"(...) —Pregunta. Usted habla de los
dominios del lobo, con la idea de que la independencia de Cataluña, más
allá de mayorías y minorías, sólo dependerá de que algún estado la
reconozca.
—Respuesta. Hay un refrán sefardita muy ilustrativo:
con decir llama no arde la boca. Por el hecho de que una mayoría o una
minoría de catalanes digan que Cataluña es independiente, Cataluña no
pasa a ser independiente.
Lo que vale es que Alemania, Estados Unidos,
etc., te reconozca, que se interese ya por cómo se articula esa
independencia, qué tratados se establecen, qué pasa con los pasaportes.
Eso te hace independiente. Es la lectura de la realidad política lo que,
al final, cuenta.
—Sigamos en esa cuestión. No
se debería, entonces, enmarcar el debate sobre una cuestión democrática,
de si el independentismo tiene o no una mayoría social detrás. Para
usted, y como explica en el libro, con esa idea de “los dominios del
lobo”, todo depende de la fuerza política, de coyunturas
geoestratégicas, como ocurrió con Kosovo.
—En principio, el hecho de que haya una mayoría
favorable a la independencia –algo que nunca ha ocurrido en Cataluña–
ayuda a tener más fuerza política y legitima democráticamente.
Pero lo
relevante aquí es que una mayoría favorable a la independencia no
equivale automáticamente a la independencia. Los dominios del lobo, es
decir, las fronteras de los estados, no pueden estar gobernados por la
regla de la mayoría por razones conceptuales, así que lo que los termina
determinando es un complejo entramado de intereses geoestratégicos. (...)
—Pero, ¿hubo un golpe de estado, como se analiza en el libro?
—No fue un golpe de estado
como el 23F, está claro que no. Uno puede interpretar el otoño catalán
en función del interlocutor que se tenga.
Ante los “suyos”, el
independentismo señala que se violó la Constitución y el Estatut, pero
si el interlocutor es una autoridad europea o los jueces, entonces se
dice que no, que la declaración unilateral de independencia no tuvo
efecto legal, que se trató sólo de una protesta muy grande. Es, en todo
caso, un intento posmoderno de golpe de Estado, como también ha explicado muy bien Daniel Gascón en el libro del mismo título.
Yo soy garantista en derecho penal y creo que en caso de duda hay que
optar por el delito menos lesivo para los acusados, pero hay algo de
cinismo en el hecho de decir, como se hace desde buena parte del
independentismo, que Llarena prevarica porque adopta una de las
interpretaciones del otoño catalán que el mismo independentismo
unilateralista propició, a saber, la de que se violó la Constitución."
(Entrevista a Pau Pau Luque, profesor de Filosofía del
Derecho en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), Manel Manchón, Crónica Global, 29/07/18)
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