10/9/18

El proceso de nacionalización del PSUC acaba desalojando de la dirección a los castellanohablantes. Un proceso paralelo ocurre en el PSC. Y, por arrastre, en las cúpulas sindicales... sin esa nacionalización de la esfera semipública en el sector de la izquierda no estaríamos donde estamos, ni el apoyo electoral a los partidos de izquierda sería el que es; por eso es una estrategia suicida

"(...) como sentencia atinadamente el historiador José Antonio Pérez, Burgos, no solo lo cambió todo en el País Vasco sino que contribuyó también a cambiarlo todo dentro de una izquierda antifranquista española que, a partir de ese momento, identificó la lucha de ETAcon la lucha (con la causa) del Pueblo Vasco. 

Hasta el punto de que si un antifranquista vasco era detenido perdía automáticamente su condición de izquierdista para convertirse en un ‘vasco represaliado’.

Ser vasco a partir de ese momento se convirtió en una identidad de prestigio dentro del antifranquismo. La llegada de un militante de CCOOo de un socialista a una asamblea de cualquier esquina de España era recibida con expectación. ‘Ha llegado el vasco’.

 Y se le consideraba portador de una herencia casi mítica como representante cualificado de una comunidad superior. La condición de prestigio provocó un efecto llamada hacia el abertzalismo radical de muchos inmigrantes que podían así evitar el estigma de ser considerados invasores, cacereños, coreanos o maketos

Así se explica, como señala el historiador Gaizka Fernández Soldevilla, el “significativo aumento que desde 1970 se registra en la proporción de terroristas sin apellidos autóctonos o con uno solo entre sus dos primeros”. (No hace falta mucha imaginación para pensar en los igualmente invasores murcianosy charnegos).

El análisis de la usurpación operada en el Proceso de Burgos por J. Corcuera es impecable. Solo que no fue el comienzo. Diez años antes, Josep Benet había puesto en marcha la Campanya Jordi Pujola partir de Els Fets del Palau, destinada a subrayar que la principal oposición al franquismo venía de los nacionalistas católicos.

 Así lo refleja esta carta al senador demócrata norteamericano John Brademas recogida por Jordi Amat en la que señala que Els Fetseran:

 “La manifestación externa de que la política de oposición, en Cataluña, está llevada y realizada en gran parte por las nuevas generaciones, las que no intervinieron en la guerra civil, y que en esta oposición hay gru­pos de católicos jóvenes que combaten en vanguardia. Es el país joven que lucha contra el viejo y por razones biológicas, al menos, son los que triunfarán”.

El “compromiso histórico” entre Montserrat (al que tan vinculado estaba Benet, el teórico del genocidio cultural, el muñidor de la campaña Volem bisbes catalans!e impugnador de Solé Tura) y el PSUC (Enric Juliana dixit) explica que Benet fuera cabeza de lista del PSUCa la Generalitat. 

El proceso de nacionalización del PSUC sigue una pauta que acaba desalojando de la dirección a los castellanohablantes, como ha explicado con detalle Thomas Miley. Un proceso paralelo ocurre en el PSC. Y, por arrastre, en las cúpulas sindicales.

Valga sobre lo último un detalle desde CCOO que establece el bucle lógico entre los dos extremos del arco de este artículo: 1964 (la nacionalización) y 2014 (el procés y el derecho a decidir). En 2014, CCOO celebra su cincuentenario; desde enero aparecen noticias en la página corporativa sobre el asunto; en una de ellas leemos: 

Després de diversos cops repressius, les comissions obreres es van reorganitzar i van crear la Comissió Obrera Nacional de Catalunya. Era la primera vegada que un sindicat a Catalunya incorporava el terme nacional a les seves sigles”.

No hace falta ser hermeneuta para leer esta apelación a la primacía en la nacionalización como un timbre de gloria; se habría producido nada menos que en la primera asamblea, la de Sant Medir, en noviembre de 1964. En abril de 2014, el sindicato recibe de Artur Mas la Creu de Sant Jordi “pel seu protagonisme en la història recent (…). I també pel compromís continuat de CCOO en la construcció nacional de Catalunya”.

 En noviembre, inaugura una exposición sobre el cincuentenario en el Museu d’Història de Catalunya, una institución estrechamente asociada al proceso de nacionalización; la guía didáctica elaborada al efecto tiene en su primera página la reivindicación de la primacía en la incorporación del término nacional y la consiguiente conversión de las CCOO en CONC. La declaración exime de explicaciones ulteriores.

Aquí no cabe más que el apunte; sin esa nacionalización de la esfera semipública en el sector de la izquierda (sobre la que se construiría la de la esfera pública desde la Generalitat) no estaríamos donde estamos, ni el apoyo electoral a los partidos de izquierda sería el que es; por eso es una estrategia suicida.

Pero conviene mirar al plano general, bien perfilado en estas palabras de José María Ruiz Soroa en Pardines. Cuando ETA empezó a matar

Sucede además que la represión franquista prácticamente consiguió desarraigar mediante una represión salvaje las memorias socialistas, comunistas o anarquistas de la sociedad vasca, mientras que la levedad de la represión con el nacionalismo permitió la conservación familiar y privada de su memoria particular”.

 El aserto es aplicable al nacionalismo catalán. Los nacionalistas no fueron más víctimas del franquismo que lo fueron de ETA.   (...)"                 (Martín Alonso, Crónica Popular, 28/07/18)

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