5/7/18

Señor Savater, yo soy andaluz y hay algo que nunca he entendido de la sociedad vasca y catalana: cómo ha calado tanto el nacionalismo de ricos. - Yo soy vasco y tampoco lo entiendo. El nacionalismo siempre es de ricos y eso se ve en toda Europa, en España, en Italia o en Alemania. Todos son nacionalismos ricos que lo que quieren es librarse de los pobres pero, eso sí: quieren separarse a gastos pagados. En Cataluña y en el País Vasco no ven que su progreso ha sido a costa de España.

"(...) P.- En el caso de España, además de todo eso, que es común con otros países, siempre he pensado en una especie de maldición. Históricamente, cada vez que nos van las cosas bien, se 'joden' por alguna circunstancia…

R.- España arrastra un problema desde el siglo XIX, a consecuencia de una educación general, nacional, muy deficiente, que son los grupos separatistas y reaccionarios. En Francia, como en otros sitios, con la República no se dan esos problemas porque ha habido un sistema educativo centralizado y laico, que ha unificado a todo el país. 

Aquí, cuando tras las Cortes de Cádiz se intenta implantar un sistema democrático, centralizado e igualitario, enseguida surgen grupos reaccionarios, fundamentalmente movimientos religiosos; la Iglesia católica, de hecho, ha sido un elemento nefasto en la historia de España.

 La degeneración de todo eso es el carlismo, que se transforma en nacionalismo, que es el mal endémico de la democracia en España, en el XIX, en el XX y en el XXI.

P.- Entonces, usted no se suma a esa tesis, tan de la generación del 98, del pesimismo español; España no tiene arreglo.

R.- Cuando alguien dice que este país no tiene arreglo, yo le creo si, a continuación, abre la ventana y se tira de un octavo piso. Pero el que dice que “este país no tiene arreglo”, y luego se va a tomar unas gambas… Ese no es creíble, hombre, ese es un bribón que, además, es probable que se aproveche de los problemas que existen. 

España tiene arreglo, como todos los países; lo que hace falta es encontrar a las personas adecuadas y una sociedad educada, inquieta, que busque y apoye a esas personas.

 Las clases políticas no están nombradas por Dios, están nombradas por los ciudadanos. Y todo lo que tenemos que pensar es cómo vamos a cambiar nosotros para dejar de votar a quienes no resuelven nuestros problemas. De antemano, los pueblos no son sabios y, si se les educa, pueden llegar a serlo.

P.- Señor Savater, yo soy andaluz y hay algo que nunca he entendido de la sociedad vasca y catalana: cómo ha calado tanto el nacionalismo de ricos. No lo entiendo.

R.- Yo soy vasco y tampoco lo entiendo. Pero vamos, sobre lo del nacionalismo de ricos… El nacionalismo siempre es de ricos y eso se ve en toda Europa, en España, en Italia o en Alemania. Todos son nacionalismos ricos que lo que quieren es librarse de los pobres pero, eso sí: quieren separarse a gastos pagados. 

En España las dos regiones más protegidas y beneficiadas por el Estado son el País Vasco y Cataluña y son las dos que tienen intenciones separatistas. No se dan cuenta de que su desarrollo ha sido a costa del resto de España, no es que se hayan lanzado a la aventura, por su cuenta y riesgo, y les haya salido bien.

P.- Claro, pero que todo eso lo apoye la izquierda, y las clases medias y bajas lo asuman…

R.- Sí, no tiene sentido. La izquierda es intransigente en la fiscalidad de los bancos, por ejemplo, y sin embargo apoya a las regiones ricas que lo que no quieren es pagar… Eso es una inconsecuencia, desde luego, pero ocurre también porque tenemos alguna izquierda bastante lerda; son antisistemas y, como ya no se puede combatir el capitalismo, se hacen antisistemas de la unidad nacional y buscan por ahí su justificación ideológica.

P.- Quizá todo eso es consecuencia de que no se ha sabido construir la democracia sobre un ideal patriótico, de orgullo de la Constitución, tras la muerte de Franco.

