Ha dejado un paisaje lunar, un desierto, tierra quemada. Empezando por su propio partido: los de la Crida de Puigdemont quieren, ahora, devorar al PDECAT.

Si me hubiera quedado, por supuesto que quizá habría llegado a consejero —algunos de mi época llegaron— o me tendrían a pan y cuchillo en TV3. Yo había ido a manifestaciones con el exconsejero Joaquim Forn, entre otros. 

Además, voy a darte otra razón: está bien que yo no sea otro converso —ni siquiera en el camino inverso—, para demostrar que no todos los indepes estamos tan zumbados como Torra o Puigdemont. No, no… Los hay, pocos, que tenemos los pies en el suelo, que siempre hemos dicho que no se pude conseguir la independencia con sólo el 47% de los votos. Esa es la clave de todo.

Dicho todo esto déjame decirte también —a ti y a los lectores— que ahora no es el momento de la independencia, ahora es el momento de “recoser” la sociedad catalana por dentro. Habría que hacerle un homenaje a Aznar, porque cuando vaticinó aquello de que «antes que España, se romperá Catalunya» dio en el clavo. Ya sé que esto de “recoser” la sociedad catalana lo decía Arrimadas, pero también el presidente del Parlament, Roger Torrent, d’Esquerra, en cuanto llegó al cargo. Yo, ese día, lo felicité por twitter.  (...)

Voy a ser franco: Catalunya no tiene arreglo. En situaciones normales, en caso de una crisis grave como ésta, los países suelen hacer gobiernos de unidad, que es lo que hizo Churchill en la II Guerra Mundial. En este caso, ¿cómo van a hacer aquí un gobierno de unidad, si ni siquiera se hablan en los pasillos del Parlament? Además, la base de la democracia es clara al respecto: cuando unos gobiernan y lo hacen mal, los electores los corren a gorrazos. 

En Cataluña, no. Cataluña es una especie de dictadura perfecta. Lo digo en plan boutade porque, por supuesto, votamos cada cuatro años. Y no se puede comparar nunca un régimen parlamentario con una dictadura. Pero aquí, más o menos mandan siempre los mismos. Pujol no tocó nunca la Ley Electoral. Somos la única comunidad sin ley electoral propia. La excusa era que no había consenso. 

¿Pero cómo la iba a tocar si le beneficiaba? Un voto en Barcelona vale menos que en las comarcas de Lérida o de Gerona. Por eso, aunque el soberanismo lo haga muy mal, la oposición sólo puede aspirar, como mucho, a que pierda la mayoría absoluta. No hay oposición: Ciudadanos por sí sólo no llega, claro. ¿Y quién gobernaría? ¿Te imaginas a Ciudadanos, PSC, Comunes y el PP gobernando juntos? No, es imposible. 

(...) imagíname a mí o a López Tena en una tertulia de TV3 o de Catalunya Radio diciendo verdades: Que no se puede hacer la independencia con sólo el 47% de los votos; que no nos mira ni Dios —lo digo por lo de El món ens mira (“el mundo nos mira”)—; que nadie en la UE nos ha dado apoyo… En suma: que nos han engañado, y sobre todo a sus electores ¡Se les hunde el chiringuito! Le da un síncope a la audiencia. 

El proceso ha sido un castillo de naipes desde el principio. Está lleno de medias verdades, posverdades, fake news y eufemismos. En la mayoría de los casos, y esto es lo más triste, con la contribución de la prensa. Por activa o por pasiva.  (...)"             (Entrevista a Xavier Rius, Julio Murillo, Magazine, 01/02/19)

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