“En Vic sí que
saben hacer las cosas. La idea de repetir periódicamente por la
megafonía de la calle ‘no nos desviemos de nuestro objetivo, la
independencia de Cataluña’, debería ser imitada en todo el resto de
poblaciones, y a todas horas. La gente es muy despistada, y olvida con
mucha alegría y facilidad sus deberes.
Gracias a la megafonía, aquella
señora que iba a la tahona, recuerda que su objetivo no era comprar una
baguet, como erróneamente pensaba, sino otro más elevado. Y los niños
que iban al colegio creyendo -inocentes ellos- que aprender la tabla del
7 era su obligación, sabrán que no, que es otra.
Uno está desayunando
en un café, dispuesto a iniciar como buenamente pueda la jornada
laboral, y gracias a la oportuna megafonía empieza el día de otra manera, con el pecho hinchado y con ganas de ir a buscar una hoz y segar cadenas.
Los
catalanes, si no se lo repites a menudo, no recuerdan que viven
oprimidos y que se encuentran -como muy bien señaló Presidentorra- en
plena crisis humanitaria. Han vuelto de vacaciones, algunos en
la torre de la Costa Brava y otros de Punta Cana, y es natural que,
aunque sea por unos minutos al día, se les vaya de la cabeza que viven
bajo el yugo de un estado imperialista, que en Cataluña hay una terrible
represión.
Siempre es bueno que una voz -y más si es tan espectacular
como la de Lluís Soler- les haga memoria, que uno empieza olvidando que
debe conseguir la independencia de Cataluña y acaba olvidándose el móvil
de última generación en el pisito de putas sudamericanas.
La
verdad es que la gente no pone mucha voluntad en convencer a sus
conciudadanos de la miseria y la humillación a que nos tiene sometidos
el pérfido Estado español. Y claro, así no hay manera de tenerlo
presente.
Excepto a los lacistas, que por contrato tienen la obligación
de repetirse a sí mismos, cada día antes de meterse en la cama, que
España es mala porque sólo procura el mal a Cataluña, al resto se le
puede ir de la cabeza.
Quizás la solución sería, además de extender a
toda Cataluña la iniciativa vicense, obligar a todos a ir por la calle
con el rostro compungido, incluso con sentidos llantos cada dos horas,
no sé, alguna cosa que nos impida olvidar todo lo desgraciados que
somos. No debemos desviarnos del camino, debemos ser un rebaño dócil“.
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