R.- Al salir de la dictadura, el objetivo prioritario era la reconciliación entre todos los españoles. Con lo cual se evitó, se eludió, todo aquello que pudiera generar roces o enfrentamientos. Nadie quería mal rollo. Por eso se hicieron algunas concesiones absurdas, como los derechos históricos de algunos territorios. El problema es que todo eso, que nace de una buena intención, ha traído muy malas consecuencias, como la expansión de un nacionalismo caciquil y discriminatorio a costa del Estado.

 Volvemos a lo mismo, ha faltado una educación cívica a la que siempre se han opuesto las fuerzas vivas eclesiales y todos esos reaccionarios a los que, por desgracia, se les ha hecho caso. (...)

P.- ¿Y qué se hace cuando, como por ejemplo en Cataluña, ocurre todo lo que ha ocurrido, van algunas personas a la cárcel, y casi la mitad del censo se reafirma en la independencia?

R.- Bueno, no diría yo reafirmación: el partido mayoritario en Cataluña ha sido el que de forma más clara y explícitamente se opone a la independencia. Eso nunca había ocurrido. Pero dejemos de pensar en lo que quieren los vascos o los catalanes.

 En un Estado de Derecho solo hay un tipo de ciudadanos; en España solo hay ciudadanos españoles que viven en Cataluña, en el País Vasco, en Andalucía… Todos somos ciudadanos del Estado, y eso es lo que cuenta. Luego, cada uno puede pensar lo que quiera, pero tiene que cumplir las leyes porque lo que no se discute es el cumplimiento de la ley.

P.- Ante reflexiones como ésta, los independentistas dicen: "No vais a poder encarcelar a dos millones de personas".

R.- No, no, nunca hace falta encarcelar a dos millones de personas. En el País Vasco la gente salía apoyando cosas peores, asesinatos y matanzas, pero se metió en la cárcel a los asesinos y a la Mesa de Batasuna y ETA dejó de matar y la situación cambió sustancialmente. 

P.- ¿Sería conveniente repensar las autonomías en España o, a estas alturas, se ha convertido en un tema tabú?

R.- La única justificación de las autonomías en España es que contribuyan al mejor funcionamiento de todo el país. Todas las concesiones y la descentralización tiene que obedecer a ese objetivo. Cuando no sea así, lo que hay que hacer es suprimirlo. 

En educación, por ejemplo, es necesaria una inspección general para que el Estado ejerza su derecho de control y de homologación. Esas cosas como el currículum vasco hay que quitarlas; el único currículum aquí es el currículum democrático.

P.- ¿Le ha sorprendo que el PNV resucite el ‘derecho a decidir’, a raíz del conflicto catalán?

R.- ¿Cómo me va a sorprender? Ellos siguen con el diálogo de tú a tú, sin entender que no son un Estado, que solo son una región dentro de un Estado. Y con total ignorancia hablan del ‘derecho a decidir’, igual que muchos catedráticos de Derecho Constitucional que siguen repitiendo ese mantra. Dicen cosas como que la Constitución no recoge el derecho a decidir… 

¿Cómo que no? La Constitución se basa en el derecho a decidir de todos los ciudadanos, esa es la soberanía del pueblo español. Es que son muy malos, muchos catedráticos y profesores, hablan como las porteras; dicen cosas tan absurdas que, además, lo único que logran es complicarlo todo. Ni pedagógicos son. Ya se lo decía, la ignorancia en España en determinados aspectos; ése es el problema. Ni maldiciones ni mal de ojo.

P.- ¿Qué sentimiento le produce que buena parte del País Vasco piense que para superar a ETA hay que olvidar lo que hizo ETA?

R.- Eso es lo que quieren los que no lucharon contra ETA. Los que hemos luchado y seguimos luchando contra ETA, lo que queremos es vencer a ETA; no solo desanimarla para que no siga matando. No queremos sólo un País Vasco sin violencia, queremos un País Vasco sin una imposición nacionalista como la que hemos tenido a costa de ETA durante todo este tiempo. 

Aquí lo que hubo es un grupo terrorista matando demócratas, y aunque haya víctimas en todas partes, aunque uno lamente todos los muertos, las víctimas de ETA no son de la misma calidad moral. ETA no se ha acabado y, sobre todo, no se ha acabado el efecto político de ETA. Los etarras hicieron lo que hicieron por algo. Por eso hay que seguir combatiendo."              

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